«Los ricos mimbres folkies que dan cabida a todo tipo de instrumentos añejos encajan con una humilde espiritualidad que les sitúa lejos de la grandilocuencia forzada, haciendo de sus canciones con vocación de himno algo pequeño y sagrado»
Con nuevo disco recién salido de máquinas, Arcade Fire vuelve a estar de actualidad. Ocasión que aprovecha Juanjo Ordás para repasar la discografía de la banda.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Con un solo disco en la calle tomaron el continente musical. Con el segundo plantaron bandera. Arcade Fire es una banda que puede presumir de haber conquistado un variado y amplio espectro de público sin dejar de ser ellos mismos, sin hacer concesiones artísticas, siguiendo su particular visión del arte musical.
David Bowie perdió la cabeza por ellos, exactamente como todo el que escuchó “Funeral”, su disco de debut. Su mezcla de música de raíces norteamericanas (Young, Springsteen, The Band) y rock alternativo (Pixies, incluso New Order) era única gracias a un misticismo que incluso empapaba su extraña estética, más propia de un familiar clan religioso que de un grupo adepto al «rock and roll way of life». El matrimonio entre los dos cabezas del grupo, Win Butler y Régine Chassagne, así como la presencia del hermano pequeño de Butler, son elementos que refuerzan el concepto de tribu, ensalzando la idea de que estamos ante una entidad, un animal nacido en Canadá aunque sus dos citados líderes provengan de lugares tan distintos como Texas o Haití.
Los ricos mimbres folkies que dan cabida a todo tipo de instrumentos añejos encajan con una humilde espiritualidad que les sitúa lejos de la grandilocuencia forzada, haciendo de sus canciones con vocación de himno algo pequeño y sagrado. En cierta manera, Arcade Fire apelan al mundo interior de cada uno. Las voces de los cabezas de familia son íntimas, la fuerza emotiva de las canciones es clara, pero llega incluso a depender del estado anímico del oyente. Son una banda numerosa de siete miembros multinstrumentistas, pero su música cuenta con factor pequeño y explosivo que, en lugar de buscar a las masas con elementos ramplones, conmueve al público uno por uno.
Como banda viva, Arcade Fire han pasado por distintas etapas desde que editaran su primer EP, con el sonido evolucionado según la prioridad de la banda, como un manto que envuelve un concepto. En este sentido, cabe destacar que cada disco responde a la temática tratada, siendo el proceso de creación un reflejo de las ideas que rodean al grupo. Pese a su centenaria imagen propia de los años 20 del siglo pasado y su orgánico sonido, tan innovador como clásico, la actualidad es la fuente de la que beben su catálogo filosófico y actitud. No obstante, con el reciente “The suburbs”, la banda ha bajado el nivel, perdiendo identidad, algo especialmente remarcable cuando se repasa su trayectoria.
LOS DISCOS
“Arcade Fire”
(2003. Reedición: MERGE RECORDS, 2005)
Interesante debut, un tanto deshilachado en ocasiones aunque deja claro que Butler y Chassagne tienen cosas que decir. Este EP no es más que un muestrario, un juego con colores recién estrenados que simplemente esboza carácter. La producción es simple y el sonido opaco, a día de hoy un caramelo para completistas. ‘No cars go’ se regrabaría para “Neon bible”.
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“Funeral”
(MERGE RECORDS, 2005)
El rock artesanal del grupo queda perfectamente definido en este debut grabado de forma profesional aunque casera, en pisos y hoteles. La melancolía de vivir otorga temática a un disco marcado por distintas muertes de familiares, de ahí el título. La inicial ‘Neighborhood #1 (Tunnels)’ sirve de perfecto lienzo para que el oyente sepa cuales son los trazos que van a definir el grueso del trabajo. Arreglos preciosistas, masa instrumental y voces evocadoras que parecen poner banda sonora tanto al nacimiento como al ocaso. “Funeral” es un disco que entristece y alegra a partes iguales, con un componente trascendental y espiritual importante que, combinado con energía, da vía libre a diez temas de memorable épica nostálgica (perfectamente definida en el bestial single ‘Rebellion (Lies)’).
