En noviembre de 2001 se ponía a la venta el primer iPod, ahora, cinco años y medio después, y más de diez modelos diferentes, el reproductor creado por Apple lleva vendidos más de 100 millones de unidades y 2.500 millones de canciones (y 50 millones de programas de televisión y un millón trescientas mil películas) desde iTunes, su tienda online. Convertido en icono de consumo –si tienes un iPod eres cool–, el iPod ha supuesto un cambio radical en la manera de entender la relación del consumidor con la música –desde luego no para mejor, pero no necesariamente para peor– pero, sobre todo, ha supuesto para sus creadores la salida del gueto en el que estaban sumidos con sus ordenadores, los “Mac”, tras perder hace décadas la batalla librada contra su odiado Bill Gates y el entorno Windows. Lo irónico de todo esto es que si Gates hoy vive una situación de prácticamente monopolio informático con su sistema operativo (o sin prácticamente, pues la cuota de mercado que representan Linux y Mac es mínima), Apple parece estar generando otro monopolio, el de la venta de canciones en red, competencia casi exclusiva de su tienda iTunes.
Tal ha sido el impacto social del iPod que a él le debemos este fenómeno tan curioso de que la práctica totalidad de los medios de comunicación –por rigurosos que sean con su libro de estilo y con las normas de la Real Academia de la Lengua– no tengamos reparo en escribir nombres de marcas reproduciendo la grafía comercial de las mismas, con la “i” inicial en minúscula y la primera consonante en mayúscula: iPod, iTunes, iBook… ¿Estamos “iDiotas” o simplemente somos tan modernos como el que más?