Loquillo
17 de abril de 2009
Sala Joy Eslava, Madrid.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Cuando uno acude a un concierto de Loquillo siempre sabe que va a presenciar un espectáculo de categoría. Pero su actuación del pasado viernes en Madrid fue mucho más que un gran concierto de rock and roll. Fue una nueva consagración.
Todos conocemos su trayectoria, sabemos de quien hablamos y somos conscientes de sus años de experiencia en el oficio musical e ideológico sin adscripciones políticas (lo suyo es algo más verdadero e imperecedero). Pero el caballero del Clot no solo está viviendo una segunda juventud (¿o tercera?), sino que ha dejado patente que su nombre es estilo, saber hacer y ante todo una insignia de coherencia y respeto a sí mismo.
Hace un año, con la edición de Balmoral, Loquillo no sólo iniciaba trayectoria solista, sino que paría un disco monumental con el que daba una lección a cualquiera que quiera saber qué es el rock and roll español en su punto exacto de madura cocción. Presentaba un equipo de trabajo perfectamente engrasado, formado por sus más nobles escuderos (Stinus, Sopeña, Paskual) y puso en marcha una gira siendo respaldado por una banda de ensueño. Buenos conciertos, buen repertorio. Pero la segunda parte del tour Balmoral es algo aún mejor. El grupo suena pétreo como una roca y cada uno cumple su misión con honores y con personalidad. Sí, cubren a su jefe, pero éste es inteligente y sabe cómo dejarles brillar. Igor Paskual es la energía guitarrera, Stinus la sabiduría a las seis cuerdas, Laura Gómez Palma una bajista de gran estilo, Laurent Castanegt la percusión con alma y Mario Fueyo la bisagra que aporta matices desde los teclados.
Loquillo, por su parte, no sólo es líder de su banda y señor de sus canciones. Cuando pisa el escenario cualquiera entiende que el barcelonés comanda un movimiento legendario: El rock español. Ya no es que sea una estrella, es que se trata de la encarnación de unos valores escritos en canciones, una forma única de entender la música. Un código de respeto, una forma de vida. Bajo su espalda cae el legado de algunos de los nombres míticos la música española. Porque ya no sólo hablamos de cuero y electricidad, sino de música de autor e incluso pop. Por eso es fácil entender la inclusión en el repertorio de aquella noche de canciones como “Con elegancia” o la bailable “Sol”, en perfecta armonía con piezas de calibre rockero como “Línea clara”.
Fue precisamente con una acelerada versión de este último tema con la que se inició un concierto que duraría dos horas y cuarto. Loquillo y su banda destilaron fuerza y entrega, defendiendo un repertorio no sólo acertado, sino valiente. Únicamente cayeron cinco temas de la primera etapa de su líder, cuando comandaba los Trogloditas. ¿El resto? Clásicos modernos. ¿A quién le importa que no sonaran ni “El ritmo del garaje” ni “Rock and roll star”? A nadie. El público coreaba las recientes “Memoria de jóvenes airados” y “Cruzando el paraíso” con la misma energía que concesiones míticas como “Cadillac solitario” o “La mataré”, esta última felizmente recuperada al margen de polémicas absurdas y perfectamente ejecutada por la banda. De hecho, la versión que se escuchó esa misma noche en la Joy Eslava superó tranquilamente a la famosa versión en vivo de A por ellos que son pocos y cobardes.
Hermanos de sangre (aquel maravilloso combo cuádruple en vivo editado en 2005) es todavía cercano en el tiempo, pero sería una gran idea capturar la vibración del Loquillo de 2009 en CD, sobre todo teniendo en cuenta lo renovado que ha sido el repertorio. “Rock suave” goza de nuevos arreglos por parte de Stinus, la ya citada “Sol” se presenta en una nueva versión rockera (muy similar al remix del single), “El rompeolas” pierde matices rockistas para tornarse en canción pura y dura (adiós a los solos de guitarra) y “Arte y ensayo” cobra nueva vida mediante la batería de Laurent.
Según avanzaba el concierto, público y banda se fundían cada vez más, en una tormenta de retroalimentación que sólo algunos nombres consiguen en el escenario. Loquillo es uno de ellos. Dejó satisfecho al respetable apoyándose en un repertorio reciente. ¿Cuántos pueden decir eso? Ni los Stones. Ha llegado a tal punto la excelencia de su producción que puede jugar con su repertorio y tener siempre de su lado las cartas ganadoras. Eso es un triunfo, y esta nueva gira también.