Rockola Discos. 19 de septiembre de 2008

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Rockola Discos. 19 de septiembre de 2008Revólver
21 gramos

WARNER

Excelente trabajo de Revólver, artesanal y cuidado. Ha sido el mismo Carlos Goñi quien se ha encargado de tocar la mayoría de los instrumentos, produciendo la obra en su propio estudio de grabación y firmando, obviamente, cada uno de los temas que lo integran. Se trata por ello mismo de una grabación muy personal e imaginamos que fundamental para su autor, igual de fundamental que será para cada sus seguidores. Revólver siguen sonando a Revólver, las clásicas melodías de Goñi inundan el minutaje del disco y su característica guitarra sigue ahí, aunque esta vez la sonoridad del trabajo haya encontrado manto bajo la música fronteriza americana –sentándole como un traje a medida, francamente–. La crudeza de la tierra de nadie encaja en la calidez de las canciones, directas pero pensadas.
    En una primera aproximación a este 21 gramos la orquestación del tema que abre fuego puede descolocar un poco al oyente, y es que «Tiempo pequeño» es un buen single pero no una referencia exacta de lo que deparan los demás temas. Sí, las orquestaciones volverán a aparecer (¡y qué bien suenan, ciertamente!) pero no son la base del trabajo, pues las seis cuerdas son las que mandan aquí. Esto es rock, pero maduro, abierto y sentido. Muy sentido. Revólver siempre ha combinado la energía rockera con un contenido emocional importante, siendo esa su mayor baza: pulso y letra, la mezcla del elixir de la música popular atemporal.
    La madurez en músicos que han conocido el éxito masivo suele ser una cuestión bastante sencilla: O continúan malviviendo (artísticamente hablando) de aquel sonido que les encumbró, o bien toman la carretera que les corresponde con el motor creativo rugiendo, al margen de ventas, convocatoria y éxito masivo. La segunda opción es la de Goñi, ir a lo suyo (que son las canciones) y mantener vivo un nombre clásico en el rock español con dignidad. Conoce la edad que tiene, sabe que mantiene un público fiel que sin duda disfrutará de 21 gramos como se merece: de cabo a rabo y comprendiendo que el músico está entregando una obra de orfebrería. Hay cierta espontaneidad, claro que sí, las canciones nacen del cariño a la música y al oficio, pero también hay detalles muy bien pensados que las alimentan con arreglos muy conseguidos, complejos incluso. El disco se disfruta solo pero una escucha centrada permite entrar en él de veras. Goñi sabe lo que hace y aquí lo ha hecho muy bien.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Lamatumbá 
Paraguas universal 

PAI

La música del norte de la península suele ser un cruce de caminos. Menos atenazada por la fuerza de un estilo tan popular como es el flamenco, puede empaparse de diversas corrientes y reinventarse con más soltura, con el mismo riesgo de adquirir tics, cierto es también. Y en ese estadio están los orensanos Lamatumbá con su tercer disco en los diez años que llevan en activo pateándose fiesta tras fiesta en sus directos, su forma natural de expresarse.
    Una forma que les permite extender su medio y su mensaje: el baile y la reivindicación. Así, se asientan en tres soportes constituidos por Manu Chao, Os Diplomáticos de Monte Alto y las orquestas gallegas en su emocionante sampler a la grandiosidad de Los Tamara. Y enredándose entre estos soportes encajan otros sonidos como el ska que puede recordar a la Banda Bassotti o a Panteón Rococó –“Malas herbas” recorre ese camino– o esa chulería de Víctor Coyote cuando canta a la África lusa en “Camiños”, con esa orquesta que cubre todo el escenario o las bases de merengue de “Convidada” son un claro ejemplo.
    El repaso a estas influencias puede apuntar a una cierta recreación en lo obvio, sin embargo los detalles en los arreglos consiguen que se convierta en un disco consistente: juntar morna y funky, marchas procesionales y vientos latinos es coherente si hay un motivo que lo salpique todo. Y el motivo existe: convertirlas en una verbena de mensajes sociales.
CÉSAR PRIETO.

