Alfa: Crónicas en forma de canción

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“Las canciones son crónicas de lo que me pasa por la cabeza, de mis estados mentales, filosóficos… En vez de currarse un escenario perfecto, coges una Polaroid y haces que sea bonito”

 

Anárquico pero con autodisciplina. Así se presenta Alfredo Fernández, Alfa, alejado de las reglas que maneja la industria y entregado a las suyas propias, entre las que se ha comprometido a sacar una trilogía de epés para los que va confeccionando canciones y grabándolas a tiempo real. Nada de esperas, nada de enfriar el genio creativo. Dice que ponerse plazos le va bien, y detrás de cada nueva entrega, un concierto en Madrid. Este viernes pasa por la sala Galileo Galilei para presentar “Santa Cecilia y el diablo’, pero sobre todo para conectar con el público, porque lo importante es lo que sucede en el escenario. Mientras llega la fecha, lidia con medios y periodistas, a los que nos ha enviado una simpática nota sobre la gira en la que no disecciona las canciones, recurre a la vida. Nos encontramos con él en un café del madrileño barrio de Chamberí, a media tarde, la misma semana que termina los ensayos para su próximo directo.

 

 

Texto: ARANCHA MORENO.

 

 

Acabas de publicar ‘Santa Cecilia y el diablo’, la segunda parte de una trilogía de epés. ¿Cómo lo has planteado?
Había una parte de planificación, de la estructura, pero lo que más mola es hacer una canción ahora para grabarla en un mes, poder tomarle el pulso a las cosas que te pasan en ese momento para que te motiven para escribir. No es 100% periodístico, de seguir lo que está sucediendo, pero me parece lo más interesante. A nivel artístico te fuerza a trabajar más y a organizarte más trabajando. Tiene que ver con los pulsos internos, pensé que me venía bien ponerme una disciplina a mí mismo. Puedes hablar y decir en un tema que en la plaza “solo hay votantes de Podemos”, puedes decirlo si lo estás escribiendo ahora, no si cantas cosas que te picaban hace año y medio o dos. No sólo en las letras, también en lo que tocas. El otro día me decía un compañero tuyo que si era presa de la generación de “Star Wars”, por eso de hacer una trilogía… También te posibilita dar la murga en las redes sociales, alguien que tiene un presupuesto humilde como yo es donde hace la mayor parte de la promo. Cosas serias, no fotos de “paseando el perro” o “aquí, con mi primo”. Que tengan contenido.

Así que te mueve la inmediatez, que no pierda el sentido que tenías al componerlo.
No sé si es algo personal, creo que tiene que ver con la era tecnológica, todo nace y envejece muy rápido. La gente se pega unos curros tremendos y al mes y medio no se acuerda nadie. La revolución no sólo tiene que ver con la comunicación, también con las capacidades técnicas para grabar. Todo eso ha hecho que se dinamice muchísimo, al final influye en la manera de pensar y de ver la vida, estamos conectados a la misma red y todos nos reímos a la vez con el vídeo del gato que se cae. Estamos sometidos a unos estímulos de la hostia. Aunque no sé si merece la pena cogerle el pulso a las cosas continuamente. Estas canciones son crónicas de lo que me pasa por la cabeza, de mis estados mentales, filosóficos… mola utilizarlo para eso. En vez de currarse un escenario perfecto, coges una Polaroid y hacer que sea bonito.

Pero una buena Polaroid.
Te lo digo al pelo, aunque nunca he cogido ninguna. Supongo que tendrá sus parámetros, más allá del momento, pero bueno. Me gustaría pensar que están curradas, pero estas canciones son Polaroid, no pienso en llegar más allá que en retratar el momento.

Tú siempre le has dado mucha importancia a la forma de grabar, de hecho has experimentado con ella en otros discos, buscando un sonido antiguo, incluso. En el EP Santa Cecilia también se puede comprobar.
Es el sexto EP que hacemos, y desde el segundo el equipo de trabajo se ha ido perfilando, desde ‘Destierro en San Dimas’ hasta ahora el equipo es el mismo. Vas cogiendo el pulso a los músicos con los que trabajas y al estudio. Lo hemos grabado en Asturias, en ACME, lo regenta Miguel Herrero, el productor, un tío con síndrome de Diógenes con los instrumentos, persigue unos órganos alucinantes, los arregla él… Pero aparte de tener una maquinaria alucinante es muy buen músico, es súper buen batería, en el disco graba las baterías, bajos y los órganos. Yo sólo grabo las guitarras, el resto lo hace él y si no buscamos a alguien más.

O sea, que Miguel es tu banda.
En estos últimos sí. El anterior fue más guitarrero, en este hay más pianos eléctricos. Tampoco hay una direccionalidad en todo lo que hago, más que el asunto de vivirlo con la mayor pasión posible, divirtiéndome lo más posible y aprendiendo. Cojo las cosas según me apetece.

