Adanowsky: Desenmascarando al personaje

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«En realidad yo quería ser Elvis Presley. A los quince años se murió mi hermano y el que lo remplazó fue Elvis Presley. Me obsesioné con el, veía todas sus películas, estudié todos sus movimientos… estaba obsesionado»

El Adanowsky, el hijo de Alejandro Jodorowsky, ya no es «El ídolo», en su segundo disco transmuta en «Amador», su nuevo personaje. ¿Está como una cabra, es un artista o un provocador? Charly Hernández trata de desentrañar el misterio.

 

Texto: CHARLY HERNÁNDEZ.

 

Adanowsky, el álter-ego de Adán Jodorowsky (hijo de Alejandro Jodorowsky) se reinventa de nuevo con “Amador”, segundo trabajo discográfico tras “El ídolo” (2008), disco anteriormente editado en idioma francés bajo el título de “Étoile éternelle” (2006). Ya se dejaba acompañar por la música cuando militaba en The Hellboys allá por el 1998 y se enmascaraba dentro del séptimo arte. Artista polifacético donde los haya, siempre con su aire trasgresor y aroma decadente a cada paso artístico, tras matar a “El ídolo”, resucita con el espíritu seductor de “Amador”, a la espera de un tercer y distinto personaje.

Empecemos hablando de los personajes. Primero “El ídolo”, ¿querías saber que se siente en la piel de alguien idolatrado?
En realidad yo quería ser Elvis Presley. A los quince años se murió mi hermano y el que lo remplazó fue Elvis Presley. Me obsesioné con el, veía todas sus películas, estudié todos sus movimientos… estaba obsesionado. Entonces creé el personaje de “El ídolo” por eso, quería brillar. Por aquella época no me importaba la calidad de las canciones. Sólo quería ser una estrella. Cuando saqué el disco empezó a gustar, aunque al principio fracasé cuando lo hice en Francia, porque salió en francés y a pesar de que yo pensaba que iba a ser un éxito, finalmente se quedó en nada. Me deprimí, se me bajaron los humos y de repente creí en mí, comencé a traducir el disco al español y llegué a España y Latinoamérica. Empezó a ir bien y me enfoqué más en la música que en el resultado, por lo que mi interés creció. Escuchaba mucha más música. Al final componer se convirtió más en una pasión que en un deber.

El sonido de ese primer trabajo es genuinamente setentero, muy cabaretero. Algo que tiene mucho que ver con la escena sofisticada francesa y la chanson.
Sí, totalmente. En Francia, la música comúnmente llamada “cool” es el cabaret, la decadencia, Gainsbourg… esa era la forma que tenía de hacer música. Yo tenía el cerebro limitado ya que no había viajado mucho. Hombre, había viajado pero no me quedaba mucho tiempo en los lugares a los que iba. Entonces, un día me dije a mi mismo que debería abrir mi mente, viajar más y visitar varios países; y me fui por toda Latinoamérica y es ahí donde realmente descubrí lo que era la vida y el mundo. Cambiaron mis influencias, escuchaba mucho a Bob Dylan y a Nick Drake, a los Fleet Foxes, que me fascinaron, incluso los vi en concierto y lloré. También Chavela Vargas y las rancheras mexicanas… toda esa música me inspiró. Y así llegó. Vi que podía hacer un disco que yo mismo quisiera comprar, dejar caer el sarcasmo y dejar caer también el personaje que ahora se parece mucho más a mí.

Hasta que llega un día en el que decides matar ese personaje sobre el escenario ya que no querías ni que te etiquetaran ni tampoco quedarte atrapado dentro de esa personalidad. Como Dylan cuando tocó por primera vez la guitarra eléctrica y los más puristas del folk le dieron la espalda.

Pero tuvo razón, aunque Dylan es Dylan. El artista tiene que cambiar, aunque por supuesto que la gente quiere que te quedes igual y quieren a su artista como era antes. Pero no puedes ser siempre el mismo y tampoco estar al servicio del público. ¡Es imposible! Ya hacía tiempo que estaba cantando como “El ídolo”, todos me dicen que ha sido un error cambiar de estilo, que iba a perder a mis seguidores y todo eso, pero ha sido al contrario. A pesar que no me esperaba el éxito que iba a tener este nuevo disco [“Amador”]. Ha sido una grata sorpresa.

