Vanessa Prado lideró durante siete años al exquisito grupo valenciano Índigo, hasta que en 2009 decidió disolverlo y comenzar una nueva aventura en compañía de Iván Vega (otro de los componentes de Índigo): La Gran Alianza. Con esta nueva banda, han dejado atrás el pop atemperado de antaño y han optado por una mayor crudeza que remite al sonido de The Velvet Underground o Galaxie 500.
Tras rodarse en directo, La Gran Alianza acaba de debutar con el doble álbum «La carne y el acero», presentado en formato físico en una edición limitada y numerada de 250 ejemplares y descargable gratuitamente desde la web del grupo.
El propio grupo, se presenta mediante este manifiesto:
Con nuestras anteriores bandas hemos firmado contratos, hemos vendido muchos discos, y hemos salido en las revistas y en las radios. Y hemos hecho muchos conciertos. Las bandas nacen por casualidad, permanecen por ilusión, y mueren por necesidad, porque tienen que morir; son seres vivos, contienen múltiples componentes, se transforman, florecen y se marchitan continuamente a veces, pero tienen siempre fecha de caducidad. Lo que nunca caduca, ni muere, ni se deteriora, son las canciones. Ese es el gran legado de las bandas, ninguno otro. Todo lo demás, por mucha importancia que se le dé, no es tan importante como las canciones. Las canciones quedan para siempre como el gran patrimonio de las bandas, patrimonio que se repite, se canta y se revive, y permanece en la memoria hasta que la vida nos es arrebatada.
En La Gran Alianza sabemos eso, lo sabemos bien. Si estamos aquí es para hacer canciones, para tocarlas, y para disfrutar haciéndolo. La vida es rara y miserable la mayoría de las veces, y experimentamos la música como ese extraño proceso de sanación mediante el cual expiamos todo lo malo, y también como una vivencia que sabemos única. No somos idealistas, pero somos trabajadores. No somos ingenuos, pero somos ambiciosos. Acabamos de empezar, somos pequeños, pero queremos serlo un poco menos. Por eso no nos importa pasar por todo ¡otra vez! Y las veces que haga falta. Y lo hacemos sabiendo lo que queremos, hacia donde nos dirigimos. Nos queda mucho que aprender todavía, pero nos enfrentamos a ello como una huída hacia adelante. Por supuesto que tenemos miedo a que salga mal. Por supuesto que sabemos que nos va a costar mucho conseguir lo que nos proponemos, y que tendremos que asumir ciertos riesgos. En la vida nada es gratis. ¡Claro que no es fácil! ¡Nadie dijo que fuera a serlo!