«Un día, pronto, un millón de personas decidirán hacer un boicot a tal o cual sector, dejar de comprar tal o cual cosa, entonces el poder se tambaleará y estos hijos de puta tendrán que tomar conciencia de que tienen la carcoma en los pies»
Alfredo “Alfa” Fernández continua su andadura solista con “El ocaso de los Cines Luna”, un nuevo epé en el que sigue trabajando la fórmula de repartir sus canciones en pequeñas dosis que poco a poco van dando lugar a una obra más que interesante.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Fotos: AMANDA TIJERAS.
Realmente, lo mejor de Alfa está llegando ahora. Sus dos primeros epés fueron correctos pero ha sido con “Autorretrato de un hombre invisible” y con el reciente “El ocaso de los Cines Luna” que ha vuelto a firmar canciones redondas, de esas a las que nos tenía acostumbrados como miembro de Buenas Noches Rose y Le Punk. El músico ha renacido y su inspiración lo ha hecho con él. Sin duda, un tema interesante a tratar con él aunque también comentamos la insatisfacción, la satisfacción, a Bowie y Lou Reed.
Llevas un tiempo editando epés. ¿Cuál es el plan?
La idea es seguir editando en este formato durante los próximos años. Conseguir un pulso de publicación de un epé cada cinco meses, cada uno de ellos con cuatro o cinco canciones… Estoy buscando otra forma de difusión distinta, mi propia propuesta al cambio de los tiempos.
Con el público hay que medir bien. No saturarles de material y a la vez tenerlos satisfechos.
La cuestión es precisamente esa. La llegada de la era digital está cambiando la mentalidad de consumo, pero desde mi punto de vista aún no se ha llegado a una formula común. Supongo que la rigidez de la industria, la transformación de los medios de comunicación y el cambio de mentalidad en el consumo son las incógnitas de la ecuación. Mi manera de publicar es un ensayo, un intento de crear mi propia forma de hacerlo.
En “El ocaso de los Cines Luna” se encuentra ‘La Distancia’, una canción que me mostraste en maqueta hace casi dos años. Me sorprendía que no le dieras salida en ninguno de tus epés.
La dejé macerando un par de añitos.
Incluso como maqueta, me sonaba a balada clásica, los arreglos estaban clarísimos, en plan ‘Five years’ de Bowie.
Ziggy es muy importante para mí.
Pues fíjate que al margen de esta canción nunca te he hecho yo fan de “The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars”.
Creo que ‘Rock and roll suicide’ es mi canción preferida de todos los tiempos… Aunque te estoy diciendo esto y estoy pensado en ‘Lady Stardust’. Es un disco tremendo.
Bowie es un nombre grande. ¿A qué autores te sientes próximo?
Sucede que me suelo enganchar a tramos en las carreras de la gente y no al personaje en sí. Lo que más escucho es la música hecha a principios de los setenta, los Stones de Mick Taylor, el Bowie de Mick Ronson, el Elton John de “Madman across the water”, los Zep de “Physical graffiti”, el Dylan de “Desire”.
Qué calor desprendían esas producciones setenteras, ¿verdad? Aunque yo paso de nostalgia, Duran Duran me parecen la hostia.
Supongo que fue una de las épocas de esplendor de la música popular. Se juntaron muchas cosas, la fascinación del hombre por la llegada a la Luna, la primera crisis provocada del capital, la toma de conciencia de que en realidad las expectativas de igualdad y libertad no se conseguirían nunca… Los setenta empezaron con canciones que hablaban de viajes estelares y acabaron con los Sex Pistols, fue toda una mutación en la mentalidad occidental, eso se plasmó en la música y en las pelis. Duran Duran molan, pero menos.
Hace poco que ha fallecido Lou Reed. No sé si estabas muy metido en él. No me refiero a The Velvet Underground, sino a su trayectoria solista.
“Transformer”, de Lou.
Ese disco es muy especial. No has dudado en citarlo. ¿Qué es lo que más te atrae de él?
Es un disco inspiradísimo en la composición, y luego está la mano de Bowie en el sonido.
Cuéntame qué hay dentro de “El ocaso de los Cines Luna”. En algún momento has hablado de nostalgia.
