Fangoria, la nueva carne entre pianos y máquinas

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«La seriedad y lo trivial conforman parte del corpus teórico y artístico de Fangoria»

 

A propósito de su nuevo disco de directo, A todo piano – A todo láser, Alaska y Nacho Canut se reúnen con nuestro compañero Ignacio Reyo para profundizar en el sentido y las intenciones de este trabajo, además de otras anécdotas de toda una vida en la música y de esta dualidad.

 

Texto: IGNACIO REYO.
Fotos: JUAN PÉREZ FAJARDO.

 

La prueba de la metamorfosis. Si una canción es buena, remézclala, hazla acústica, a piano, a capela… lo que sea. Si el resultado en todas las variantes es satisfactorio es que la canción vale por sí misma, da igual con qué la adornes. Ese concepto se da en el último directo de Fangoria, A todo piano- A todo láser.

Me reúno con Nacho Canut y Alaska en las oficinas de Warner, su discográfica, con intención de aprehender más de este directo que, reconozco, me ha fascinado y recordado por qué da igual el género en que te muevas, lo realmente importante son las composiciones. Antes de empezar, le recuerdo a Alaska una breve entrevista que le hice hace años en la que hablamos de la guitarrista transexual albina Brigit Bratt y de Genesis P-Orridge, que en paz descansen. Una vez terminada esa referencia, pongo en contexto A todo piano – A todo láser.

En 2017, Fangoria realizaron una gira llamada Pianíssimo, con su representación en álbum físico, donde adaptaban sus canciones al piano en la primera parte del espectáculo con Martin Watkins, pianista de supremo nivel que suele colaborar habitualmente con Marc Almond. En la segunda, remitían a la electrónica inherente a la banda. Este año solo han dado dos conciertos, el 12 y 13 de junio en The Music Station, remitiendo parcialmente a esa gira. El último tour del dúo por toda la península, hace un año, se llamó A todo láser y contaba con esa base electrónica tan radical que para algunos puede ser totalmente estridente y para otros totalmente fascinante.

La mezcolanza entre las giras de 2017 y 2023 han sido el condimento para este directo sacado de las dos fechas de este año donde, de nuevo, han partido en dos su repertorio. Igual que hace siete años, cuentan con Martin Watkins. La pregunta lógica es cómo ha sido la elección de temas para los dos tramos. Responde Alaska: «La selección primera consistía en que no fueran las que hicimos en Pianíssimo, excepto “Disco Sally”, que pensábamos que estaba bien que hubiera una en común. Pensar cuáles podían hacerse». Canut simplifica el proceso a la ley básica de supervivencia: «Tú oyes una canción y piensas si puede tocarse al piano o no». Alaska añade que «luego decidimos que hubiera una de Pegamoides, de Dinarama y de Fangoria». También está “Supertravesti”, cuenta Canut, versión de las Nancy Rubias.

 

Alaska: «Sabemos qué queremos hacer y qué no»

 

Son diez las canciones de esta sección, donde el piano predomina y el resto de instrumentos tiran al arreglo minimalista. “Deseo carnal” es el adiós de A todo piano e incluye un saxo de Tavi Gallart, cuyo sonido es, Baudelaire dixit, «sublime sin excepción». Habla Alaska: «A Tavi la conocíamos de verla tocar en la calle, que es su estado natural. Ha colaborado también con Jorge Calvo, que es amigo nuestro, en algunos espectáculos. Y nos gustaba introducir el saxo porque esa canción sin el saxo no llega a ningún lado. Además de meter a una persona que estuviera capacitada para encargarse de la parte intermedia, de poder tener su propio show. Después de “Deseo carnal” se quedaba tocando, mientras nosotros cambiábamos el escenario y nos íbamos cambiar. Es una estrella perfecta para un interludio». Los que asististeis a alguno de los dos conciertos pudisteis ser testigo de ello. Desgraciadamente, en el deuvedé —solo adquirible antes del lanzamiento— se ha obviado, así que a los que no lo vieron solo les queda poner el cedé o el vinilo y utilizar la imaginación.

