«No creo que estemos viviendo ningún tipo de revival. El soul siempre ha sido una parte integral de la música popular moderna, desde sus comienzos, y ha cambiado el modo en que se cantan y escriben las canciones»
El último prodigio del soul de tez pálida –y van…– ha visitado España para presentar en directo “Come and get it”, el disco con el que puede alcanzar definitivamente audiencias mayoritarias.
Texto: EDUARDO GUILLOT.
Si, como dijo el bluesman Muddy Waters, «el blues tuvo un hijo y lo llamaron rock and roll», el gospel y el rhythm and blues tuvieron otro que se llamó soul, un estilo musical que, desde finales de los años cincuenta, recoge el momento histórico de la integración de la comunidad negra en la sociedad norteamericana, y cuyas bases sentaron intérpretes como Ray Charles, Sam Cooke o Jackie Wilson y compañías discográficas como Atlantic, Stax o Tamla Motown. Un género indisolublemente ligado a una raza que, no obstante, no se encerró en el gueto, y muy pronto impregnó el sonido de artistas de toda índole.
De hecho, ya a finales de los sesenta se acuña el término white soul, aplicado a cantantes blancos cuyo estilo estaba muy influenciado por el rhythm and blues de la época. Se utilizaba con artistas como Eric Burdon, Dusty Springfield o Van Morrison y, más tarde, The Box Tops o Joe Cocker. Posteriormente, la definición de blue eyed soul (soul de ojos azules) también sería usada para referirse genéricamente al soul interpretado por blancos, desde Hall & Oates hasta Simply Red.
Y como la historia del rock es cíclica, en pleno siglo XXI se siguen sucediendo las modas revival de tiempos pasados. El rockabilly, por ejemplo, vuelve a gustar a un sector amplio de público, aunque la mayoría se deje engatusar por Kitty, Daisy & Lewis y no sepa quienes son The Blasters. Ambos grupos han estado en nuestro país recientemente y la diferencia entre el tipo de público que congregaron (chavalería de grandes almacenes, los primeros; rockers de largo recorrido, los segundos) explica mejor que cualquier análisis riguroso la manera de funcionar del negocio musical.
Desde la huracanada irrupción de Amy Winehouse en el panorama internacional, algo similar está ocurriendo con el soul. Los cantantes blancos de nuevo cuño se han adueñado del género de manera casi exclusiva, y a río revuelto no se ha hecho esperar la ganacia de pescadores como el vitaminado Eli «Paperboy» Reed, cuyo discurso sonoro tiene sólidos anclajes en la nostalgia retro, pero se redime sobradamente gracias a unos incendiarios shows en directo, siempre acompañado de su banda, The True Loves. «Ellos tienen una responsabilidad importantísima en la grandeza de mi nuevo álbum», asegura el cantante de Massachusetts refiriéndose a “Come and get it”, su tercer LP. «Nunca grabaría sin ellos, y para mí es muy importante salir de gira con los mismos músicos con los que he grabado el disco, porque eso crea una continuidad en el trabajo. De hecho, el núcleo duro de la banda, formado por Ryan Spraker (guitarra), Mike Isvara Montgomery (bajo), Jerrell Clopton (batería), JB Flatt (órgano, piano), Freddy DeBoe (saxo barítono), Jelani Brooks (saxo tenor) y Patriq Moody (trompeta) ha sido fundamental en el desarrollo de los arreglos del disco, y cuando grabamos aportaron ideas adicionales que contribuyeron a redondear el sonido. No podría hacer un disco sin su ayuda».
En cambio, sí ha prescindido de Ed Valauskas y Mat Beaudoin, productores de sus dos anteriores álbumes, a los que ha sustituido por Mike Elizondo, un especialista en hip hop y artistas «mainstream» (Eminem, Nelly Furtado, 50 Cent, Gwen Stefani). «Le escogí porque me causó una gran impresión cuando le conocí», explica Reed. «Sabía que era un músico excelente capaz de producir muchos tipos diferentes de música. Tuvo la habilidad de extraer grandes interpretaciones tanto mías como de la banda, y al mismo tiempo supo pulir todos los elementos para conseguir la mejor combinación entre ellos. Está realmente capacitado para complementar mi estilo particular y trabajamos juntos extraordinariamente bien. Además, aportó ideas que yo no hubiera barajado necesariamente, porque procede de una tradición musical diferente a la mía».
El resultado, “Come and get it”, es un álbum mucho más comercial que los dos anteriores, pero a Eli «Paperboy» Reed no le preocupa en absoluto lo que pueda pensar la gente. «El disco es un reflejo de cómo se ha desarrollado mi manera de componer y el sonido del grupo a lo largo de los años. Sigo pensando que estoy mostrando mi manera de cantar, las canciones y todo lo demás exactamente del modo que quiero, y me siento muy orgulloso de este trabajo. Y creo que mis fans se sentirán de la misma manera».
En lo que respecta al revival soul que ha contribuido a propiciar, prefiere desmarcarse elegantemente y echar mano del catálogo de tópicos. «No creo que estemos viviendo ningún tipo de revival. El soul siempre ha sido una parte integral de la música popular moderna, desde sus comienzos, y ha cambiado el modo en que se cantan y escriben las canciones. Creo que es hacerle un flaco favor al soul decir que algo necesita ser revivido. ¡Ha estado aquí siempre!», exclama, para admitir a renglón seguido que cuando el río suena, agua lleva. «En todo caso, estamos experimentando un resurgimiento de las buenas canciones y voces, lo cual es fantástico y me hace muy feliz».
Si dando explicaciones puede resbalar en ocasiones, donde Reed no tiene rival es encima de un escenario. En su caso, no resulta nada complicado trasladar al directo la intensidad de los discos. «Me encanta grabar porque puedes dar un paso atrás, observar el trabajo realizado y corregir un arreglo para que la canción suene lo mejor posible. Pero, cuando tocamos en directo, todo fluye muy directamente. En realidad, es como grabar en vivo, por eso ni yo ni la banda podríamos hacerlo de otra manera».
Tampoco le preocupan las voces que se alzan reclamando el soul como patrimonio exclusivo de la cultura negra. «En la época en que vivimos, la gente debería ser capaz de valorar la música por lo que es, sin que factores como la raza o la edad tengan ninguna influencia. El soul no pertenece a ningún grupo en particular, y es la música con la que crecí, así que no veo motivo alguno para que me critiquen por hacer algo que amo y que llevo haciendo toda la vida. En toda mi experiencia profesional, la raza nunca ha sido un problema para nadie con quien haya tocado, y espero que eso no cambie ahora», asevera un cantante que, puestos a elegir héroes musicales, lo tiene claro. «Cambio de favoritos cada día, pero me encantan Bobby Womack, Johnny Adams, Julius Cheeks, Conway Twitty y, por supuesto, Sam Cooke».
Reed asumió funciones de asesor musical en una iglesia, y teniendo en cuenta la conexión espiritual de un género con raíces gospel, resulta interesante saber sobre sus creencias. «No diría que soy una persona religiosa, pero sí admito que tengo fe. Entiendo el poder espiritual del gospel y de la música en general, y creo que es parte de lo que la hace tan grande».
Un tema del que seguramente no habló con los madrileños The Right Ons, que han grabado con Ed Valauskas y con quienes compartió un tour. «Son grandes amigos míos, y una banda realmente divertida. Se fueron de gira por Estados Unidos y se llevaron mi furgoneta. ¡Supongo que eso demuestra cuánto confío en ellos!»
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