Es curioso escuchar líneas vocales que lo mismo recuerdan a Neil Young que a Black Francis, rodeadas de orfebrería musical que en ocasiones remite al folk (‘In the backseat’), otras incluso al blues o al gospel (el hit ‘Wake up’), vanguardista pero primitiva, una mezcolanza inter-temporal. Incluso doman la marcialidad de los ritmos ochenteros y la integran en su cálida fórmula con inteligencia (‘Neighborhood #2 (Laïka)’). Fue este el disco que les lanzó a la fama mundial y el que les llevó a actuar junto a David Bowie, editar con el camaleón un EP y telonear a U2.
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“Neon Bible”
(MERGE RECORDS, 2007)
Cambio de fórmula. Esta vez la influencia del mundo exterior es notable, alimentando un disco muy distinto de la temática introspectiva de “Funeral” (incluso la grabación se realiza en una iglesia remodelada para la ocasión). En sus en ocasiones crípticas letras, “Neon bible” parece hacer referencia a la religión como herramienta manipuladora y a la guerra como arma destructiva, incluso a la huída como legítima opción. Arcade Fire son una banda familiar que valora la individualidad en sus letras.
La temática, por lo tanto, requiere un acercamiento distinto al de su anterior disco. Esta vez el grupo suena más rock, no dejan de lado su firma sonora pero en “Neon bible” ganan en contundencia sacrificando, en ocasiones, profundidad aunque a cambio consigan temas más dinámicos. De hecho, los dos primeros temas del disco (‘Black mirror’, ‘Keep the car running’) sirven con toda intención de carta de presentación de las nuevas sonoridades de Arcade Fire, solo tras el mantra del tema titular llegará el primer nexo con su anterior trabajo, el arrebatador ‘Intervention’. Efectivamente, la nueva encarnación funciona haciendo de “Neon bible” un buen disco que torna la melancolía en tenebrismo.
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«Mirror noir»
(MERGE RECORDS, 2009)
Maravilloso y experimental documental firmado por Vincent Morisett sobre la grabación de “Neon bible” y su subsiguiente tour. Un ejemplo de cómo reinventar un género cinematográfico de forma entretenida, dando con un metraje que se ajusta a la perfección al espíritu de la banda. Pocas palabras se escuchan más allá de algunos comentarios muy breves y, claro está, de la música. El compromiso artístico del grupo y sus extáticas actuaciones en vivo quedan perfectamente reflejadas en setenta minutos. El segundo DVD se destina a una selección de temas en vivo en distintos platós.
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«The suburbs»
(MERGE RECORDS, 2010)
El nuevo trabajo del grupo resulta ser un disco flojo, tanto a nivel de composición como de ejecución. Definitivamente pierden toda profundidad, orientan su sonido hacia un pop luminoso que podría haber funcionado de no ser por su falta de energía y calado. No, “The suburbs” no toca las entrañas del oyente, se queda en una mera operación facial que no sólo no muestra una nueva cara interesante de la banda, sino que les aleja de su concepto artístico para caer en el vacío.
El aburrido tema titular da inicio a un disco en el que se llegan a escuchar teclados y arreglos sencillamente caducos (‘Ready to start’, ‘Half light II (No celebraton)’) sobre una producción dimensionada, que respeta los espacios pero carente de alma. La inspiración abandona el barco y con ella el espíritu de la pequeña revolución personal. Ahora el grupo parece orientarse hacia el espectáculo de masas simple, hacia el etéreo rock de estadio sin mensaje más allá de una pose. La actitud rockera no encaja (‘Month of may’), el pop aburre (‘Modern man’, la hortera ‘Sprawl II (Mountains beyond mountains)’) y el mensaje se difumina, como si la banda no supiera qué decir. Juegan con elementos que ni les pertenecen ni saben integrar (ese riff pseudo punk y simplón de ‘City with no children’) y cuando se acercan brevemente a su viejo sonido no acaban de rematarlo (‘Sprawl (fatland)’).
Desde luego, no es el mejor disco de Arcade Fire. De hecho “The suburbs” no es un buen disco y en directo sus canciones se resentirán al compartir escenario con los viejos clásicos.