Rosa Passos 
Romance

TELARC/INDIGO RECORDS

El haber logrado mantenerse durante décadas al margen de los vaivenes del torrente musical brasileño le está deparando últimamente a Rosa Passos algunos de los mejores trabajos de toda su carrera. Romance es una verdadera delicia para los oídos y, como es ya habitual en los discos de la de Brasilia, su música vuelve a quedar muy por encima de la consideración de que es jazz lo que no bossa-nova. Es un verdadero privilegio poder escuchar a esta mujer; disfrutar de sus obras, de la sutileza de sus arreglos, de su voz; de la transformación tan personal que logra de todas las canciones que interpreta. Una misión que ella asume con pasmosa humildad por su carácter de mandato divino.
    Nosotros, pobres mortales, nos hacemos chiquitos e insignificantes por aquí abajo cuando la escuchamos mecida por las canciones de Antonio Carlos Jobim (“Por causa de voçe”, “Eu sei que vou te amar”), Djavan (“Alibi”), Ivan Lins (“Doce Presença”), Joao Donato (“Cade voce”) u otros importantes compositores brasileños. De este trabajo no dejó una sola copia sin vender a la salida de su última actuación en Vitoria, y no es para menos.
GERNOT DUDDA.

Metallica 
Death magnetic

WARNER

¿El mejor disco de Metallica desde los albores de los 90? Cuestión de gustos, aunque lo que está claro es que han grabado una gran obra. ¿Está Death magnetic a la altura de sus obras clásicas? Digamos que no desentona. El espíritu de los jóvenes Metallica de mediados de los 80 se evoca con éxito aunque sin caer en la caricatura y, sobre todo, mediante un sonido muy actual –hay guiños al pasado bien llevados pero la sensación es novedosa–.
    Estructuras complejas (¿cómo se pueden aprender estas canciones?), una producción lujosa (los estudios de grabación profesionales siguen siendo muy necesarios) y unos instrumentos que golpean sin miramientos. La voz de James Hetfield sigue siendo la de siempre, estruendosa, supurando testosterona y rabia como nunca mientras las baquetas de Ulrich se mantienen en plena forma y Hammet vuelve a tocar al estilo clásico (muy buenos solos). Por su parte Robert Trujillo llena con su bajo las canciones, ayudando a conseguir esa musculatura tan propia de los temas de los “cuatro jinetes”.
    La duración de las piezas es generosa aunque son tan directas e incisivas que no precisan de muchas escuchas para clavarse en la memoria de los fieles seguidores del grupo, aunque quizá los no iniciados se sientan incómodos al ser sacudidos por la fuerza y barroquismo de este trabajo. Aun así, aunque haya que tomarse tiempo para acceder a una escucha adecuada, bien merece la pena el esfuerzo.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Profesor Popsnuggle
El fin de las colonias africanas

LUCINDA RECORDS

Sorprendió el primer disco de Profesor Popsnuggle hace cuatro años. Su mezcla de indie y dabadabada era una ocurrencia graciosa en una música alternativa mínimamente despistada. Hoy, que sigue despistada, ellos han pegado un volantazo inesperado para acceder a un nuevo público. Aquel que disfruta con una música en castellano sin pretensiones exageradas y con una elegancia estricta.
    Canciones que pueden tirar a la impersonalidad, pero que con cierta inteligencia y cierta maestría pueden resultar vitales y reconfortantes. Y si se añaden una letras escritas con sensibilidad –demasiado nostálgicas, pero indiscutiblemente evocadoras– el conjunto se tiñe de riqueza y colorido. Y se llena de cromatismo en unas guitarras mesuradas en sus límites, sin excederse, sin decaer, como en la aleccionadora “Has perdido el tiempo”.
    Aunque en ocasiones se desvían hacia texturas más folk, incluso llegando a tempos de blues, lo cierto es que brillan conforme van avanzando las canciones y la electricidad cobra más protagonismo. Y así un disco que ofrecía pocas esperanzas se transforma en un muestrario de pequeñas joyas: la inmediatez y frescura de Si estás cerca o los ecos delicados de los 60 en “Mónica 27” y en “Agua Pasada”, puro sonido Torrelaguna. No está la producción de Rafael Trabucchelli ni la orquesta desmesurada, pero sí la luminosidad y la emoción que hicieron grandes a Los Ángeles o Los Pasos.
CÉSAR PRIETO.

