El pasado 25 de marzo, apenas unas horas antes de su actuación en Madrid, Gernot Dudda pudo entrevistar a Lenine en el estudio de Radio Círculo para su espacio “Orient Express”. El brasileño presentaba Labiata, su esperadísimo primer trabajo de estudio en seis años. Su “mistura” sonora, los “parceros” que han colaborado con él, Led Zeppelin, el equilibrio sostenible, la creación de un ámbito de colaboración latinoamericano y las orquídeas y flora brasileña, fueron algunos de los fugaces temas de esta conversación “exprés” que aquí transcribimos.
Texto: GERNOT DUDDA.
Me ha sorprendido gratamente la participación de Carlos Núñez en el disco. ¿Cómo le llamáis a eso, “parceria”?
Sí, la “parceria”, la “cumplicidad”. Yo creo que es la mejor palabra.
¿Y cómo fue en este caso?
Muy especial. Soy fan de Carlos Núñez desde hace mucho tiempo. Ya habíamos prometido hace tiempo llegar a compartir alguna cosa. Y tuve la posibilidad cuando Carlos fue a Brasil. Y después grabé con él para el nuevo CD, el nuevo álbum de Carlos Núñez, Una otra fase, que es un homenaje a la influencia mora que se quedó en Brasil, en el nordeste del Brasil.
Esto, en tu caso, es ampliar la “mistura” a las raíces moras también.
Esto es más que una “fusión”. Es una “confusión” [se ríe]. De tendencias, expresiones culturales. Yo creo que Brasil tiene un alma que es un reflejo de todas esas influencias.
Y además tus discos son siempre reflejo de esa “mistura”. En tu caso, ¿es difícil hablar de un género sólo en Lenine? Aunque no hay que olvidar que tú, sobre todo, lo que eres es rockero…
Creo que sí. Más que un rockero un “pedrero”. Un albañil [se ríe a carcajadas].
¿“Pedrero” es “albañil”?
Sí, sí. Yo creo que sí. Fue el rock el que me capturó para el mundo de la música. Fue a causa de Led Zeppelin por lo que me gusta la música. Era un sueño de lo más distante. Y hoy pues puedo estar aquí hablando contigo en un “portuñol” pésimo.
Un “portuñol” perfecto, Lenine. Fíjate que ahora que has mencionado a Led Zeppelin, estábamos escuchando hace un instante “O céu é muito”, que eso es Zeppelin, ¿no? Muy Zeppelin.
Yo creo que sí. Creo que este disco ha sido todo un exorcismo.
Llevabas por lo menos seis años sin grabar. Canciones nuevas, me refiero.
Sí, pero no por falta de canciones nuevas. He seguido grabando pero en directo, los dos últimos discos. Es una pequeña confusión, yo he estado grabando todo el tiempo. Y no sólamente para mí sino para otros artistas. Yo produje muchos otros discos de artistas brasileños y no brasileños. Como es el caso de Tcheka, de Cabo Verde.
Sí, señor. Estuvo también aquí en el programa, y hablando maravillas de ti, por cierto.
Ah, qué bueno. Somos todos hermanos. Y aquí tenemos la misma raíz, ¿no? Tenemos la misma herencia romana. Yo soy un latinófono.
Me ha sorprendido lo de la influencia mora en Brasil.
Es cierto. Toda la modalidad de la música nordestina. Yo creo que se ha quedado desde los tiempos del Descubrimiento, del Tratado de Tordesillas. De toda esta historia.
¿Tú también estás en el disco de Carlos?
Sí, en el nuevo. No creo que aún haya salido. Hace una gran aproximación, de conocer un poco más, de intercambiar ideas y culturas, ¿no?
He leído que era la primera vez que has usado a los mismos músicos durante todo el proceso de grabación del disco. ¿Esto es cierto?
Sí. Y es un gran factor de diferenciación de otros trabajos. Antes, en cada canción, en cada “track”, usaba músicos distintos. Era una aproximación diferente. El hecho de haber empleado a los mismos músicos para todas las canciones le ha dado un valor de “organicidad”…
¿”Organicidad”? ¿Te refieres a un sonido más orgánico?
Sí, y a la intuición. Está muy presente en todo el disco.
O sea, que es cierto también que no tenías nada escrito antes de entrar en el estudio. Todo se hizo allí.