Hace algún tiempo le dijiste a nuestro compañero Juanjo Ordás que conectas más con discos puntuales de artistas que con los músicos en sí. ¿Qué escuchabas mientras trabajabas en este disco?
La verdad es que he estado bastante influenciado por My Morning Jacket, el disco “Circuital” me alucinó. No creo que tenga mucho que ver sónicamente, salvo el tratamiento de las voces. Me fascinaron las canciones de los tíos. Empecé a escuchar cosas como Ryan Bingham, el disco “Junky Star”. Se nota que el tipo estaba pasando por una época fascinada. Estaba en una época un poco tóxica, las canciones hablan de ese tipo de cosas, y en el siguiente se enamora, y en este tercer disco se nota que está muy bien con su mujer, pero de repente el mensaje deja de interesarme, deja de sintonizar en una inquietud básica, que tiene más que ver con lo que subyace en ellas que en un verso concreto, tiene más que ver más con la atmósfera. Me pasa con todo. Yo soy muy fan de Bowie de tres discos, y muy fan de tres discos de Elton John, pero no conozco a nadie que tenga una carrera continua que me haya encantado. Me gustan mucho los ACDC, pero no puedo llegar al nivel de fanatismo que puedo llegar con “Tumbleweed Connection” de Elton John. Entre mis bandas de cabecera están ACDC, los Ramones y los Rolling Stones, aunque a partir del 82 hay diez años que me parecen insoportables. Pero las cosas que me hacen vibrar de verdad tienen que ver con momentos puntuales. Supongo que tiene algo en contra de mis propios intereses.

¿Y no conectas con músicos o grupos por su forma de hacer las cosas, te guste más o menos uno de sus discos?
Sí, Ben Harper es un caso de esos. A veces atina más, otras menos, pero siempre me gusta, es cierto.

Al fin y al cabo, es una manera de identificarte con un artista. Todos pasamos por varias etapas, aunque en este momento conectes más con una determinada.
Es verdad, cuando hablamos de estos monstruos estamos hablando de muchos años de historia. El mundo ha cambiado mucho. Elton John es un ejemplo, hace unas canciones fantásticas, y llega un tío e inventa el sintetizador, y 20 años después suenan espantosos. En el caso de grandes pianistas como él o Steve Wonder, su carrera hasta los 90 es horrible porque está condicionada por ese sonido. Ben Harper es un tipo más de nuestro tiempo, no está tan sometido a esas idas y venidas de la tecnología. A lo mejor esta especie de estancamiento va a generar este tipo de músicos con una continuidad más artística y puedes fijarte en la manera de afrontar los problemas y las alegrías de ese artista. Me gusta esa reflexión, me gustaría ser así.

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Tú también habrás pasado por muchas etapas como artista. ¿Te reconoces en todas?
Sí, tenía alguna vergüenza en algunas letras de Buenas Noches Rose. Me reconozco, en las partes que no me gustan también. Siempre he sido honesto con eso. Hay principios fundamentales en los que no voy a cambiar, en el resto sí, porque el mundo cambia a tu alrededor. Por circunstancias de la vida nunca he llegado a tener un éxito tan rotundo como para agarrarme a él y no cambiar nunca, así que no he tenido más remedio que hacerlo, y a la larga me ha venido bien. El resto lo hace el tiempo. La mayoría de la gente suele madurar para bien, si te quitas algunas cosas feas de cuando eres joven.

Y las adversidades te hacen crecer.
En la vida todo te hace crecer, las adversidades no te dejan otro remedio: o creces o te agostas. Después de una desgracia grande no tienes otra opción.

¿Por qué te has animado a hacer la versión de Barón Rojo ‘Concierto para ellos’?
Ésta tiene un especial sentido para mi, juvenil. Escuché a Barón Rojo con once o doce años, y esta canción me fascinaba porque hablaba de muertos del rock que no conocía. Sabía quién era Lennon y quién era Hendrix, pero el resto no sabía quiénes eran. Me di cuenta de que era una especie de himno fúnebre para los muertos del rock, investigué quiénes eran esos tíos, quería saber dónde podía conseguir un disco. Entonces no se podían conseguir los discos. Tenía unos vecinos argentinos, el padre vino huyendo de la dictadura de Videla y era manager de grupos de rock allí, y ellos tenían discos de Hendrix, de Janis Joplin… Mi familia era la típica española, gente que viene del medio rural a currar a la ciudad. La cuestión es que la canción fue importantísima para mí. A veces toco una canción de Serrat como si fuera country rock, para forzar. Así salió un día. Aunque a veces escucho letras de Barón Rojo o de Obús de aquella época y me da vergüenza, como me pasa con las mías. Pero es normal, son hijos de su tiempo.