Ya lo dejas claro en la primera canción de “Amador”, ‘Me siento solo’: “Me siento solo, abandonado, no deseado, quiero ser otro”. Incluso esta nueva máscara viene por la ruptura con una mujer.
Aunque la mujer de mi caso no era mala. Sólo que la historia se acabó y tenía ganas de hablar de eso. Por eso también decidí enfocar este nuevo personaje y su música en el amor, aunque sea un tema muy recurrente en la música. Leí mucha poesía y traté de mezclarla en el disco para desembocar en ese resultado. Pero gracias a esa ruptura salió lo que salió.

Cantas al amor de otra manera, como un poema de Neruda y sin caer en la cursilería. Vamos, ¿que no quieres que la gente que escuche tu disco se vuelva diabética?
Exactamente [risas]. Las canciones de amor que veo en la MTV, aunque es buena a veces, me hacen vomitar. Es que el pop comercial es para vender, es un producto y yo no hago productos. No hago arte para dar productos, si se puede vender, pues mejor. Pero cuando estoy creando no pienso en eso aunque también tengo que vivir de mi música. Entonces, si va bien, hago giras y todo eso, yo estoy feliz.

Buscando el lado sórdido del amor, incluso una visión desde el punto de vista «voyeur». Hablas de que México te inspiró mucho en ese sentido, el arrabal, las prostitutas y como algunos hombres sólo quieren mirarlas sin ir a más.

Sí. Me encanta mirar. Siempre voy a la calle Montera, es una de mis calles favoritas [risas]. A veces veo prostitutas guapas. Pero lo que francamente me produce risa es ver que están las prostitutas y los policías al lado. ¡Es como una burla! ¿Qué quiere decir eso? Me gustaría fotografiarlo. ¡Es un país totalmente corrupto! No es cierto que México sea el único ¡Madrid está corrupto, como todas las ciudades y países! Por eso yo no voto y es algo que asumo totalmente. Votar entre Hitler o Mussolini, no gracias. Y sí, puede ser irresponsable de mi parte, pero decido no vivir con la angustia tóxica de los políticos. No leo los diarios, no veo las noticias… estoy fuera del mundo, pero tampoco soy alguien inactivo porque doy mi música a la gente. Es transmitir algo positivo. Ahí todo lo que ves que tenga que ver con lo político es puramente negativo. Angustias, guerras… es totalmente primitivo. Yo decidí no intoxicarme. Muchos están en contra de eso pero a mí no me importa.

Veías llorar a tu madre mientras tocaba el piano hasta que un día decidiste coger el piano y enterrarlo para luego plantar un árbol y hacer crecer algo nuevo.

Sí. Mi abuelo materno abandonó a mi madre cuando ella tenía un año. Él tocaba el piano y la guitarra, además era boxeador. Entonces, cuando se fue, la única relación que tenía mi madre con él era tocando el piano y se ponía a llorar cada vez que lo tocaba. Ella nunca me lo decía, yo lo analicé con el tiempo pero tenía que deshacerme de ese piano, de la tristeza y del abandono. Y lo raro es que cuando hice mi estudio en el sótano, lo hice al lado de las raíces de ese árbol. Como alimentando ese árbol con la música. Creo que de esa manera saneé mi árbol genealógico.

Has grabado de forma vintage, con un equipo totalmente analógico.
Lo grabamos en mi estudio de París. Lo grabé con Rob [teclista de Phoenix], él se ponía detrás de la mesa. Yo tocaba con mis viejos sintetizadores y viejas guitarras porque la madera de la época no era la misma, había otro tipo de temperatura, por lo que suena diferente. Estaba buscando un sonido cálido. Mi idea para este disco, tal como se lo dije a Rob, era que fuera coherente desde el principio hasta el final, además de orgánico.

En ‘You are the one’ colabora Devendra Banhart, ¿cómo fue la gestación de esa canción?
Quería hacer una canción con Devendra porque tenía todos sus discos y me di cuenta que mi disco tenía similitudes con su música porque cantaba en español, por el folk… entonces me dije de hacer una canción con él. ¡Es perfecto para el disco! Le mandé demos para que las escuchara y tres semanas después me respondió diciendo que le encantaba. Me fui a Los Ángeles para grabar juntos en su casa, ya tenía la idea de cómo hacerlo. Me dijo de añadir un puente a la mitad de la canción con voces psicodélicas, voces que puse en un amplificador de órgano Leslie. Lo grabamos al lado de una chimenea para escuchar los crujidos de la madera, tomamos un bongo podrido que curiosamente estaba afinado exactamente igual. Quedó algo mágico. Lo grabamos con viejas cintas, micrófonos… Es la única canción que grabamos en Los Ángeles.

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