Aerosmith: in memoriam

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La despedida escénica de Aerosmith lleva a Juanjo Ordás a realizar un recorrido crítico por la obra de una de las bandas más importantes del rock internacional. Aquí, sus quince mejores trabajos.

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Posiblemente Aerosmith, que en 2024 se han retirado definitivamente de los escenarios, sean la banda más legendaria de EE.UU. Fueron la respuesta estadounidense a los Stones y a Zeppelin, trabajando una personalidad propia desde su primer disco. Pero cincuenta años de carrera dan para mucho, no es oro todo lo que reluce y en el barro hay diamantes. En este ranking garantizamos algunas sorpresas, viajando desde lo prescindible hasta lo más absolutamente fundamental. ¿Usted quiere saber sobre Aerosmith? Lea.

 

15. Music from another dimension! (2012)

Que el disco más prescindible del grupo sea el último grabado hasta la fecha, habla alto y claro del declive de Aerosmith como creadores de canciones. Music from another dimension! no es un mal trabajo, pero tampoco bueno. Es simplemente anodino y tiene poquito alma. Volvieron a emplear a Jack Douglas, productor de algunos de sus trabajos más memorables, pero eso no significó que el material estuviera a la altura. El comienzo con “LUV XXX” suena a ratos a Stone Temple Pilots pero está bien, “Oh yeah” destaca pero se nota que originalmente estaba pensada para que la cantara el guitarrista Joe Perry, y de las demás solo resulta llamativa “Freedom fighter”, esta sí con Perry a la voz. ¿El resto? Tibias, muy tibias.

 

14. Just push play (2001)

Si Just push play se coloca un puesto por encima de Music from another dimension! es porque contiene “Beyond beautiful” y “Jaded”, la primera en plan Led Zeppelin y la segunda bordeando el pop, ambas excelentes. Music from another dimension! no tiene nada que se acerque a ellas, aunque el resto de Just push play es igual de flojo. La colaboración con el songwrtiter (aquí también productor) Marti Frederiksen funcionó a las mil maravillas en el álbum Nine lives, pero aquí descarriló. Más allá de las dos anteriores y quizá de las simplemente entretenidas “Just push play” y “Light inside”, poco hay que rascar, con las forzadas baladas “Fly away from here” y “Luv lies” a la cabeza de la debacle.

 

13. Get your wings (1974)

Los duchos en Aerosmith se sorprenderán de ver Get your wings tan bajo en la lista, pero hay una razón: Steve Hunter y Dick Wagner (anteriormente empleados por Lou Reed y Alice Cooper) tocan las guitarras en “Train kept a rollin’” (versión de Tiny Bradshaw), así como en “S.O.S (Too bad)” y “Same old song and dance” respectivamente. ¿El problema? Que son clásicos de Aerosmith en los que comen el protagonismo a Joe Perry y Brad Withford, los dos guitarristas del grupo. Un sinsentido por parte del productor Jack Douglas, pues tanto Perry como Withford eran más que capaces de ejecutar las tres canciones. Afortunadamente, es la banda al completo la que hace “Seasons of wither”, medio tiempo otoñal y melancólico que se encuentra entre lo mejor de la banda, con un Steven Tyler que ya está formado como pirotécnico cantante.

 

12. Night in the ruts (1979)

Mala época. El grupo está en descomposición, viviendo el exceso tras haber tocado el cielo con álbumes superventas y conciertos masivos. Joe Perry abandona el grupo tras un choque con Steven Tyler cuando la grabación de Night in the ruts aún no ha concluido, aunque le ha dado tiempo de registrar guitarras en buena parte del material que lo formará. Para complementar las pistas son varios los guitarristas que echan una mano, pero será Jimmy Crespo quien se haga con el puesto oficial. Tres versiones en un disco de nueve canciones son excesivas, pero “Remember (walking in the sand)” de las Shangri-Las es gloria bendita. Respecto a las originales, “No surprize” es un semiclásico en toda regla y la emotiva “Mia” sube el nivel justo al final. En cualquier caso y pese a las circunstancias, Night in the ruts es un buen disco.

 

11. Honkin’ on bobo (2004)

Se habló durante tanto tiempo sobre un posible disco de versiones de blues de Aerosmith que cuando Honkin’ on bobo finalmente llegó pareció decepcionar. Lo cierto es que es un muy buen trabajo también perjudicado tras la estela del decepcionante Just push play. Aerosmith volvieron a trabajar con el productor Jack Douglas en el estudio por primera vez desde los setenta y la calidez se aprecia. Y es que poca pega se le puede poner a un disco que contiene una revisión tan valiente de “You gotta move”, unas “Road runner” y “Baby, please don’t go” que parecen hechas a medida del burlesco Tyler y una “Back back train” con el sombrío Perry al mando. El resto no se queda atrás. ¿Cómo dejarse ese “Never loved a man (the way I love you)” de Aretha Frankling transformada en “Never loved a girl”?

