A los veinte años del deslumbrante estreno de Radio Tarifa

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«Parece un chiste, pero tuvieron que ser un arquitecto, un periodista y un ingeniero de aguas subterráneas los que tendieran al Mediterráneo esta mirada diferente»

Se cumplen veinte años de la publicación de “Rumba argelina”, el primer trabajo de Radio Tarifa. Una obra clave para entender el desarrollo de las dispersas músicas “made in Spain” y que la desaparición de su cantante, Benjamín Escoriza, hace un año, no ha hecho sino revalorizar.

 

Texto: GERNOT DUDDA.

“Rumba argelina” es piedra angular, un disco esencial que marcó un antes y un después para las dispersas músicas “made in Spain” de los años noventa. Aquí no hay fusión sino infusión, y del mejor té. La revolución que emprendió Radio Tarifa con esta primera grabación partió de nuestras propias entrañas históricas como asentamiento vulnerable a los embates del Mare Nostrum. Su secreto se remonta al tratamiento modal –una de las formas más antiguas de armonizar, sin acordes– y a su sinérgica relación entre ritmo y melodía. Gracias a esto, Radio Tarifa le perdió miedo al flamenco y sus ortodoxias, por ejemplo –siendo Juan Peña “El Lebrijano” y su grabación con la Orquesta Andalusí de Tánger, referencia de primer orden–. Aquí se puede encontrar música árabe oriental, andaluza, sefardí, medieval española y alemana, flamenco, canción popular española… Y se nota que los músicos probaron a hacer cosas diferentes en cada tema como sano pasatiempo lúdico. Como solía explicar en su momento el propio Faín Sánchez Dueñas, “es el resumen de unas músicas vividas” y que, gracias a la lubricada fuerza de las darbukas, logra mantener una maravillosa tensión desde la primera nota a la última. El desenfocado, el nivel de distorsión alcanzado sobre todas estas fuentes, es tan sutil que ahí descansa la grandeza del cálido encanto del sonido que Radio Tarifa logró con esta obra.

 

 

LA ORILLA SUR

Parece un chiste, pero tuvieron que ser un arquitecto, un periodista y un ingeniero de aguas subterráneas –todo esto tiene lógicamente mucho de “underground”– los que tendieran al Mediterráneo esta mirada diferente. Faín Sánchez Dueñas (el arquitecto) ya había estado viajando cinco años antes por esa “orilla sur” con Ars Antiqua Musicalis, el grupo que compartió con Vincent Molino (el ingeniero) y Ramiro Amusategui. El tercer protagonista, Benjamín Escoriza (el periodista), es un granaíno guasón, depositario de la vieja escuela de cantaores, tan curtida al calor de viejas coplillas populares. Para Juan Alberto Arteche, coproductor del álbum y máximo responsable de Música Sin Fin –el sello donde se publicó inicialmente el álbum–, estaba muy claro: al lado de su voz, las percusiones exóticas e instrumentos “ribereños” de Faín y las flautas de caña de Vincent, solo faltaba añadir una foto: la del nostálgico legionario cargado hasta las cejas de “quifi”. España se enfrenta a su pasado colonial y se da cuenta de que los colonizados hemos sido realmente nosotros.

También está esa imagen gráfica del Estrecho y los 14 km. que separan Punta Tarifa de Punta Cires. Una distancia insalvable para las pateras que tratan de ganar una vida mejor, pero irrisoria para la radio magrebí. La introducción hertziana de ‘El baile de la bola’ ya refleja esa idea de que los ensambles “moruchis” se nos cuelan por los inocentes receptores de la costa gaditana. El sonido de las olas golpeando la quilla de una embarcación es también la introducción de otro tema glorioso, ‘Soledad’, verdadero hito del “ambient flamenco” y marca inalcanzable para Fripp & Eno, si algún día se propusieran algo así. A toro pasado, el grupo acabó reconociendo la importancia que estas transiciones sonoras tenían para el conjunto del disco. Piezas como la egipcia ‘Lamma Bada’ –nada de lambada ni mamada, como puntualizaría con sorna Escoriza en los conciertos–, ‘La mosca’, ‘La pastora’, ‘Bulerías turcas’ o ‘Nina’ serían impensables sin el arenoso toque de ney de Vincent Molino. De la misma manera que otras como la propia ‘Rumba argelina’, ‘La pastora’ u ‘Oye China’ –una monumental guajira de ida y vuelta, y vuelta a ir–, serían impensables sin la voz de Escoriza. O ‘Mañana’ o ‘Ronda de Sanabria’, sin la nada desdeñable voz del propio Faín.

 

UNDERGROUND BEREBER

El cümbüs, un banjo turco de seis cuerdas dobles y sin traste, es la joya de la corona en ‘Rumba argelina’, tema que abre el disco y verdadero balcón a la Cabilia argelina. Más homenajes bereberes llegan por supuesto con ‘Mañana’ y ‘La canal’, donde ahora es el guimbri el que brilla, pequeño laúd que hace las veces de bajo y que el propio Faín compró en Marruecos por novecientas de las antiguas pesetas. Están por supuesto las grandes firmas, jalonando con sus aportaciones puntuales momentos sublimes del álbum. Como cuando Eduardo Laguillo la emprende con el armonio hindú para darle un leve toque telúrico a ‘La Canal’. O Javier Paixariño con el bansuri y el kaval en ‘Oye China’ y ‘Bulerías turcas’, respectivamente. O el majestuoso solo de guitarra española de Gerardo Núñez en ‘Tangos del agujero’. O el acordeón de Cuco Pérez en ‘Oye China’.

¿Y cómo se le ocurre a Javier Ruibal la feliz idea de cantar en alemán, ¡y del siglo XIII!, a un viejo juglar llamado Walter Von Der Vogelweid, muerto en 1.230? Está loco, felizmente loco, como lo demuestra en la solemne ‘Nu alrest’. En el fondo todos, tanto protagonistas como invitados, trabajaron en alegre comandita conscientes de su papel “underground” y de que no se jugaban nada. Como “underground” era por supuesto el sitio donde grabaron: El Agujero, el estudio que Arteche tenía (¿tiene?) en la calle Claudio Coello de Madrid y al que solía invitar personalmente a los periodistas para darles en mano una copia caliente de sus lanzamientos.

Gracias a sus extenuantes giras internacionales, Radio Tarifa se hizo fuera un nombre a respetar. Sin embargo las revistas especializadas ni siquiera citaron el disco en sus respectivas listas de los cien mejores discos españoles del siglo XX. Mejor memoria tuvo World Circuit, su distribuidora a nivel mundial, que incluyó la propia ‘Rumba argelina’ en el suntuoso disco conmemorativo de sus veinte años como sello. En el disco estaba la flor y nata del “sono mondiale”, y en él, por supuesto, Radio Tarifa. Jugando en la Champions.

Desde 2003 ya no se publican discos como Radio Tarifa. Sin embargo fue con la desaparición de Benjamín Escoriza hace un año –el 9 de Marzo de 2012– cuando nos quedamos huérfanos de una forma distinta de entender nuestras propias raíces. Y el mejor homenaje va por supuesto ligado a esta obra de la que el tiempo se ha encargado de marcar su carácter irrepetible.

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