Es un ingrediente de la pócima. Es imposible no sentirla en un momento como este, en el que cambia todo tan rápido… La nostalgia es el resultado de la toma de conciencia, cuando uno se da cuenta de dónde está inevitablemente echa de menos cosas que quedaron atrás.
Yo no estoy tan seguro de que el mundo cambie. Creo que somos nosotros los que nos hacemos mayores.
Puede ser… Pero no puedo evitar sentirme atenazado por cosas que hoy son cotidianas y necesarias, como por ejemplo el teléfono móvil, estar todo el puto día localizable, vigilado. Yo no tuve uno hasta los 25 años, ahora pienso que fui un adolescente libre.
Bueno, uno siempre puede dejar el teléfono en casa. Nadie obliga a nadie a llevar un móvil.
Sí, pero se enfadaría mi madre, mis hermanas, mis amigos, la gente que trabaja conmigo… Esa guerra ya está perdida.
Es evidente que eres un músico con conciencia social.
Creo que la hubiese tenido aunque no hubiese sido músico, es algo educacional. En mi casa se hablaba de política casi en cada sobremesa.
Yo creo que hemos llegado a un momento en el que no hay que hablar ni de política, sino de sentido común. Claro, que cada uno tiene un sentido común distinto.
De verdad creo que estamos inmersos en una revolución, no que sucederá, creo que está sucediendo ahora, la cuestión política es solo una parte pequeña del cambio. Pronto la masa descubrirá que es más revolucionario orientar el consumo que militar en tal o cual movimiento político, así que este cambio ha de empezar por cada uno de nosotros. Un día, pronto, un millón de personas decidirán hacer un boicot a tal o cual sector, dejar de comprar tal o cual cosa, entonces el poder se tambaleará y estos hijos de puta tendrán que tomar conciencia de que tienen la carcoma en los pies. Ese día se materializará algo, será el análogo a la toma de la Bastilla, entonces no tendrán más cojones que recuperar el sentido común.
Realmente, pienso que con “El oficio más viejo del mundo”, tu anterior epé, algo empezó a cambiar. Te rencontraste contigo mismo.
Creo que se descongeló una parte de mí, algo que está invernando, un individualismo feroz, una necesidad de no dar explicaciones, de no cargar con nadie, una voracidad artística que durante muchos años tuve que sujetar para no desestabilizar mi entorno emocional. Nunca más voy a renunciar a esto.
¿A qué renunciaste exactamente?
A mi propio pulso creativo, a imponer mi propio pulso creativo, a disfrutar de él…
Ahora publicas también tu primera novela, “La cumbia cimarrona”.
Sí. Esto me hace especial ilusión. No significa mucho más que otro pasito, pero me alegra mucho haber sido capaz de hacer que alguien se interesase por esa faceta. Desde crío he sido un devorador de libros y desde hace cinco años, aproximadamente, escribo regularmente, no sé si para matar demonios o alimentarlos. La literatura es una de las cosas que más me divierte de la vida.
Al final todo se limita a entretenerse. ¿Ves? La política no es tan importante.
La política es la forma de expresión colectiva por excelencia para los occidentales, está hecha de tradición, de filosofía, de religión, de cultura, hasta las formas de manifestación del amor tienen que ver con ella. Los partidos políticos, las estructuras de gobierno, todas esas cosas son solo herramientas, cuando dejan de funcionar se cambian, o se tiran, o se arreglan. Pero el día a día es política y, además, puede ser divertida.
Actualmente, ¿es complicado para un músico mantener una base de fans?
Es complicado que alguien decida mantener la lupa sobre ti demasiado tiempo. Pasan tantas cosas, hay tanta gente haciendo tantas cosas… Supongo que el truco es retrasmitir en una longitud de onda y conectar poco a poco con la gente que está en tu registro.
Ahora mismo, a cualquiera que quiera empezar a escucharte le diría que empezara con ‘La distancia’ y ‘Euterpe’, la primera de tu nuevo epé y la segunda del anterior. Creo que son de lo mejor que has hecho jamás.
Muchas gracias, me seguiré esforzando para crecer con las canciones y que ellas crezcan conmigo, ya tengo lo que necesito, un puñado de gente que quiere escucharlas.
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Desde aquí puedes acceder a la web de Alfa.