Joaquín Sabina
«Dos mejor que uno» / «Por el túnel»
EPIC/CBS, 1984
Texto: JUAN PUCHADES.
Este single, que incluye en la cara A «dos mejor que uno», canción escrita para la película del mismo título dirigida en 1984 por Ángel Llorente, es toda una rareza en la discografía de Joaquín Sabina. Y lo es no sólo porque tal canción únicamente se pueda localizar en este 45 y jamás haya conocido reedición alguna, es una rareza también porque de la producción y arreglos se encargó –por primera y última vez para el de Úbeda– Josep Mas «Kitflus» –componente de Iceberg y Pegasus–. Pero, por si no hubiera bastante, esta pieza olvidada por el tiempo avanza al Sabina que tiene que llegar en su siguiente LP, Juez y parte: El Sabina de sonido definido y con maneras propias de componer, ya con el sello de la casa.
«Dos mejor que uno» es un single entre álbumes, publicado, concretamente, después de Ruleta rusa –la cara B del 45 es, de hecho, un tema de ese elepé, «Por el túnel»– y antes del mencionado Juez y parte. Pero «Dos mejor que uno», la canción, estilísticamente se aproxima más al segundo que al primero: en la actitud vocal, en los arreglos y en la estructura de la letra –alrededor del argumento de la película– que por momentos recuerda a «Cuando era más joven», con la que también guarda ciertos paralelismos melódicos. Un tema, en suma, que adelanta al Joaquín Sabina que fijaría su propio estilo un año más tarde en Juez y parte, el LP que sería su primera obra rotunda y con el que comenzaría a llegar a nuevas audiencias.
En su día, esta canción –de resonancia country, especialmente en la guitarra– sobre amistades de largo recorrido y triángulos amorosos –aunque de final esperanzador: la amistad está por encima de las mujeres, viene a transmitir–, pasó tan desapercibida como la película para la que fue concebida. La letra es puro sabinismo: «Un día nos vimos ajenos y adultos, / envueltos en trajes de boda, / despachos y olvido, / movidos por un ordenador oculto, / cada vez más lejos del mar, / cada vez más perdidos. / Y descubrimos que volver del revés, / mujer, amor, amigo, celos, / era un camino para ver / junto al asfalto florecer / un huerto entre los rascacielos. / Y descubrimos que ocho y dos suman diez / y que dos son mejor que uno / y comprendimos a la vez / que dos y uno suman tres / cubiertos para el desayuno. […] Vimos enseguida que no había manera / de subir de la mano los tres / juntos por la escalera, / cuando ella te dijo ‘me caso contigo’, / a mí me tocó en la función / el papel de testigo».