FONDO DE CATÁLOGO
«El disco sentó las bases de un grupo llamado a ser punta de lanza de una generación de guitarreros de bien»
Pereza
Algo para cantar
BMG, 2003
Texto: SERGIO ALMENDROS.
El segundo disco de Pereza, el primero con la formación ya devenida en dúo, significó el auténtico pistoletazo de salida para la fulgurante carrera del proyecto liderado por Leiva y Rubén Pozo, por Rubén Pozo y Leiva. Bien es cierto que con su debut homónimo, publicado dos años antes siendo aún un trío, con Tuli como tercer vértice tras la batería (para pasar después a ser saxofonista en los últimos discos y durante la carrera en solitario de Leiva), ya habían recogido las primeras atenciones de una parte de la escena musical, madrileña principalmente y todavía minoritaria, interesada en ver cómo se desarrollaba el nuevo proyecto de uno de los integrantes de Buenas Noches Rose, la banda llamada a ser la última gran esperanza del rock nacional y que se fue a pique de forma demasiado precipitada. Porque, por aquel entonces, Rubén Pozo era el único miembro de Pereza que tenía cierto bagaje a sus espaldas, y sobre él recayó buena parte de aquella ópera prima, tan incipiente como inocente, tan prometedora como prescindible.
Mucho cambió y todo se confirmó con Algo para cantar, el disco que puede considerarse como la auténtica chispa de Pereza. Quizá las claves de este paso adelante fueran tan evidentes como esperadas: la evolución lógica de un sonido algo blandito a otro más contundente, punzante y chulesco; la ya dilatada experiencia de Rubén Pozo en el rock and roll lifestyle; y el despunte como inminente gran compositor y próximo rock star de Leiva. Los dos tomaron el proyecto por los cuernos, se hicieron cargo de todos los instrumentos, dieron forma a unas canciones más redondas e interesantes y le proporcionaron el toque de frescura y dureza necesaria, sin pasarse, para empezar a calar en una audiencia deseosa de una banda que cogiera el testigo de los generacionales Tequila, Burning, Ronaldos y Rodríguez.
El primer corte del álbum y el primer single, “Pienso en aquella tarde”, fue la entrada por la puerta grande en el rock nacional, su primer gran éxito, la presentación en sociedad de Leiva y, fundamentalmente, una estupenda canción. Meses más tarde, el tema alcanzaría otra dimensión, mucho más popular y mucho menos interesante, al ser regrabada en plan acústico junto a David Summers y Dani Martín, perdiendo toda su esencia (y la del grupo), pero convirtiéndose en el pelotazo definitivo para llevar a Pereza a la primera línea del panorama musical nacional. Porque, definitivamente, la principal baza de Algo para cantar eran los rocanroles directos y hasta un poco macarras, los que sentaron las bases del más reconocible sonido de Pereza y los que mejor empastaban con la imagen del dúo; un asunto importante ya que el aspecto de estos dos tipos flacos, desgarbados y pelialborotados fue, sin duda, fundamental para el despunte definitivo.
Así, canciones como “Yo solo quiero”, “Házmelo”, “Pelos de punta” o “Mánager” eran un notable torrente de energía que en directo alcanzaba cotas sobresalientes, y era ahí donde Rubén Pozo se desenvolvía con suma facilidad. Además, el cierre con “Algo para cantar”, moldeando la velocidad, era otra de las muy destacadas y disfrutables, personalmente de mis favoritas. Pero había más, como (sobre todo) “Si quieres bailamos”, ese medio tiempo de Leiva que, a nivel compositivo, era quizá la joya de la corona. Lamentablemente, el resto de temas lentos no estaba a la altura, y “La noria” y “En donde estés” pecaban de demasiada ternura.
Musicalmente, los primeros Pereza, los Pereza que eclosionaron con Algo para cantar, no pretendían otra cosa que no fuera rock and roll, simple y efectivo, directo a la cintura, a las piernas y a la entrepierna. En sus últimos discos ya pretenderían (y conseguirían) darle algo más de barniz y de recovecos a las composiciones, pero en este momento, y el momento lo pedía así, la senda marcada estaba perfectamente delimitada. Quizá por Leño a un lado y Hombres G al otro, lo suficientemente separados de ambos pero sin salirse de los márgenes, en una delimitación que, a buen seguro, desconcertará tanto por un lado como por el otro. Y en cuanto a las letras, lo mismo: amor, desamor, sexo, drogas, noches, desenfreno, tengo una banda de rock y voy a hablar de ello. Lo esperable y lo necesario.
La larga y exitosa gira puso rápidamente a Pereza en el lugar para el que estaban llamados, conquistando después lo poco que quedaba por conquistar con su tercer disco, Animales, y esas “Princesas” que fueron a la vez su gozo y su tormento. Pero antes de que llegaran los baños de masas y los desprecios de los sabios del rock, Algo para cantar ya había sentado las bases de un grupo llamado a ser punta de lanza de una generación de guitarreros de bien.
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Anterior entrega Fondo de Catálogo: Slowly, de Luis Eduardo Aute.