 

10. Draw the line (1977)

A punto de perder parcialmente sus superpoderes, tras sus dos álbumes más clásicos publicaron Draw the line, que no cae más en la lista gracias a cuatro bombas: “I wanna know why”, “Bright light fright”, “Kings and queens” y “Sight for sore eyes”. Canciones que nunca serán fundamentales en su repertorio pero que habrían merecido más atención. De hecho, “Kings and queens” se incluiría en el disco de grandes éxitos Greatest hits (1980). Si las hubieran acompañado de otros tantas a ese nivel estaríamos ante un álbum clásico, pero lo dicho, no fue el caso y Aerosmith ya se estaban desgastando a la velocidad de luz.

 

9. Done with mirrors (1985)

También habrá quien se sorprenda al encontrar Done with mirrors en esta posición y no más abajo, pero hay que borrar su estigma. Los Aerosmith originales se recomponen con Joe Perry y Brad Withford de nuevo en sus filas tras años fuera. Firman un contrato con la discográfica Geffen y entran a grabar con el productor Ted Templeman (habitual de Van Halen). Todo huele a resurrección, aunque Done with mirrors no es tan explosivo como cupiera esperarse, más por el enfoque que por las canciones. Templeman no le coge el punto al grupo y las interpretaciones no son las mejores. Sin embargo, las olvidadas “My fist your face”, “She’s on fire”, “The reason a dog” y “Darkness” son muy buenas canciones. Mejor le va a “Let the music do the talking”, original de Joe Perry en solitario, que es regrabada y adoptada como nuevo clásico.

 

8. Rock in a hard place (1982)

El disco en el que Joe Perry no está y tras el que Brad Withford abandonará la banda, sustituido por el alocado y enigmático Rick Duffay. El disco de un Steven Tyler más allá de la drogodependencia y casi de la funcionalidad. El disco en el que las únicas anclas son el bajista Tom Hamilton y el batería Joey Kramer. El disco que, contra todo pronóstico, es sensacional. ¿Cómo lo hicieron? Magia, supongo. Pero en el olvidado Rock in a hard place no sobra nada. “Jailbait” es extrema, “Lightning strikes” un golpe marcial rockero y “Joanie’s butterfly” lo más cerca que nunca han estado de Led Zeppelin. Nota alta para todo el disco, cualquier canción podría intercalarse en un grandes éxitos hits de la banda sin desentonar. Sin embargo, la ausencia de Perry ha provocado que cada vez se tenga menos en cuenta esta etapa.

 

7. Get a grip (1993)

Programado para ser un éxito brutal, Get a grip casi muere en el camino. Con el grupo desintoxicado desde hacía dos álbumes y con las masas de su lado, Geffen no iba a permitir que nada se enfriara. El sello evitó que el disco se editara hasta que su atractivo comercial fuera máximo, pero sus excelentes dos primeros singles “Livin’ on the edge” y “Eat the rich” no cosechan el éxito esperado y casi matan al álbum. Es “Cryin’”, balada de dejes blues y country, la que como tercer sencillo hace de Get a grip un éxito monumental con el apoyo en un impactante videoclip protagonizado por Alicia Silverstone. La jugada se entiende y se da continuidad a la racha con “Amazing” y “Crazy”, otras dos lentas. Get a grip marcó a una generación no solo por sus singles, sino también por el rock grasiento de “Get a grip”, “Fever” y “Walk on down” (con Perry a la voz).

 

6. Aerosmith (1973)

Un debut que contiene “Dream on” y “Mama kin” debe cotizar al alza forzosamente. Aerosmith cuajaron dos de sus canciones más emblemáticas en su primera referencia y se convirieron en dos piezas que no podían faltar en sus conciertos. “Dream on” conquistó las listas y nadie puede negar que se trata de la gran balada rockera estadounidense por excelencia. Sus guitarras barrocas y el éxtasis vocal que alcanza Tyler hacen de ella algo memorable. Pero había más y el resto consolida el debut. Nada malo se puede decir de “Write me a letter”, “Somebody” y “One way street”, aunque acabarán siendo abandonadas en sucesivos años cuando el repertorio crezca, saltando a la palestra de muy cuando en cuando. En cualquier caso, desde el principio Aerosmith metieron en la batidora a Zeppelin, Stones y James Brown y les salió bien.

 

5. Permanent vacation (1987)

El álbum con el que la banda capta una nueva audiencia masiva después de una desintoxicación seria. El productor Bruce Fairbairn viene de hacer el superventas Slippery when wet de Bon Jovi y aplica el molde a Aerosmith. Sonido pulcro, muy buenas interpretaciones y arreglos de viento. El pack incluye colaboraciones con songwriters externos como Desmond Child (fresco de trabajar con Bon Jovi) y Jim Vallance (habitual de Bryan Adams). “Dude (looks like a lady)” y “Rag doll” son números rockeros vistosamente arreglados y vendibles, y la balada “Angel” resulta ideal para el público femenino y chicos duros de corazón blando. Todas acompañadas por videoclips dirigidos a una MTV que el año anterior ya había presentado a Tyler y a Perry ante las nuevas generaciones gracias a su colaboración en una versión de “Walk this way” de los raperos Run DMC. Es indudable que Aerosmith han necesitado ayuda para reformularse, pero pese a todo Permanent vacation conserva su carácter y señas de identidad.

