«Al igual que Quique González tenía como ejemplos a los Urquijo o Vega, él ahora es visto como una referencia por otros cantautores. La estela pop-rock en castellano que él empezó a transitar hace más de una década tiene hoy nuevos músicos que dejan sus huellas»
Con las dificultades de darse a conocer en estos tiempos inciertos, desde hace unos años ha ido tomando cuerpo una generación de nuevos creadores que, en la órbita de Quique González, apuestan por el rock eléctrico en castellano. Fernando Navarro agrupa en este reportaje a algunos de los más destacados.
Texto: FERNANDO NAVARRO.
Recientemente, se ha publicado el libro «Quique González, una historia que se escribe en los portales» (Eduardo Izquierdo; 66 rpm), la primera biografía sobre el músico madrileño tras casi quince años de carrera profesional. De alguna manera, este texto confirma a González como un artista más que consolidado, un veterano –joven, pues no llega a los 40 años– de una escena musical que cree en el rock de raíces norteamericanas pasado por el filtro del español. En la biografía, Quique asegura que la música “es la vida que ha elegido” y la que le “gusta vivir”. Así de simple. Si estuviera solo, tal vez, pasaría por loco, ya que dedicarse al rock como autor independiente en España seguramente no sea tarea para cuerdos, menos cuando para los más puristas se corrompe su esencia al castellanizarlo. Pero antes que él hubo muchos más, con sus matices estilísticos cada uno, desde Miguel Ríos, pasando por Antonio Vega, Enrique Urquijo y Calamaro, hasta José Ignacio Lapido y Xoel López. ¿Y después? Después también hay muchos más.
Al igual que Quique González tenía como ejemplos a los Urquijo o Vega, él ahora es visto como una referencia por otros cantautores. La estela pop-rock en castellano que él empezó a transitar hace más de una década tiene hoy nuevos músicos que dejan sus huellas. Cantantes y compositores no muy conocidos pero cuyos rastros sonoros crean un mapa del momento actual del pop-rock en castellano más que recomendable. El siguiente repaso, por tanto, da cuenta de algunos —no todos— de los últimos frutos más jugosos de esa cosecha del rock que se escribe en los portales y en español.
FABIÁN
De una personalidad artística irrevocable, el músico de León se perfila este año como una de las grandes voces de la música de autor en castellano. Fabián ha sacado «Después del incendio y otras cosas así», editado por La Viejita, compañía montada por él mismo y Manolo Tarancón. Es un disco magnético, de una intimidad cautivadora. Tras Adiós tormenta y Espera a la primavera, el cantante y compositor destaca ahora con un trabajo de una belleza delicada, etéreo en su pop preciosista. Posiblemente, el que menos se hermane de todo el conjunto reseñado en esta lista al legado de González y a esa visión norteamericana del sonido. Con todo, Fabián traza una senda muy personal y regala composiciones desnudas, con sutiles adornos, capaces de capturar momentos sensacionales como ‘Oh, tú’, con un gran final instrumental, o la intensa ‘Piedras’. Su pop es sugerente y febril, en una línea que trae a la memoria a Nick Drake. No apto para escuchas precipitadas, canciones como ‘La tempestad, etcétera’ o ‘La huida’ crecen como hiedras escalando hacia el sol. Es difícil dar tanto por tan poco actualmente. Si los astros se alineasen, Fabián debería dar un salto comercial relevante. Su música es merecedora de mayores audiencias, su pop es diamante en bruto.
Country y folk, todo pasado por el nervio del rock. Manolo Tarancón es una propuesta que se está ganando el pan con su ímpetu musical y su aporte artístico. El músico valenciano es un valor al alza, dueño de un cancionero atractivo con composiciones costumbristas y nostálgicas, muy cercanas a la órbita de González, incluso Nacho Vegas. Lo último publicado por Tarancón fue «Horas vacías», EP de 2010 de cinco temas que se sumaba al destacado álbum «Imperfectos», de 2009. Lleno de tonos cálidos de esencia norteamericana, «Imperfectos» contaba con la producción de Paco Loco y un abanico de canciones que navegaban con rumbo fijo hacia las influencias del Dylan que tejió su propia camisa de folk-rock y talla universal en los sesenta. Temas como ‘Alfama’, ‘Con la música a otro lugar’, ‘Después del amor’ o ‘Música fácil’ mostraban a la persona que hay detrás de ellas, sin plásticos que estropeasen su valor intrínseco. «Más allá de uno mismo» y «Desde mi interior» fueron los otros dos discos que ilustran las formas sosegadas, certeras y trascendentales de Tarancón.
TXETXU ALTUBE (LOS MADISON)
Compositor y voz de Los Madison, Txetxu Altube ha empezado a dar conciertos en solitario aunque es difícil hacerse a la idea, hoy por hoy, de verle sin su potente banda. Los Madison, con Altube como pieza clave, recorren con orgullo la senda pop-rock más transitada por las guitarras. Amigo personal de Quique González, el cantante escribe canciones que hablan de la superación, la pérdida, el amor frustrado o las ilusiones de calle. No solo le ampara el propio González sino también Miguel Ríos, con el que ha girado dentro de su banda de acompañamiento en los últimos años. Los Madison debutaron en 2007 con el más que interesante «Días de vértigo», un trabajo que despertaba grandes ilusiones para todos aquellos que disfrutan con Los Secretos. El año pasado sacaron «Vendaval», publicado por Good Sounds, y lo dejaron claro: su rock iba muy en serio. Sonando a Jackson Browne, Bob Seger o Bruce Springsteen, «Vendaval» posee fantásticos alegatos del rock sencillo capaz de llegar a la fibra como la canción que da título al disco, ‘Soldados’, ‘Ha merecido la pena’ o ‘Testigo’. Preparan nuevo álbum para finales de año. Puede ser un importante salto cualitativo, tanto musical como de audiencia. Puede ser su Pájaros Mojados particular.