En este disco me han gustado y sorprendido las trompetas.
Claro, en Le Punk trabajamos mucho con vientos, en la última época había una sección, que es guay pero te condiciona mucho. Pero me parecía que venían a huevo, sobre todo en ‘Mimi’. El otro arreglo de ‘Carnaval y Ramadán’ no estaba claro. Pero Miguel, que sobre todo es trompetista, sacó una trompeta súper grave y grandísima, un fiscorno, le dio un rollo de marcialidad al tema y sonaba mucho mejor. Lo hicimos sin banda. Molan los vientos.

Veo que no vas con todo cerrado al estudio, dejas puertas abiertas.
Hay cosas que tienes muy claras y cosas que no. Si trabajas con alguien que te gusta y en el que confías, le dejo que lo haga y le escucho. En un alto porcentaje de las veces suena guay.

¿Cómo vas a extrapolar todo eso al directo de este viernes 6 de marzo, en la sala Galileo Galilei de Madrid?
Si no tienes una trompeta, lo haces con los instrumentos que tienes. Todavía estamos a vueltas con eso en los ensayos antes del concierto.

¿Quiénes te acompañan?
Pablo Galiano a la guitarra acústica, Joe Eceiza y Dani, mis compañeros en Le Punk, y un batería nuevo, Íñigo Iribarne. Ellos cuatro juntos tienen una banda que se dedica a hacer jam sessions. Era guay tener un interlocutor que sea la banda, son amigos de toda la vida, hemos tocado muchos años juntos y la comunicación es buena. El 5 de junio presentaremos el siguiente. Tampoco puedo salir mucho fuera de Madrid, las cosas están difíciles para meter gente. Hay que capear el temporal, tocando lo más que puedas pero siendo poco suicida. Te puedes quemar mucho si tocas para tres o cuatro personas.

También cambia la actitud de un músico en un escenario: no es lo mismo tocar con 20 años que con 40.
Claro. No es verdad eso de cuantos más mejor, no, hay que hacer las cosas bien. Llevarme a la gente por ahí…son camaradas, podría liarles para tocar en Oviedo, pero no sé cómo estaría la cosa. Hace tiempo que no salgo a tocar por ahí, desde Le Punk. Entonces era una banda de nueve personas, carísima. Veo que la gente se va por ahí y se pega hostias como panes, ya se llame Rubén Pozo y meta a 50 personas en Valladolid. No quiero vivir eso, prefiero hacer Galileo cada cinco meses y que sea bonito.

¿Qué es lo que te motiva ahora para tocar?
Nunca me pongo mis discos, me da un poco de cosilla llegar a casa y ponerme un disco mío. A veces pones un disco antiguo, pero para hormonar. Al fin y al cabo, hago música para tocar en directo, que es donde realmente disfruto. Espero pasármelo bien, y entiendo que si es así, la gente de abajo lo verá de la misma manera. También espero ganar dinero para pagar a la gente que va conmigo, y ahorrar para comprarme algo chulo, una guitarra acústica bonita. Eso, y la comunicación directa. Si notas que la gente está disfrutando no tiene precio, sólo lo puedes conseguir con un volumen de público. Hoy por hoy sólo puedo conseguirlo aquí en Madrid.

Tú último trabajo lo has acompañado con una nota de prensa crítica con la industria, aunque no es el tema de estas canciones.
Sí, podría hacer una disección de lo que hago, pero como la nota de prensa es algo que se tiene que hacer, vamos a utilizarla para hablar de cosas que tengan algo de mejunje. Muchas veces las canciones no puedes explicarlas. Hay bastantes motivos para despotricar, y he decidido que voy a hacerlo en las notas de prensa. En este disco es una descarga. A la gente le da palo firmar cosas así, decirle al tío de Joy Eslava que es un ladrón, porque luego vas a ir a tocar allí. La gente está en la miseria, y por no desafiar lo más mínimo a alguien, no dice nada. A mí me da igual no volver a tocar nunca más en una discoteca, tendré que preocuparme más en la situación que estoy ahora. Estoy en ese plan. La vida de un músico es mucho de encaje, pero a veces hay que sacar el puño y pegar. La gente que nos gobierna son unos zotes, pero no son tontos. De la misma manera que dejan entrar a un chaval a una plaza de toros para que le gusten y se envenene, prohíben que entre a un concierto de rock con 16 años.

No les dejan que se envenenen por la música.
No, y ya está el entramado de la televisión, y el fútbol, para que se envenenen con otras cosas. Que no haya teatro ni espacios públicos donde no se pague el alquiler que se paga hace que el dinero vuele. Metes a 100 personas que se dejan 10 euros por ti en la puerta y 20 en la barra. Y de esos 30 euros te has llevado 2, el resto se lo ha llevado el IVA, la sala… qué te voy a contar.

¿Cuándo llegará el tercer EP, con nota de prensa política?
No sé, ¡a lo mejor hacemos un poema! Tendría que ser antes de las elecciones, molaría escribir sobre eso (ríe). No sé, estoy en un momento vital muy interesante.

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