Productor, compositor, intérprete… Nick Lowe es uno de los grandes arquitectos del pop. Un nombre inexcusable que, sin embargo, pocos parecen conocer, aunque los que caen en las redes que tiende cualquiera de sus discos, ya nunca lo olvidan. Esta semana visita España en tres conciertos; una oportunidad única para disfrutar de su directo.
Texto: EDUARDO GUILLOT.
Es uno de los grandes. Puede que no aparezca en el listado de influencias que citan las bandas de moda, o que no le haya alcanzado ninguna reivindicación “revivalista”, pero sin la capital aportación de Nick Lowe es imposible entender la evolución de la música pop inglesa desde principios de los años setenta. Así de rotundo. Ni el pub rock, donde militó. Ni el punk, que contribuyó a apuntalar con sus producciones. Ni la nueva ola, que protagonizó en primera línea de fuego con hits propios, como esa joya titulada “Cruel to be kind”, o ajenos, como la mayúscula “(What’s so funny ‘bout) peace, love and understanding”, que llevó a lo más alto su colega Elvis Costello.
A punto de cumplir sesenta años, Lowe no pierde el tiempo mirando hacia atrás, y recorre el planeta presentando At my age (2007), un disco que le muestra en plena forma y que ha coincidido en las tiendas con la reedición de su primer álbum en solitario, Jesus of cool, que en Estados Unidos apareció con el título de Pure pop for now people. Quizá el cambio se debiera al reaccionario puritanismo estadounidense, reacio a frivolizar con la figura de Jesucristo, pero era imposible definir mejor su contenido: Puro pop para gente de ahora. Tres décadas después, lo sigue siendo.
Un título como At my age suena a declaración de principios. A “Este soy yo, ahora”. Y es fantástico. ¿Crees que, finalmente, hemos asumido que el rock and roll ya no es sólo un asunto de gente joven y rebelde?
Sí, eso creo. Cuando yo era joven, tocar rock and roll era algo que no podías seguir haciendo a los cincuenta años. Estaba fuera de duda. Por supuesto, actualmente hay gente incluso más vieja que yo que lo está haciendo, pero en aquella época parecía que no podías tocar música pop blanca más allá de la treintena. Otros géneros sí: nunca eras demasiado viejo para el jazz o el blues. Y, más recientemente, el country & western. Frank Sinatra tuvo hits en los años sesenta, pero fue el único. Incluso Elvis Presley era considerado mayor cuando cantaba a los cuarenta.
¿Cómo lo has asumido tú?
Recuerdo conscientemente pensar cómo iba a grabar y presentarme a los demás a media que iba haciéndome mayor. Fue un periodo muy duro, en los años ochenta, cuando mi carrera como estrella pop había terminado. Había tenido un par de hits, había producido algunos discos para otros artistas y había escrito unas cuantas buenas canciones, y pensé que debía buscar un modo en el que utilizar a mi favor el hecho de envejecer, haciendo cosas de las que no me sintiera avergonzado. Así que utilicé la edad como una ventaja. Hay artistas que pretenden mantenerse toda la vida como si estuvieran en la veintena, y eso me parece humillante, es algo que he evitado a toda costa. Si tienes que pagar el alquiler y poner comida en la mesa, debes hacer todo lo que puedas, pero intenté buscar un camino distinto.
Hablas de un proceso mental que es usual ahora entre los rockeros veteranos. Hay muchos entre los 50 y los 60 años, e incluso mayores, que están haciendo sus mejores discos. ¿Cómo te lo explicas?
Es algo que ya hemos aceptado. Se pueden hacer grandes discos a edad avanzada, como han demostrado Johnny Cash o Merle Haggard. Puedes cantar y dirigirte a una audiencia que siente lo mismo que tú. Entre mi público, la gente más joven tiene treinta años. Muy ocasionalmente hay veinteañeros. Disfrutan del show, pero su presencia es poco habitual. De hecho, me sorprende cuando ocurre, pero me encanta que vengan a verme, entiendan lo que hago y les guste. En realidad, tampoco es tan difícil de entender (risas).
Has producido y escrito para otros con frecuencia. ¿Crees que ese trabajo ha relegado a segundo plano tu trayectoria como solista? Jesus of cool, tu primer LP, no ha sido rehabilitado hasta este año, tres décadas después de su aparición.
Sí y no. Cuando grabé Jesus of cool había estado produciendo discos para otra gente y me había dado cuenta de que había llegado mi hora. Hay un momento en que sabes que debes hacerlo, y de repente me di cuenta de que una voz me decía que diera un paso al frente, que era mi turno. Recuerdo que cuando grabé el disco no pensaba que fuera tan bueno, realmente no sabía lo que estaba haciendo. Me parece muy descarado e irreverente. Había hecho algunas producciones, sobre todo con Elvis Costello, y suponía que la gente lo valoraría, pero no ocurrió gran cosa. Tampoco me afectó demasiado. Me sentía rebelde, no jugaba el juego de los demás ni era parte del sistema, y pensaba que cuando fuera un poco más mayor haría algo realmente bueno. Treinta años después, se ha reeditado y ha tenido un gran recibimiento, lo cual me parece una locura.
Has mencionado a Elvis Costello. ¿Cómo definirías vuestra relación?
