Antonio Aguilar México se queda sin su charro

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Antonio Aguilar<br /> México se queda sin su charroEstaban Pedro Infante, Vicente Fernández, Javier Solís, y claro, Jorge Negrete. Sin embargo, ninguno como Antonio Aguilar, quien falleció el pasado 20 de junio a los 88 años, tuvo una proyección internacional tan importante. Fue el único cantante hispano que logró llenar el monumental Madison Square Garden de Nueva York en seis noches consecutivas, y cuenta con una estrella en el Paseo de la Fama de Los Ángeles. En voz de Antonio Aguilar, los corridos y las rancheras, sobre todo si llevaban firma de José Alfredo Jiménez, sabían a mezquite y a noches al raso. Participó en más de 160 películas, la mayoría producidas por él, y grabó alrededor de170 discos. En muchas de aquellas producciones revisó los grandes mitos de la cultura mexicana, con especial atención a la revolución, aunque nada era tan emocionante como ver su popular espectáculo ecuestre, acompañado por su esposa, la también cantante Flor Silvestre, y en ocasiones, sus hijos Pepe y Antonio. Empezó cantando ópera pero vio que robaba más aplausos entonando las canciones del pueblo, así que se dedicó a ello de lleno, aportando, eso sí, su portentoso torrente de voz de clara herencia lírica. Y como buen charro, intentó siempre vivir, para bien o para mal, en consonancia con lo que cantaba (¿o era al revés?): “El día que yo me muera / no voy a llevarme nada / hay que darle gusto al gusto /  la vida pronto se acaba. /  Lo que paso en este mundo / nomás el recuerdo queda / ya muerto voy a llevarme”.