«En EE.UU. hemos vivido malos tiempos. Aquí también. Demasiada gente ha perdido su trabajo. Sé que aquí los tiempos son peores. Nuestro corazón está con vosotros. Queremos dedicar esta canción a todos los que están luchando en España”
Bruce Springsteen & The E Street Band
17 de junio de 2012
Estadio Santiago Bernabéu, Madrid
Texto: HÉCTOR SÁNCHEZ.
El concierto de anoche en Madrid será motivo de debate para los aficionados de Bruce Springsteen. ¿Fue su actuación en directo más larga? En el listado de los conciertos más extensos del Boss se encuentra una actuación que la E Street Band ofreció la Nochevieja de 1980 mientras presentaba “The river”, en la que los músicos tocaron 38 canciones en 3 horas y 45 minutos. El pasado 10 de junio, Milán entraba en el podio con 33 temas en 3 horas y 40 minutos de concierto. Ayer, en el estadio Santiago Bernabéu, “solo” sonaron 32 canciones. ¡Pero la banda se mantuvo en el escenario sin parar durante 3 horas y 48 minutos! Los músicos se hicieron de rogar y subieron al escenario con más de media hora de retraso. Pero la espera mereció la pena.
Esta gira planteaba una duda, ¿cómo sonaría en directo la E Street sin Clarence Clemons? Hoy se cumple un año exacto desde que el saxofonista abandonara para siempre la calle E. Para asumir el riesgo de sustituir al poderoso e icónico Clemons, la banda ha incorporado una magnífica sección de vientos, en la que destaca, y brilla con luz propia, el sobrino de Clarence, Jake Clemons. Bruce no había vuelto a tener una sección de viento desde la gira con la Seeger Sessions Band en 2006 y la E Street, desde el “Tunnel of love express tour” en 1988. A pesar de la baja de Clemons y de Danny Federici, fallecido en 2008, hacía tiempo que la E Street Band no reunía a tanta gente en el escenario. Y eso que la mujer de Springsteen, Patti Scialfa, tampoco estaba entre los músicos. “Patti está en casa con los niños”, dijo Bruce.
El espectáculo comenzó con ‘Badlands’, cuyo mensaje sigue siendo actual (“El hombre pobre quiere ser rico, / el rico quiere ser rey /, y un rey no se siente satisfecho / hasta que lo controla todo), seguida de la esperanzadora ‘No surrender’. Estas dos canciones definen la actitud asumida por el Boss: un lado crítico y duro y otro optimista, en el que uno no debe olvidar la esperanza. ‘We take of our own’, ‘Wrecking ball’ y ‘Death to my hometown’ fueron los tres primeros temas que presentó de su último trabajo. Otras canciones de este álbum fueron ‘Shackled and drawn’ y ‘We are alive’, tema con reminiscencias de Johnny Cash que interpretó con la imagen de la luna en las pantallas del escenario.
El primer momento emotivo de la noche vino de la mano de ‘My city of ruins’, con él, Bruce no solo presentó a los músicos, además hizo mención, aunque sin nombrarlos, a sus compañeros caídos. “¿Estáis echando de menos a alguien?”, preguntó con un rostro emocionado. “Si vosotros estáis aquí y nosotros estamos aquí, entonces ellos también están aquí. Que escuchen vuestras voces”. El Boss jugó a imitar a un predicador ante una multitud de 60.000 fieles, y continuó representando el papel con ‘Spirits in the night’, además de darse un buen baño de masas.
Muchas veces, a Springsteen le gusta usar el escenario como si de una tarima política se tratara. ‘Jack of all trades’ fue precedida de otro discurso de apoyo por parte del cantante: “En EE.UU. hemos vivido malos tiempos. Aquí también. Demasiada gente ha perdido su trabajo. Sé que aquí los tiempos son peores. Nuestro corazón está con vosotros. Queremos dedicar esta canción a todos los que están luchando en España”. Si esta canción hubiera sido compuesta hace años, la pista y las gradas estarían iluminadas por mecheros, pero en lugar de pequeñas llamas, infinitas pantallas de móvil coreaban al ritmo de la música e iluminaban el estadio.
Otro detalle que tuvo el músico vino con ‘The river’: “Queremos dedicar esta canción a Nacho y a su familia”. Nacho Hurtado era un joven de 20 años que tenía pensado acudir al concierto, pero que murió antes de cumplir su sueño ya que no pudo ganar la lucha contra el cáncer. “Estás en nuestras plegarias”, fueron las palabras del cantautor en recuerdo y homenaje al chico.
