En el arcén: Esfumato, la música hecha espectáculo

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«Grabar un disco es totalmente distinto y hay que asumirlo porque no se puede enlatar un directo. Tienes que explotar los recursos que te da el disco y renunciar a cosas que te da el directo»

Esfumato se mueven en Madrid, aunque tienen origen canario, y combinan pop con espectáculo en directo en una fórmula muy especial. Carmen Moreno los retrata «en el arcén».

 

 

Una sección de CARMEN MORENO.
 

 

Se apagan las luces, el silencio invade la sala, hay tres músicos sobre el escenario y un atrezzo digno del espectáculo que nos espera. Y es que en estos tiempos en los que la música no se vende por sí misma, estos músicos canario-madrileños han decidido apostar por un concepto diferente, un montaje lúdico en el que la buena música no falta a la cita. ¿Qué son capaces de hacer dos ingenieros informáticos y un actor? Pasen y vean.

¿Quiénes y qué son Esfumato?
Enrique: Esfumato es una especie de compañía músico-teatral que tiene varios espectáculos. El que más hemos movido, el más importante para nosotros, se llama “Juguetes y sombras”. Y somos Carlos Manzanares a los juguetes y las sombras, Julio Gonzalo al saxo y Enrique Amigó, yo, a la guitarra y la voz. Trabajamos sobre bases electrónicas, aunque comenzamos en una discográfica con el productor Javier Monforte. Ahora estamos montando otro espectáculos con un chelista y un percusionista, una cosa mucho más acústica.

¿Cuánto tiempo lleváis en esto de la música y cuántos discos?
Carlos: De Esfumato hemos hecho dos. Bueno, dos [sonríe].
Enrique: Antes que en Esfumato estuve en una banda que se llamaba La Casa del Conde. Grabamos tres discos. Antes, Carlos y yo tocábamos en El Retiro y también en el Libertad 8. Estábamos dentro del circuito de cantautores de los 90.

Es decir que empezasteis como Javier Álvarez en El Retiro.
Enrique: Sí, en ese club. Luego, Carlos se dedicó al teatro profesionalmente y yo seguí con mi carrera. Esfumato es un reencuentro de hace ya cuatro años.

¿Cuándo montáis un espectáculo, cómo lo fraguáis?
Carlos: La cabeza de Enrique es un poco peculiar, él normalmente ya tiene en la cabeza lo que quiere, lo visualiza, pero luego no sale algo parecido, o algo que no tiene nada que ver, que es lo que suele pasar. A partir de ahí se trabaja y hay cosas que, aunque se hayan ensayado no van. Eso lo sabe muy bien Julio. Ensayamos durante bastante tiempo una canción y, de repente, el mismo día del concierto Julio te dice de pronto que esa canción no va, que vamos a hacer otro.

Y luego, ¿cómo pasáis ese espectáculo al disco? Es decir, ¿la gente podría desilusionarse al veros en directo y luego comprar vuestro disco?
Enrique: Hay una parte que se pierde y otra que se gana. Grabar un disco es totalmente distinto y hay que asumirlo porque no se puede enlatar un directo. Tienes que explotar los recursos que te da el disco y renunciar a cosas que te da el directo. El concepto básico de este espectáculo es jugar. Hay una cosa muy bonita que nos dijo Luis Pastor: “muy bueno, lo habéis entendido, jugáis con la música”. Y ese es el tema, jugar. Hoy, por ejemplo, hay dos temas que no hemos ensayado. Yo le doy dos instrumentos a Carlos y él improvisa. Esto lo hago porque tengo comprobado que la trayectoria de las canciones tiene una curva ascendente, descendente y ascendente. Así, cuando lo haces la primera vez suena genial, la segunda y la tercera va degenerando y a partir de la sexta o la octava vuelve a sonar bien. Como, a veces, no llegamos a la octava antes de tocar, prefiero ponerles en todos los aprietos a Carlos y a Julio y a la gente le encanta verles sufrir, apurados…

