Una sección de JUANJO ORDÁS.
Punk gótico, tres minutos de canción, coros de ultratumba y a por otra. Fuck it, we’ll do it live (Demolition/SPD) es el nuevo trabajo de WEDNESDAY 13 [en la foto], un caballero que viene a ser un cruce entre Alice Cooper y Mike Ness, sin la genialidad de ambos pero con muy buenas maneras musicales y de imagen. Sin trampa ni cartón, Fuck it, we’ll do it live es un disco en directo bien crudo, un suculento precocinado que sin pasar por cocina se sirve caliente para los amantes del punk rock más directo. Lo más divertido de Wednesday 13 es que ha dotado a sus creaciones de una imaginería propia de la serie B. Nada nuevo, se trata de una apropiación lícita pero ya bastante saturada a nivel cultural que, pese a ello, funciona bastante bien. Es fácil deducir que los Misfits son una de las principales influencias que el vocalista y guitarrista maneja, pero el tipo se sale con la suya y hay que admitirle personalidad y tino. Será pasto del “underground” de por vida, pero la filmación en DVD que acompaña al disco presenta a una banda bastante cómoda en un reducido club, rodeados de fieles y con la parafernalia precisa.
Lo de KID ROCK no deja de ser sorprendente. No sólo porque haya pasado del rap al rock sureño con comodidad, sino porque ha conservado su credibilidad intacta. Para los europeos el rapper de Detroit saltó a la fama con Devil without a cause (Lava, 1998), un buen disco que aglutinaba el rock y el rap con acierto, especialmente si tenemos en cuenta que en el año de su edición ese tipo de “crossover” ya había sido mascado y fagocitado por la industria musical desde hacía tiempo. Aun así el disco aportaba un descaro que se echaba de menos en un mundo dominado por estrellas sin carisma, cada vez más interesadas en demostrar la profundidad de su música mediante un estatismo físico y emocional deplorable. Pero Kid Rock no tenía problemas en gritarle al mundo que iba a comerse vivo el sueño americano y de hecho no sólo llegaría a vivirlo, sino que lo explotaría. Han pasado los años, Kid Rock es una estrella en EEUU y parte de Europa (aunque en España casi nadie sepa quién es). Es conocido por su música, por su pareja (Pamela Anderson) y ahora mismo debería ser reconocido por haber caído de pie e ileso tras haber efectuado un brillante salto mortal sin red. Dicho salto tiene nombre: Rock and roll Jesus (Warner), su último trabajo, un disco que tras significativas escaramuzas anteriores le sitúa en los parámetros del rock sureño con orgullo. Y es que lejos de trararse de la obra de una estrella ebria de ambición, el disco es una delicia de cabo a rabo.
Finalizamos con un futuro lanzamiento que dará que hablar: A-lex será el título del nuevo disco de SEPULTURA, primero sin ninguno de los hermanos Cavalera entre sus filas (a este paso van a superar el árbol genealógico de Deep Purple). Pero lo más interesante no es la ausencia de algunos de sus miembros esenciales, sino la temática entorno a la cual gira el trabajo: ni más ni menos que La naranja mecánica. ¿Son Sepultura la banda metálica más adecuada para acercarse a tan mítica e intelectual obra? No, pero habrá que ver qué hacen.