 

4. Nine lives (1997)

Aerosmith entran en crisis. Glen Ballard (muy de moda por su trabajo con Alanis Morrisett) les produce un disco en el que Steve Ferrone sustituye al batería Joey Kramer que está de baja por depresión y despiden a Tim Collins, mánager parcialmente responsable de su resurgimiento a finales de los ochenta. Finalmente Kramer retorna, el disco se desecha y graban Nine lives con Kevin Shirley como nuevo productor, y los songwriters ajenos se mantienen como colaboradores, desde ya probados como Desmond Child y Mark Hudson hasta el nuevo Marti Frederiksen. El resultado es un disco atemporal con hits como “Falling in love (is hard on the knees)”, la balada “Hole in my soul” y la encantadoramente campestre “Pink”, bombazos pesados de la categoría de “Taste of India” o la agónica “The farm” y piezas adrenalínicas como “Crash”, “Something’s gotta give” y “Nine lives”. Aunque la joya de la corona probablemente sea “Ain’t that a bitch”, un rhythm and blues contemporáneo con metales y aroma de cine negro. Nine lives vende bien aunque por debajo de Get a grip, y ninguno de sus singles llega al número uno, algo que al año siguiente remedian con “I don’t want to miss a thing”, escrita por Diane Warren y perteneciente a la banda sonora de la película Armageddon, con la que rompen el techo y alcanzan un éxito estratosférico. ¿Qué tenía “I don’t want to miss a thing” que no tuviera “Hole in my soul”? Nunca lo sabremos.

 

3. Pump (1989)

Seguir la exitosa estela de Pemanent vacation no debió ser fácil, pero Aerosmith lo consiguieron con Pump. Mismo productor, mismos estudios pero con la banda reduciendo el número de colaboradores ajenos a la hora de escribir canciones. Mantienen a Jim Vallance y Desmond Child, que colaboran en la composición de las estupendas “The other side” y “What it takes”, respectivamente, pero la mítica “Love in an elevator” y la sórdida “Janie’s got a gun” se confeccionan dentro de la casa, formando junto a las anteriores el cuarteto más conocido del álbum. Tampoco olvidemos “Monkey on my back” ni la oscura “Voodoo medicine man”. Pump es más agresivo que Pemanent vacation, pero igual de melódico, siendo precisamente por eso más llamativo y también más homogéneo que Get a grip, formando con ambos la trilogía de la resurrección.

 

2. Rocks (1976)

Retorno a los setenta para encabezar las dos primeras posiciones de la lista. “Back in the saddle” inicia Rocks con groove y “You see me crying” finaliza como una nueva balada ante la que arrodillarse. Entre ellas, las voces de Perry y Tyler armonizan en la narcótica “Combination”, tan amenazante como el cuasi heavy metal de la literalmente apocalíptica “Nobody’s fault” y también está “Last child”, que siempre será el gran momento de Brad Withford —habitualmente a la sombra de Joe Perry—, pariendo riffs cien por cien Aerosmith para que Tyler fantasee sobre su infancia. La decadencia de “Rats in the cellar” y “Get the lead out” dará a luz a Motley Crue y Guns n’ Roses en el futuro próximo, con “Sick as a dog” siendo una buena risotada y “Lick and a promise” una vacilada sobre chulos con ritmo y hasta un punto melancólico.

 

1. Toys in the attic (1975)

Rocks y Toys in the attic siempre pelearán por la primera posición, pero Toys in the attic es el primer disco sin fisuras de Aerosmith. Como iban a superbalada por álbum, aquí la encargada de hacer check es la tremenda “You see me crying”, de la que beberán en un futuro lejano “Amazing” y “Hole in my soul”. Obviamente, todo en Toys in the attic es perfecto, podemos tomarnos la versión de “Big ten inch record” como entremés, pero las demás son responsables de establecer la mitología musical y lírica de la banda. Tenemos a Joey Kramer y Tom Hamilton crecidos en “Sweet emotion”, a Perry y Withford jugando en “Walk this way”, a Tyler como gato en celo en “Adam’s apple”. En resumen, Toys in the attic documenta a una banda colaborando. La oscuridad también está presente en el durísimo blues de “Round and round” y en la psicótica “Uncle salty”, aunque, por supuesto, llevan su visión del rock básico a otro nivel con la propia “Toys in the attic” y “No more no more”. Inmejorable.

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