DISCOS
«Ocho canciones de esencia postpunk donde se respira una oscuridad envolvente y sugestiva»
Mausoleo
Absolución
DESORDEN SONORO Y FLEXIDISCOS, 2020
Texto: SARA MORALES.
Se estrena en largo el trío valenciano con un álbum de siniestra y turbia belleza. De realidad amarga supeditada a las cavernas de la condición humana, en un tiempo y un espacio que, últimamente, tampoco acompañan demasiado por sombríos. Y lo hacen con ocho canciones de esencia postpunk donde se respira una oscuridad envolvente y sugestiva que, sin embargo, permite que salgamos ilesos gracias a unas melodías tan brillantes como emocionales que juegan a enredarse en la cadencia inquietante, el halo progresivo y el ímpetu afilado.
La voz de Mausoleo, como no podía ser de otra manera, suena a barítono. Andrés Sanabria se pasea por el subsuelo de la conciencia con una lírica lacerante, que en ocasiones se despierta entre agudos de estribillo, pero siempre nos conduce hasta la opresión de unas atmósferas que han venido a contarnos y cantarnos lo que todos sabemos y pocos se atreven a reconocer. Mientras tanto, las cuerdas de la banda, con el propio Sanabria a la guitarra y Xus Arcas al bajo, se enredan con urgencia estrepitosa cuando toca, pero también con delicadeza slowcore en el momento preciso, al tiempo que Mikel Cabanes, a la batería, bombea el pulso de este corazón gris.
Deudores de la herencia que nos dejaron los últimos años de los setenta y los primeros de los ochenta, con ecos que nos transportan a la enigmática sonoridad de bandas foráneas como Joy Division, Wipers y Husker Dü o patrias como Décima Víctima y Derribos Arias, Mausoleo ya apuntaron maneras con su primer epé, Extraño, el año pasado. Ahora, esos esbozos ya se han convertido en certezas con las que seguir reclutando penitentes a su eucaristía.
Absolución, grabado por Álex Román en Harrisound y masterizado por Daniel Hussain en los estudios North London Bomb Factory, es crudo, categórico y nervioso. Los tempos vertiginosos se suceden adictivos en temas como «Dogma» o «Paredón» que no dan tregua a pesar del aliento cavernoso que los levanta. Pero del mismo modo que te ponen en el disparadero, el trío también ha dado vida a cortes que amparan, que cobijan a pesar de su temple gélido; es el caso de la homónima «Mausoleo» con la que abren el disco y nos abruman, los apacibles ecos de «Mentiré» o las instrumentales vampíricas a varias voces de «Inherente».
Pero hay una actitud, y también aptitud, latente en las formas de Mausoleo, que se repite como base de todo su trabajo y aflora en momentos determinados como un resorte embriagador, que merece especial mención. Sucede cuando tiran de sus raíces punk y nos asaltan con piezas más salvajes, sin obviar su rectitud melancólica, para plantarnos en la cara dejes hooligan de su pasado como miembros de Acapvlco, La Bière Ganchosa y Bikini Girls. Es aquí donde, a pesar del estruendo y la velocidad, nos rendimos a ellos: con “Sodomizado”, y esa intro seductora; la abrasiva “La vida me escupe” cuyo directo será pura combustión, y la perfecta “En el final”, pieza clave de esta Absolución.
Y es que la inocencia hace ya tiempo que la perdimos.
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Anterior crítica de discos: Hey clockface, de Elvis Costello.