Ahora, de Biznaga

Autor:

DISCOS

«Alguien tenía que decir todo esto y Biznaga lo hacen muy bien, directos y sin metáforas»

 

Biznaga
Ahora
MONTGRÍ, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Fue hace exactamente catorce años. Unos malagueños que residían en Madrid y que se conocieron por mediación de un paisano descubren que coinciden en afinidades musicales. Álvaro García y Jorge Navarro, por esas casualidades del destino, dieron entonces forma a uno de los grupos que más alegrías han dado al pop español en este nuevo milenio.

Con nombre floral —la biznaga es un ramillete de jazmines en forma de bola que se vende en las calles de Málaga—, su música tiene las espinas del tallo más que la flor, tanto en la energía rabiosa de sus guitarras como en la dureza aguda de sus letras. En “Ocupar el AHORA” lanzan lo que quizá sea el eslogan de todo el disco: «Ganas de gritar». Es el objetivo que sostiene toda la arquitectura ética de su propuesta. Y el grito es de frustración por sentirse fuera de un sistema que tira a los jóvenes a contenedores de orgánico, un sistema que los arroja cuando no sirven a un reciclaje en el que todo está en su sitio. Así que ellos quieren empujar con la voz lo que existe para buscar algo nuevo. Eso es lo que proponen en “Imaginación política”, punk del primitivo arreglado con gusto, que repasa la situación de la sanidad y otros desastres de nuestro día a día con una guitarra tan cortante como las letras.

Las nueve canciones restantes adoptan estos mismos parámetros de contenido y música. En la que abre el disco, “El futuro sobre plano”, inician con un riff salvaje que dura medio minuto hasta que entra el grito y la cuestión política y social en primer plano: el problema de la vivienda, los especuladores, los fondos buitre y la dignidad que merece quien vaya a ocupar aunque solo sea una habitación, no un zulo. Unas temáticas a las que el grupo malagueño ya nos tenía acostumbrados, si acaso resueltas aquí de manera más panfletaria. Han perdido algo de capacidad lírica, pero se han crecido en la lucha.

De hecho, aparecen todos los temas en los que la sociedad no funciona del todo como debería. En “La gran renuncia” se alían una espléndida línea de bajo con una proclama contra la explotación laboral. Piden renunciar al estado de malestar y no vivir con el único objetivo de trabajar. También trata el mundo del trabajo y de la vivienda, aliados, frente a frente, “Espejos de caos”. Dos compañeros —o una pareja, en la canción no se detalla, aunque es lo de menos— que no se soportan pero han de seguir conviviendo juntos. Ambos tienen estudios amplios y trabajos miserables, y así no les llega el dinero para independizarse. Es, quizá, más moderada en sonido, pero desde luego más impactante.

La solución nos la ofrece la química. Hay dos canciones con título farmacéutico: “Benzodiasepinas” y “Lorazepam y plataformas”. La primera desarrolla la presencia de ese sedante que trata problemas psicológicos —el famoso Valium es uno de ellos—, o sea, la manera sintética de alejarse de la realidad. La segunda es una balada dedicada a una juventud en la hoguera del poscapitalismo, un retrato generacional con ideas ya sabidas, pero efectivas por la convicción y fuerza con que las asumen. Otra solución es la amistad. A ella se dedica “Las afinidades eléctricas”, un elogio del compañerismo de los ensayos, de la electricidad, de la pulsión que hay tras los instrumentos y que después se ve en los conciertos.

Hay alguna canción de espíritu más pop como “El entusiasmo”, un tema de amor que defiende el optimismo y la ilusión como mecanismo de revuelta, de disidencia. Por ello pide, como en la guerra, acción directa. “Requiem por un rider” se suaviza por esa voz femenina que cuenta, sin embargo, una historia terrible de un repartidor que es arrollado por una furgoneta.

Se nota en todo el disco verdadera rabia, agitprop para mantenerse unidos desde una instrumentación básica y una posición política. “Agenda 2030” es impresionante, con una batería espléndida, una voz verosímil y juegos de guitarras en segundo plano que sostienen la canción sin ser protagonistas. Alguien tenía que decir todo esto y Biznaga lo hacen muy bien, directos y sin metáforas.

Anterior crítica de discos: Acts of faith, de Sault.

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