Sí, me impuse cambiar la mecánica del proceso de composición. Dos años atrás pude hacer una banda sonora para un espectáculo de danza para un grupo que se llama O Corpo. El título es “Breu”. Y pude entrar en un estudio sin saber nada de lo que hacer. Me pidieron sólamente de 40 a 50 minutos de “ineditismo”. ¿Ineditismo?
Sí, piezas inéditas, música inédita. De hecho tú no lo consideras un encargo sino un disco más de tu discografía.
Eso es. No tuve mucho tiempo para el instante del proceso de grabación. A pesar de parecer que los dos trabajos fueron grabados en directo. La suma de todas esas experiencias conducen a Labiata. Tiene una pulsación, una energía especial.
Labiata es un tipo de orquídea. ¿Por qué te gustan tanto las orquídeas?
No lo sé. Sé que es como una droga para mí. No lo sé explicar. Lo descubrí hace ocho años atrás y es como un virus. Tengo de 2.000 a 3.000 plantas. Voy a hacer un banco genético de las plantas brasileñas, que es muy necesario.
¿Dónde? ¿En tu casa?
Sí. Tengo un sitio en la montaña. Construí un sitio específico para la conservación de las plantas y es un mimo, un placer mayor.
Un placer, pero también una necesidad de preservar esa naturaleza. Creo que lo cuentas muy bien en “Lá vem a cidade”.
Sí, pero de forma optimista. No es un canto tan apocalíptico como pudiera parecer. No hace falta esperar cien años para las mudanzas. Esto tiene que acontecer ahorita mismo. Si no es tarde ya. Esos cien años que dice la letra son algo muy optimista.
Supongo que separar la realidad del contenido de tus canciones es imposible. Tú sigues siendo un periodista de lo que ves.
Un “cronista”, es la palabra. Creo que hago reportajes pero musicales. Pero no me diferencio nada de tu trabajo, por ejemplo. Creo que es lo mismo.
Háblame de Arnaldo.
Antunes.
Antunes.
Es alguien muy especial. Para mí no es sólamente un gran creador sino también un pensador de la cultura contemporánea hecha en Brasil. Arnaldo es una de esas personas que sólo nacen de muchos en muchos años. De él puede surgir tanta generosidad, pero también tanta profundidad, tanta delicadeza. Yo soy fan. Pero soy fan de muchas personas especiales y todos están acá conmigo.
Aquí en el programa estuvo hace mucho tiempo también Paulinho Moska. No sé si le conoces…
¡Es mi “parcero” también! [Se ríe]. Es una casualidad que no estuviera también en Labiata.
Paulinho hablaba de la necesidad de hermanar a muchos creadores de Latinoamérica en torno a una misma curiosidad existencial por la cultura, la vida, la música… Algo que abarcara todo el cono sur para poder incluir también a Drexler, Jorge, por ejemplo. Gente de Brasil, Argentina, Chile, Uruguay…. Compartir un ámbito común.
Es una aproximación normal y tiene que ver con una herencia romana de la que hablábamos hace poco. Nos aproxima y es muy interesante porque todo tiene una misma raíz y sin embargo parece todo tan distante. Lo digo muchas veces acerca de Brasil y con la relación que tiene con sus vecinos. Es más fácil para mí hacer una tourné por Europa que por América del Sur. Es incomprensible. Soy como Paulinho Moska y muchos otros que han insistido en una aproximación, una droga de ideas, una manutención y un descubrimiento de una misma cultura que permita hablar a todos los latinos. Yo soy, antes de todo, un latinófono. Es una posibilidad real de aproximación y de intercambiar experiencias.
¿Por qué lo llamáis Música Popular Brasileña, las siglas MPB?
Para mí no es Música Popular Brasileña. Para mí MPB es Música Planetaria Brasileña. O Música Plural Brasileña. O Música Predatoria Brasileña [se ríe].
Sí, eso te lo he leído alguna vez y me hizo mucha gracia. O sea que ironizas con esto, te ríes.
Sí. Es un rótulo. No me interesa el rótulo. Para mí lo más digestivo que puedo usar es “contemporáneo”. “Contemporáneo” es bueno.
Es imposible ponerle nombre a la música que se hace en Brasil.
Es imposible. No lo puedo imaginar. No puedo entender cómo se puede meter la música en estanterías.