«De toda su carrera da cuenta este doble disco en directo, más deuvedé, en el que en formato íntimo, con la sola compañía de piano (tocado por su hijo David) y guitarra repasa temas de todas las épocas»
Víctor Manuel
«Vivir para cantarlo. Biografía de las canciones»
SONY
Texto: JUAN PUCHADES.
En los años ochenta, cuando grababa para CBS, Víctor Manuel (Mieres, 1947) vivió una segunda etapa dorada (la primera fue juvenil, a partir de 1968 y hasta 1970, pues durante los últimos años de la dictadura y los de la Transición, sus discos iban dirigidos a los entendidos, a los más politizados) con temas de corte sentimental que llegaron a todo el mundo, con ‘Solo pienso en ti’ obrando el milagro del éxito inesperado. Sin renunciar nunca a lo hecho, a los temas sociales (‘Solo pienso en ti’ esconde algo de ello), llegaron hits como ‘Luna’ o ‘Ay amor’. Al tiempo, Víctor Manuel, vinculado al PCE, era figura política, de las que no callaban, se mojaba. Luego, tal vez por abuso de un cierto exceso de edulcorante formando pareja junto a Ana Belén, y a lo largo de los años noventa, las aguas regresaron a su cauce (el último punto álgido fue la gira «El gusto es nuestro», en compañía de Ana Belén, Joan Manuel Serrat y Miguel Ríos) y el cantautor de Mieres siguió su camino, como tantos otros en su madurez, lejos de las primeras páginas, de las radios… Tal vez así haya sido mejor, pues en estos últimos años hemos visto a un Víctor Manuel libre de perseguir el éxito, viajando musicalmente a su aire.
De toda su carrera da cuenta este doble disco en directo, más deuvedé, en el que en formato íntimo, con la sola compañía de piano (tocado por su hijo David) y guitarra repasa temas de todas las épocas, ¡y de forma cronológica! (detallazo muy de agradecer que nos permite apreciar la evolución del compositor), desde ‘Mis recuerdos’, ‘La romería’ o ‘El abuelo Vitor’ (las canciones primeras, las más apegadas a la tierra, a Asturias, a los recuerdos) pasando por ‘Planta 14’, ‘El cobarde’ o ‘María Coraje’ (las primeras políticas, o sociales, aunque, al fin, ¿no son lo mismo?), luego llegan cortes como ‘Quiero abrazarte tanto’, ‘Canción para Pilar’ o ‘No sé porqué te quiero’ (las iniciales sentimentales) y ‘Soy de España’ o ‘No quiero ser militar’ (las de más calado ideológico).
El segundo cedé sería el de la segunda etapa de su carrera, de 1978 hacia aquí, abriéndose con cuatro cortes infalibles: ‘Para un niño’, ‘Solo pienso en ti’, ‘Soy un corazón tendido al sol’ y ‘Luna’, correspondientes a un momento de altísima inspiración melódica y poética que definió al nuevo Víctor Manuel. Al igual que ‘España camisa blanca de mi esperanza’, cantada en su día por Ana Belén. Y así hasta llegar al tiempo más cercano, con temas como ‘¿Cómo voy a olvidarme?’ y ‘Para que te quieran y que tú sepas que te han querido’. Como cierre, jugando en casa, interpreta, cómo no, la inolvidable ‘Asturias’, sobre un poema de Pedro Garfias.
Por no faltar en esta selección formidable, no falta ni ‘Cómicos’ (tan de actualidad, cuando el lobo enseña los dientes y salibea queriendo comerse al pobre cómico que no piensa como él); así, el gusto es mío. Lo de los invitados (Serrat, Ríos, Ana Belén y Miguel Bosé), es lo de menos, aquí lo que impresiona es tal cantidad de canciones redondas que son jalones de una obra completa tremenda y a reivindicar. Y hay que ser tonto del bote para salir a estas alturas recordando que Víctor Manuel compuso en la adolescencia una canción dedicada al dictador Franco, cuando él mismo ha explicado (y el dato no lo esconde en, por ejemplo, la biografía oficial de su web) que era un jovenzuelo que no se enteraba de nada y que no se politizó hasta un par de años después de grabar aquellos temas primerizos. No se puede estigmatizar una carrera plagada de grandes canciones, escritas por él solito, por un tema tontorrón de adolescencia. Hay que ser muy ignorante o tener muy mala fe. Por cierto, que de eso canta (y habla) en ‘¿Cómo voy a olvidarme?’.
Hay que destacar las historias que Víctor va narrando entre canciones y que son tan jugosas como reveladoras del camino andando, de las canciones escritas.
Soy de los que han seguido muy de cerca la carrera de Víctor Manuel, pero, en las últimas décadas, sin desdeñar sus discos (¡para nada!), cansado de tanto emparejamiento a mi modo de ver innecesario, terminó por agotarme el personaje que representaba el cantautor e, incluso, que recuerde, nunca, hasta hoy, he firmado la crítica de uno de sus discos. Pero este «Vivir para cantarlo» me reconcilia con un cancionero que forma parte de mi vida, pero que, más allá de la nostalgia, se mantiene firme y es de una calidad excepcional.
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