La noche contó con un par de sorpresas. Madrid parecía convertirse en la costa de Nueva Jersey al recibir a un invitado especial, el músico y amigo Southside Johnny, quien cantó a dúo con Springsteen ‘Talk to me’, un tema compuesto por el Boss para su camarada que no solo sirvió para demostrar el colegueo de los dos cantantes, sino también para sacar a relucir su lado más gamberro y bufonesco. La otra sorpresa fue ‘Spanish eyes’, una canción recuperada en la caja especial de “The darkness on the edge of town” que Bruce Springsteen todavía no había tocado en directo y que dedicó a “las mujeres bonitas de España”. ¿En qué otro lugar podía estrenar Bruce está historia de amor y este tema tan esperado por los fans?
Otra novedad en esta gira es el solo de guitarra de ‘Because the night’, que ya no le corresponde a Nils Lofgren sino que se lo ha cedido al pirata Steve Van Zandt. El momento de lucimiento de Nils lo tuvo en ‘Youngstown’, donde se puso a girar como una peonza como de costumbre mientras rasgaba las cuerdas de su guitarra. La espléndida ‘Be true’ también resultó una sorpresa junto a otros temas clásicos como ‘She is the one’ o ‘Working on the highway’ y los siempre bien recibidos por los fans como el descarte de “Born in the U.S.A.” ‘Murder Incorporated’ o ‘My love will not let you down’. Puro rock.
Pero no todo fue rock. “El soul es esencial en el corazón del rock & roll”, declaró Bruce y se atrevió con unas versiones de los clásicos ‘The way you do the things you do’ de los Temptations y ‘634-5789’ de Wilson Pickett, temas con los que disfrutó tanto como con sus propias composiciones. Y es que Bruce disfruta como el que más en sus conciertos. Se lo pasa en grande, ya sea poniéndose gafas, corbatas o cualquier objeto que le lance el público, como subiendo a un niño para que cante ‘Waitin’ on a sunny day’, como subiendo chicas para que bailen ‘Dancing in the dark’. Pero esta vez, con quien quería bailar la chica era con Nils Lofgren, como indicaba en el cartel que llevaba. Los tiempos cambian y ahora, mientras las mujeres bailan con Nils, Bruce baila con niñas para meterse en el bolsillo a sus nuevos seguidores desde pequeños.
‘The rising’ precedió a ‘Thunder road’ y Jake Clemons se atrevió con el solo de su tío, no sin antes señalar al cielo. Clarence puede sentirse orgulloso, su sobrino ha hecho un buen trabajo. Aunque esta vez tampoco supimos si Mary se subía al coche para escapar por la Carretera del Trueno, ‘Thunder road’ sonó increíble con toda la sección de viento en primera fila.
Pero esto no era todo. ¡Faltaría más! ‘Rocky ground’ fue el primero de los bises, un buen tema en el que el rap sigue desconcertando, y más si justo en ese momento se acopla el micro. ‘Born in the U.S.A.’ hizo corear a todo el Santiago Bernabéu, hubiera sido más emocionante escuchar “Bobby Jean”, pero por ver a Max Weinberg en acción mereció la pena. ‘Born to run’ tampoco falló. Ni ‘Hungry heart’, canción que dentro de poco solo interpretará la E Street mientras Bruce ofrece el micrófono al público. Con ‘Seven nights to rock’, el Boss tocó el piano con la cabeza y después de la citada ‘Dancing in the dark’, Bruce se hace el agotado y se tumba fingiendo cansancio hasta que su colega Little Steven le escurre una esponja en su cabeza. “¡Una más!”, grita Springsteen animado. Y llega el momento más emotivo con ‘Tenth Avenue Freeze-Out’. “Esta es una parte importante”, dice antes de que la letra haga mención al Big Man, y todo se queda en silencio. La pantalla muestra imágenes de Clarence Clemons junto a Bruce Springsteen en distintas etapas y termina con un primer plano de la mirada del gran saxofonista. La sensación es extraña. Ha sido un concierto maravilloso pero se ha echado de menos al gigantón del saxo y a la otra mitad de la cubierta de “Born to run”.
Aunque ‘Tenth Avenue Freeze-Out’ parecía que iba a ser la última, al Boss todavía le quedaban ganas y terminó con la festiva ‘Twist & shout’ acompañado de nuevo de Southside Johnny. Un cartel entre el público decía “Bruce, relájate. Estoy muy mayor para un concierto de tres horas y cuarenta minutos”. Pero a sus 62, Bruce Springsteen no parecía lo suficiente mayor para un espectáculo que será muy difícil de olvidar. Con el Boss, casi cuatro horas resultan pocas.