«Dolían sus himnos pasionales, carnales y arrebatadores con su punto festero y títulos explícitos»
Homenajeamos a María Jiménez, fallecida ayer, 7 de septiembre, con estas líneas de Luis García Gil en las que repasa su personalidad musical y sus emblemas.
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
Antes que María Jiménez fue La Gitanilla en un remoto single. Traía ya la fiebre de los tablaos, un Madrid recorrido, los vientos impetuosos del flamenco y el destape emocional. Con el franquismo finiquitado, pero aún latente, surgió como ardiente ráfaga, seísmo musical, puro torbellino. De alguna manera, María Jiménez traía consigo los suspiros de un tiempo nuevo, de una Andalucía renaciente.
En ella lo andaluz resonaba, pero no como estereotipo. Lo suyo era catártico, desde su primer disco grabado en 1976, apadrinada por Gonzalo García Pelayo, dentro del histórico sello Gong. Lo mismo se adueñaba en esos años tempranos de “Te doy una canción” de Silvio Rodríguez que, mucho años más tarde con el nuevo siglo, del repertorio de Sabina, universo canalla que se prestaba muy bien a su estilo como demostró en ese disco sabinero titulado Donde más duele.
Y claro que dolían sus himnos pasionales, carnales y arrebatadores con su punto festero y títulos explícitos: “Al alba rompí cadenas”, “Háblame en la cama”, “En la oscuridad” y, por supuesto, “Se acabó”, que derivó en himno feminista siendo María Jiménez una mujer de muchos golpes fieros en su vida y personalidad arrolladora.
Fue parte de un andalucismo sonoro que descolló en la transición entre el rock andaluz de Triana y la revolución cantada de Lole y Manuel. Derrochaba sensualidad y exceso, como en aquella foto del gran Pablo Juliá, tan icónica como ella misma.
Y daba igual que cantara por Paco Cepero que por Violeta Parra. María Jiménez era canción resplandeciente de noches llameantes. Trianera pura, más que sevillana, como se reconoce en sus memorias redactadas por María José Bosch, con el título de Calla canalla, publicadas por Plaza y Janés en 2002. Bordó la sevillana (“Aprieto fuerte mis manos”), pero fue siempre más bulería y sentimiento que se desborda en baladas torrenciales e inequívocas, verbigracia “De distinto modo”. Entre la pasión y el desgarro, con María Jiménez se va una forma de decir la canción de difícil parangón.