«Lo que sí que resulta tan vergonzoso como obligado decir es que ninguna de las tres canciones las ha compuesto Rafael Ferro. Así de claro y así de penoso ha resultado el homenaje post-mortem al músico que la prensa hispana le ha dedicado»
Todos los medios la metimos hasta el fondo con las necrológicas de Rafael Ferro; en esta casa obviamos adjudicarle ‘El baúl de los recuerdos’, pues de sobras sabíamos quién es su autor. En las otras dos canciones que citamos fallamos. Entonamos el mea culpa y Vicente Fabuel nos tira de las orejas y pone las cosas en su sitio.
Texto: VICENTE FABUEL.
Doy por supuesto que nadie hace una necrológica para hostigar la memoria del difunto, sin embargo, tras leer los penosos lugares comunes publicados tras la muerte del gran Rafael Ferro (Madrid, 1943-Villajoyosa, Alicante, 2010), hay serios motivos para pensar lo contrario. Al comprensible desinterés de las Agencias por un músico que a nivel mediático simplemente no tenía cara, se ha unido de manera alarmante el rosario de despropósitos gacetilleros derivados del habitual corta y pega de estos años de Internet. Y eso ha ocurrido en todos y cada uno de los medios periodísticos consultados, musicales o no, sin excepción alguna. ¡Viva el periodismo becario!
Pianista, productor y arreglista, con varios LPs de lujosos sonidos groove-lounge bajo su propio nombre en los años 70 –ni la menor duda que de ser italiano su obra estaría ampliamente reeditada– y autor de varios centenares de canciones, había pues donde elegir y así se ha hecho: tres de éstas han sido caprichosamente las escogidas en absolutamente todas las crónicas que he leído para mostrar el nivel y el talento de un músico al parecer prácticamente desconocido por casi todos. ¿Quién ha sido el anónimo plumilla que las ha seleccionado? Esa miserable gacetilla de agencias que ha sido copiada y copiada ad nauseam –¿surgió de la SGAE, que también cita estas canciones?– ha decidido que lo más representativo que Ferro había compuesto era el “El baúl de los recuerdos” (para Karina), “Me olvidé de vivir” (para Julio Iglesias) y “Volverás” (para Mocedades). Pueden comprobarlo en Google. Como cada uno es dueño de valorar si éstas u otras han sido sus mejores trabajos, me abstendré de comentarlas puntualmente, lo que sí que resulta tan vergonzoso como obligado decir es que ninguna de las tres las ha compuesto Rafael Ferro (¿?). Así de claro y así de penoso ha resultado el homenaje post mortem al músico que la prensa hispana le ha dedicado.
Si la jovial “El baúl de los recuerdos” la compuso en su día Tony Luz, el ex Pekenike y entonces marido de Karina, “Me olvidé de vivir” la cantó Julio Iglesias adaptando un tema francés de Johnny Hallyday, “J´ai oublié de vivre”, con textos de Pierre Billon y música de Jacques Revaux (el mismísimo compositor del “My way”, “Comme d´habitude” en su creación original francesa). Algo sabemos de ellas, pues, sin embargo de “Volverás” (supuestamente compuesta para Mocedades) desgraciadamente no podemos decir nada porque nunca el grupo vasco cantó canción así llamada. Quizás, en un bucle más del delirio informativo, el ignoto plumilla se refiera al “Tú volverás” de los ex Mocedades, Sergio y Estíbaliz. Por lo menos algo sabemos también de este tema, lamentablemente que tampoco fue compuesto por Ferro, Juan Carlos Calderón era quien lo firmaba. Todo tan ilustrativo, pues, que no convendría perder ni un renglón más con esta triste sandez, pero toda esa santa patraña polucionará las ondas por los siglos de los siglos.
Para más inri, pocas veces la muerte de uno de nuestros notables había coincidido casualmente con la edición de una parte importante de su obra, como así ha ocurrido, una circunstancia que le hubiese venido al pelo a la noticia de no ser que alguien haya decidido sabotear a conciencia la memoria del músico. Y es que si en los últimos tiempos los aficionados retrasan sus visitas a las tiendas de discos, cierto es que ni en época de bonanza se han distinguido por visitarlas los señores críticos. Así es que el pasado mes de junio, nadie se enteró que pocos días antes de la muerte de Ferro, aparecían por aquí un par de extraordinarios vinilos –más tarde también lo harán en CD– que bajo el título de “Psicotrónica” y de explicativo subtítulo “Spanish Cinematic Grooves & Funky soundtracks”, recogen excelentes muestras –brillantes, expansivas y bailables– del trabajo realizado por Ferro y otros colegas de estilo, vivencia y generación (apenas hace unos meses que también fallecía el no menos olvidado Manuel Gas) como, entre otros, Adolfo Waitzman, Juan Carlos Calderón, Fernando Orteu, Gregorio Gª Segura, Jou Cogra y otros nombres aún más subterráneos, cuyo simple recuerdo hace salivar a cualquiera que haya escuchado alguno de sus prodigios. Un par de discos ennoblecidos por contar con música de uno de los mejores trabajos del músico madrileño, el corte ‘Ferro y gato’ de su cuarto LP, “Hits in Latin Sound Vol. II” (RCA, 1973), modelo de sonido blaxploitation a la hispana sin complejos ni rastro alguno de esos prejuicios provincianos que este país parece acarrear en la mochila desde tiempo inmemorial. Si les sirve de referencia en estos días, piensen en el descaro y la jerarquía de la selección española de fútbol y aten cabos.
De modo que el músico Rafael Ferro se ha ido de la misma forma callada y discreta con la que apareció en los años 60, recorriendo media Europa actuando con un trío de jazz tras años en Suiza, Alemania, Austria y Francia. A la vuelta en los 70, como muchos de sus colegas, comenzó un estajanovista plan de trabajo nutriendo de canciones a quien se pusiese por delante –exactamente igual a lo que hicieron en otros países grandes como Burt Bacharach, Carole King, Armando Manzanero o cualquier otro compositor que se haya dedicado a este noble oficio–. Alternándolo todo ello con esos comentados rutilantes LPs bajo su nombre, variados arreglos y producciones para docenas y docenas de intérpretes de desigual valía, y centrarse en los últimos años de carrera como pianista, compositor, director musical y «bandleader» de Julio Iglesias con el que, por cierto, compondría algunas de las mejores canciones de toda su carrera. Pero esa sería ya otra historia y supondría abrir otra brecha más en esa maltrecha imagen final que este país ha acabado regalándole al fallecido músico.