Compositor de la localidad vasca de Gexto, Iñigo Coppel es un trotamundos, amante de la música de raíces norteamericanas. Ha pasado por varias formaciones, entre ellas los interesantes Zodiacs, pero dejó la banda cuando fichó por una discográfica grande. A partir de ahí, Coppel tiró por su cuenta e irrumpió en 2007 con el disco «Perdón por existir», un álbum donde ofrecía todas las claves de su música asentada en el rock de vieja guardia, con ecos de blues y folk de acordes contundentes. Con su poderosa armónica, Coppel se presentaba sin aspavientos, en carne y hueso, con composiciones que tocaban la fibra y brillaban por sus esperanzas cotidianas y espíritu aventurero como ‘En silencio’ o ‘Lidia (no te cases con él)’. El año pasado publicó con Lucinda Records el más que notable «El hombre que mató a Iñigo Coppel». Si en «Perdón por existir» recordaba al Springsteen de los setenta, en este último trabajo se acerca más al Dylan despeinado y con pose songwriter. Coppel alcanza madurez lírica y rastrea en su parte de autor solitario, orgulloso de su cosmología artística y vital que gira en torno a las estrellas de la noche americana con canciones dedicadas a Elvis Presley, Bob Dylan y Woody Allen. Audaz y sincero hasta la médula, Coppel es un músico potente, con talento y de un universo muy particular.
DANIEL MERINO
Otro compositor de la cantera de Gexto, aunque afincado en el norte a diferencia de su amigo y compañero Coppel. Daniel Merino ha publicado este año «Otra vida» después de sus trabajos «Aventuras en la gran ciudad» y «Malos tragos». En su último disco, editado también por Lucinda Records, ofrece un interesante muestrario de rock vibrante y tradicional. Pocos fuegos artificiales que despisten al oyente, y bastante tensión musical en clave sencilla, arrimándose al folk. De las nuevas voces, Merino destaca por su lírica melancólica, su mirada nostálgica al paso del tiempo y los cruces de caminos, donde no siempre se atina a elegir la dirección correcta, que se suceden en la vida, en el amor o en los sueños personales. Canciones como ‘Algo especial’ ilustran a la perfección esta propuesta musical pero hay otras pistas iguales de afectuosas como ‘Otra vida’ o ‘Me perdí al final’. Merino se mueve con soltura en este tipo de composiciones a corazón abierto. Por esta senda musical, heredera de los sonidos americanos que antes tomaron González o Urquijo, es el que más recuerda a Jackson Browne, en su uso de las guitarras y sus cortos pero intensos horizontes melódicos. También tiene aires del Bruce Springsteen de la última década, como el de «Devil & dust». Merino está llamado a hacerse un nombre en el rock en castellano.
No le fue bien en una multinacional. Terminada su relación con Carlito Records, el sello de Melendi que distribuía EMI, Pablo Moro dio un giro a su carrera profesional pero sin dejar de apostar por su rock vigoroso, de músculo. Se alió con Boomerang Records y publicó en 2009 «Pequeños placeres domésticos», un álbum intenso que se alza con cada nueva escucha. Buscando el punto exacto entre Tom Petty y John Mellencamp, el cantante de Oviedo había ofrecido muestras de sobra para ser una cara visible del rock en castellano con los discos «Smoking point» y «Emepetreses», ambos de su etapa en EMI. En su último trabajo, contó con una gran producción y un muestrario de temas efusivos y directos al hueso como ‘Jólivuz’, ‘No voy a caer’ y ‘Exhibicionistas’.
El último en llegar pero con credenciales suficientes como para ser reseñado en esta lista. Belcos es el nombre artístico de José Mari Belcos, un músico de Pamplona que durante años ha formado parte de diversos grupos locales hasta que se ha decidido a dar el salto a la grabación de un disco en solitario. «Las palabras», editado este año por El Gringo Discos, aparece como un calidoscopio sentimental: los anhelos, expresados con una lírica inteligente y natural, se conjugan con una amplitud de matices instrumentales. Su pop guarda una poderosa luz interior. De la melancolía que desprenden canciones como ‘Por la frontera’, ‘Silvia’ o ‘Entre la hierba’ se entreabre una luminosidad sonora de indudable calidad. Agradeciendo en los créditos a Antonio Vega por crear “un universo que nunca se extinguirá”, Belcos se asocia al González de los medios tiempos y las baladas aunque se presenta realmente como un heredero digno del compositor de “El sitio de mi recreo” en un disco que esconde su propio universo humilde de nostalgia y lucha. De hecho, el espíritu de Vega planea con fuerza en ‘Semillas de tabaco’. Composiciones como ‘Fotos’ o ‘La vieja estación’ elevan a Belcos en su maravillosa búsqueda de sí mismo y, en lo artístico, le fijan en la estela musical de la sencilla emotividad.