Chucho Valdés
Clásicos cubanos
Canto a Dios

FACTORÍA AUTOR

Es muy probable que si no fuera por Factoría Autor, nos hubiéramos perdido estas dos gemas del pianista cubano, grabadas en estos últimos tres años, y que hablan por sí solas de la tremenda elocuencia de Chucho al piano. Sobre todo le sitúan en dos focos intensos de la actividad que ha desarrollado durante su larga carrera: la reivindicación histórica del cancionero cubano (Clásicos cubanos) y la música sinfónica (Canto a Dios). El primer caso se trata de una grabación registrada el 28 de enero de 2005 en el Teatro Amadeo Roldán de La Habana. Decir que se presentó solo con su piano, al desnudo, es una memez, porque le basta para llenarlo todo. Pero quiso aproximarse, en un formato más íntimo, a las canciones que han marcado la historia de Cuba y, de paso, algunas propias (“A Ernesto”, “Para Pilar”, “La habanera de Lorraine”, “Amanecer”). Así, composiciones de Gonzalo Roig, Leo Brouwer (su gran favorito) o Adolfo Guzmán, o las grandes clásicas de Miguel Matamoros (“Son de la loma”) y Moisés Simons (“El manisero”), suenan a lomos de Chucho airosas y bien dotadas, rompiendo todas las divisiones –si las hubiere– entre la música culta y la popular. Esto no es “latin jazz”, está claro, sino música cubana 100% tabaco, pero en Chucho las improvisaciones jazzísticas están a la orden del día y siempre embellecen. Un trabajo memorable presentado además en formato de DVD + CD. ¡La primera vez que se puede admirar en directo a Chucho en un DVD!
    Más reciente aún es la grabación de Canto a Dios, una extraordinaria obra sinfónica realizada con la Orquesta Sinfónica de Cuba y que revela la absoluta madurez y dominio de Chucho en este campo, algo que no mucha gente sabe. Pero aquí ha ido incluso más lejos que con Irakere, a pesar de que el jazz, la influencia yoruba y el guaguancó también impregnan aquí muy buenos pasajes. Chucho se vuelve místico, tremendamente espiritual, trasladando incluso tal sincretismo religioso a la parte musical, con una polirritmia que empasta de maravilla con los coros y los violines. La obra la compuso como un homenaje a Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina, y refleja con sinceridad y emoción el dolor y la impotencia que tal desastre originó en los corazones de cualquier amante de la música. Una obra trascendental para la que nunca dejó de tener a los orishas de su lado.
GERNOT DUDDA.

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REEDICIONES Y RECOPILATORIOS

Brian Wilson and Van Dyke Parks
Orange crate art

RHINO/WARNER

Coincide la publicación del nuevo trabajo de Brian Wilson (del que hablaremos la semana próxima), con la reedición en CD de este Orange crate art, un álbum de 1995 firmado junto a su socio el compositor, letrista y arreglista Van Dyke Parks; otro pirado como él por las sobreproducciones, por el barroquismo pop, por el trabajo minucioso en el estudio de grabación.
    En realidad, este es un disco de Van Dyke Parks en el que el Beach Boy se limita a poner su reconocible voz. Pero, como ya se ha dicho, ambos beben de las mismas densas aguas, así que los seguidores de Wilson pueden disfrutarlo con el placer de saber que están ante un rareza. Una rareza, eso sí,  en la que el buen hombre canta como Dios y en la que, por momentos, ejerce de crooner para unas deliciosas canciones más próximas al Great American Songbook que al pop o al rock.
    Orange crate art, al igual que el nuevo That lucky old sun, es un homenaje a California, a sus paisajes, a los tiempos pasados, al cítrico más famoso del lugar… Curiosa coincidencia que los dos CDs lleguen al mismo tiempo.
JUAN PUCHADES.

Varios
¡Somos los Mods! Vol 2

BIP BIP

Mod Time, Quant, Blow Up, Nylon 66, Pinball Wizards y Oriol Stardust son nombres que no engañan. Todas estas bandas reafirman con su denominación su filiación a los sonidos inspirados en el pop y el rock de los años sesenta. Ellos y otras 20 formaciones aportan canciones al segundo volumen de ¡Somos los Mods!, el recopilatorio de Bip Bip que pretende tomar el pulso a la escena neosixtie española en la que militan bandas de garaje, ska, R&B, pop, soul, psicodelia… Y lo primero que constatamos que esta escena con fama de previsible y restrictiva (algo que se ha ganado a pulso en más de una ocasión), goza de buena salud. La mayoría de los grupos incluidos en SM2 tienen buenas canciones pero sobresalen los que van un poco más allá de los territorios sonoros ya explorados hasta la saciedad. Nos ha gustado el descaro de Oriol Stardust y su “Top of the hill”; Chest, que gracias a la veteranía de sus miembros demuestra un gran solvencia instruental; el pop de estribillo de Quant, el folk de Carrigans, el cachondeo ye-ye de Nylon 66, y la elegancia de La Naranja China y su “sunshine pop”.
    Cuando más tangencial es el contacto con el mimetismo sonoro, más interesantes son los grupos de SM2 (es el caso de los gallegos Meu), mientras que los que intentan ser un calco de los combos de los sesenta son los más prescindibles (en este caso los grupos que optan por el garaje). En general, el disco merece un notable, nota que podría mejorar si se cuidaran un poco más los créditos, aportando más información sobre los grupos y evitando gazapos en la atribución de los temas.
ÀLEX ORÓ.