Somos muy buenos amigos, aunque no nos vemos a menudo, como me pasa con mucha otra gente. En el negocio de la música es muy común sentirse muy cerca de gente a la que ves con poca frecuencia, porque siempre estás viajando. Siempre me ha hecho sentir como el hermano mayor que desaprueba el comportamiento del pequeño. No me gusta todo lo que hace, pero le admiro, creo que es un gran artista.
En aquel momento estaba naciendo la new wave, pero tú venías del pub rock. ¿Consideras que fue el primer paso hacia el punk?
Sí, no hay duda sobre eso. El pub rock fue un fenómeno londinense. Intentaron crear una escena similar en otras ciudades y no funcionó. No era halagador formar parte del pub rock, aunque yo mismo he usado la definición. Era música para chicos, de raíz blues, y la culpa la tuvieron Dr. Feelgood. No me malinterpretes, era una banda fantástica. Pero les salieron muchos imitadores, y es muy fácil, como todos sabemos, tocar blues, y es incluso más sencillo tocar blues realmente mal. La reputación del pub rock estaba por los suelos, porque había un montón de bandas que se dedicaban a copiarles mal. Pero en la escena había gente muy interesante: Elvis Costello, Dire Straits, Ian Dury… Creo que el punk rock inglés salió directamente de allí, porque los pubs necesitaban grupos para tocar y empezaron a contratar a los punks. Era todavía muy “underground”, pero era mucho más sexy que todos aquellos tipos tocando blues.
¿Te sentías respetado por las bandas punk, pese a proceder de una generación anterior?
Supongo que sí. Todavía hoy, cuando me encuentro con músicos más jóvenes, parecen pensar que soy alguien que ha ido por su propio camino, haciendo lo que ha creído correcto en cada ocasión. Imagino que es por eso.
Fuiste el productor del primer LP de The Damned. ¿Fue fácil?
Bueno, quizá fácil no sea la palabra precisa (risas). Creo que eran realmente buenos. Eran jóvenes y tenían una energía increíble. Pero recuerdo que, durante la grabación, me llamaban abuelo. ¡Y yo tenía 26 años! Cuando escucho de vez en cuando canciones suyas en la radio, como “New rose” o “Neat neat neat”, suenan fantásticamente, no puedo creerlo. Ya eran muy buenas cuando las grabamos, pero es genial que treinta años después sigan sonando así.
¿Cuáles son, en tu opinión, las cualidades necesarias para ser un buen productor?
Hoy en día, no lo sé. Producir un disco es algo que hacen los ingenieros, cosa de ordenadores. Cuando yo lo hacía, estaba relacionado con manejar a la gente. Tenías que buscar dónde estaba su poder. Por ejemplo, puede estar en el cantante, que aparece en las fotos de prensa y todo el mundo piensa que es genial, o puede estar en el bajista, que no dice nada, pero es el motor de la banda. He disfrutado mucho buscando la fuente de poder de los grupos. No se trata de persuadir a los músicos, sino de conseguir que ellos piensen según tus ideas. Hacia los ochenta, las cosas cambiaron y se convirtió en algo aburrido para mí, mucho menos interesante. Hoy necesitas conocimientos técnicos, y yo no los tengo, en mi caso tenía más que ver con mantener a la gente excitada y con ganas de ir más allá, de no sentirse satisfecho con cualquier cosa. O de encontrar lo que buscas de inmediato y darte cuenta de que lo tienes, de que no hace falta seguir buscando.
Dave Edmunds y tú erais una estupenda pareja musical, como demuestra el disco de Rockpile. ¿Por qué la banda no duró más tiempo?
Creo que fuimos una gran pareja, pero los dos somos bastante perezosos. Tengo una teoría sobre lo que pasó con Rockpile. Hicimos muchas giras por Estados Unidos como teloneros para grandes grupos, como Bad Company, The Cars, Tom Petty & the Heartbreakers, Blondie… Nos divertíamos más que los cabezas de cartel, y creo que eso nos permitió no llegar a ser nunca un gran grupo nosotros mismos. Quizá los demás no estarían de acuerdo conmigo, pero así fue en mi caso. Veíamos los gigantescos estadios donde tocábamos y nos espantaba pasarnos la vida actuando en esos sitios. Incluso hoy, no me gustan para ver música en directo. Sabíamos que si crecíamos tocaríamos en lugares así y haríamos exactamente lo mismo cada noche. El dinero está muy bien, pero siempre hubiera llegado un momento en que quisiéramos dejarlo, porque eso es horrible.
¿Qué podemos esperar del tour que te trae a España en unos días?
Iré con banda, y el “setlist” incluirá canciones de toda mi carrera. En Estados Unidos he hecho algunos shows en solitario. En un par de ellos, de carácter benéfico, toqué con Ry Cooder y Jim Keltner. Me gusta actuar solo, pero también con la banda, porque es diferente. Muchas canciones las interpreto en los dos formatos, pero con el grupo puedo hacer otras cosas. Me divierto mucho con los chicos, llevamos mucho tiempos tocando juntos y lo pasamos en grande.
Estas son las fechas de los conciertos españoles de Nick Lowe:
12-XI San Sebastián. Victoria Eugenia.
14-XI Madrid. La Riviera.
15-XI Valencia. Greenspace.