¿Hasta dónde estáis dispuestos a llevar el juego, porque también lleváis instrumentos de juguetes?
Carlos: Sí, sí. Cada uno tiene su función y vamos jugando. Enrique cree que nos hace sufrir, pero realmente no es así, nosotros lo pasamos muy bien. Hoy nos ha dicho: “vais a tocar dos temas nuevos” y a mí lo que me provoca es ilusión. Luego, lo que sale no tiene nada que ver con lo que él tenía en la cabeza, pero suele quedar muy bien.
Enrique: Carlos viene del teatro y lo conoce muy bien, así que yo muchas veces cuando le explico lo que vamos a hacer él me dice: “eso es lo que tú ves, pero no es lo que la gente va a ver. La gente va a ver a un tipo haciendo esto” [ríen]. Al final salen cosas curiosas.

Vuestro juego llega incluso al formato de vuestro disco que acaba de recibir el Premio Canarias de Diseño y el premio al mejor cedé. ¿Cómo es la creación del diseño?
Enrique: Yo le dije a Alejandro González, que es el diseñador y amigo mío de la infancia que quería vender algo en los conciertos que resultara único, que todo el que lo comprara supiera que se estaba llevando algo único y que tenga sentido para el disco. A él se le ocurrió algo genial: consiguió un papel especial, construyó un sello con el diseño del disco y lo imprime con zumo de limón, luego los hornea por tandas y se fija el zumo. Cada disco es absolutamente único y están numerados.

¿Cuánto cuesta el disco?
Enrique: Doce euros.

¿Y es rentable?
Enrique: Estuvimos calculando Älex y yo las horas que invertíamos y no es rentable. Te puede sacar de un apuro, pero no es rentable porque cuesta mucho ir uno a uno… Son muchas horas. Tampoco es menos rentable que los discos que vendes en tiendas. Los músicos de sus discos solo sacan promoción para conciertos, a no ser que seas muy conocido.

¿De dónde viene vuestra música?
Enrique: Hay de todo menos rock.
Carlos: Pop-play, como lo llama Enrique. Es una mezcla de pop y de jugar. Jugamos con el pop que Enrique maneja en su mente. No hacemos exactamente pop, pero sí que creo que tiene un punto popero.
Enrique: Sí es verdad que tengo mucha influencia de Brasil y Argentina, luego recibí clases de jazz, más tarde me dio por la música electrónica, por eso llevamos bases electrónicas… Lo que nunca he trabajado es el rock porque el fundamento de este es la guitarra eléctrica, el bajo eléctrico, y con guitarra española se puede conseguir cualquier cosa menos rock.

Sé que me vais a decir que preferís el directo, pero ¿qué recomendaríais al público ir a un concierto o comprar el disco? Ya sé que una cosa no excluye a la otra.
Carlos: Son dos cosas distintas. Verlo y escucharlo son muy diferentes. La misma canción suena muy diferente en un formato y otro. Yo creo que a mí me gustarían las dos cosas.
Enrique: Es un handicap porque la gente espera encontrar lo mismo que ha visto en el escenario y eso es imposible porque no puedes reproducir lo mismo. Lo que hemos hecho es una grabación con varias cámaras que está en Youtube y se puede ver ahí.

¿Y cuánto tenéis de Les Luthiers?
Carlos: Yo creo que muy poco. Lo nuestro es un concierto-teatro.
Enrique: Sí, es un concierto teatralizado, pero no es una obra de teatro como lo de Les Luthiers.

Tengo doce euros y tengo que decidir si comprarme vuestro disco o tomarme cuatro cañas…
Carlos: Hombre, te compras nuestro disco y te invitamos a dos cañas [ríen]. Es un trato, más o menos.
Enrique: Y te ahorras la multa de vuelta a casa.

Desde aquí puedes acceder a la web de Esfumato.

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