Cuando se refieren a pianistas en la hoja de prensa, se menciona a Liberace, opción obvia. ¿Estarían en una supuesta lista de pianistas músicos tan diferentes entre sí como Little Richard, Jerry Lee Lewis o Freddie Mercury? Con énfasis, Alaska menciona a Little Richard entre risas. Cierto, el melocotón de Georgia conecta con las directrices de Fangoria. Canut coincide: «De esos tres, totalmente Little Richard. Jerry Lee Lewis a mí también me encanta». Se descarta a Mercury, del que Alaska dice que «le veo como algo más que pianista». Canut opina igual de la pantera de Zanzíbar, aduciendo que Mr. Bad Guy «lo hubiera entendido perfectamente». Finaliza Alaska el asunto de los pianistas con otro candidato: «Martin Walkins, que por un lado está acostumbrado a trabajar con divas como Marc Almond, y por otro, es una diva en sí mismo. Aquí es muy importante que el pianista sea diva». El término diva, en todas sus dimensiones, es algo que se palpa en el aire en A todo piano. Canut incide en ello añadiendo que «Tavi Gallart es una estrella en su propio brillo».

Nos enredamos en una conversación sobre Queen, a quienes siguió Canut hasta News of the world incluido y los dejó por el punk. Y caen nombres de canciones posteriores que le gustan de la reina, caso de “It’s a hard life”, a pesar de que la portada de The works le horrorice y, sobre todo, su reconciliación en plan fan fatal; Alaska asiente al ver a Mercury con plátanos en la cabeza, en el vídeo de esa pieza de cabaret fúnebre y surrealista que es “I’m going slightly mad”. Este paréntesis sobre otros artistas no será el único.

 

El hechizo del directo

Volviendo a su nuevo directo, contiene una doble portada, una clasicista y la otra propia de la imaginería de los álbumes de Giorgio Moroder. Alaska analiza la segunda: «Es un poco Tron, esa idea de los ochenta de lo que era el futuro del láser». Canut incluso intuye «que tampoco está tan descaminado, porque las inteligencias artificiales son muy Tron». Alaska menciona al autor de ambas ilustraciones: «Sergio Mora es un artista con el que hemos trabajado y nos entendemos muy bien, y también es una estrella». Son tantas las estrellas en Fangoria, o mejor dicho del tándem que forman Canut y Alaska desde que se conocieron, que da para escribir una cosmogonía de varios tomos.

 

Nacho Canut: «Tengo fe en el futuro, lo veo muy bien»

 

Resulta curioso que en su última gira, A todo láser, Fangoria podían entenderse cual grupo de la nueva carne: injertos electrónicos sonando mientras la parte humana daba el sentido de emoción y catarsis. Incluso cuando ellos no quieren que se entienda así. Alaska se desmarca de todo misticismo y arropa su discurso hacia el mundo del espectáculo: «Esto es lúdico, pero con la cosa que nos gusta tanto de la diva impostada. No es del mesías, sino de concebir al público como elemento de adoración». «Siervos», determina Canut. Alaska continúa: «Hay un juego que es inevitable, sobre todo con el piano y la diva. Es un juego». Canut señala que «es artificioso». Cuando Alaska da la bienvenida al concierto, el público ruge de tal forma que es fácil caer en un síndrome de Stendhal sonoro. Alaska confiesa que desde la tecnología que utilizan no es consciente de esa respuesta: «Lo hablábamos mucho en la época del acid. Es una cosa colectiva», y Canut añade que eso ocurría en las discotecas, «según qué canción la gente respondía, no necesitaban un cantante mesiánico».

A pesar de todo, hay un impedimento. Es la evolución del templo, de la liturgia, de la tarima elevada e incluso de la crucifixión. Aunque no digas nada. Alaska vuelve a la teoría: «Hicimos A todo láser por toda España. Hay una idea que hablamos con Juan Sueiro. Él nos dice: “No lo puedo entender. Hemos hecho las programaciones más bakalas del mundo, lleváis un láser. A ti no se te ve porque eso es lo que buscamos y la gente sigue mirando quieta al escenario”. Es verdad, miran al escenario. Y no, esas partes son para que no mires al escenario, para que estés como en una discoteca. Pero la gente cuando hay un escenario delante…, pasa como con los DJ, si están pinchando encima de un escenario no es para que los mires, pero se les mira». El recordatorio de un concierto de The Cult en el Royal Albert Hall, en 2024, acaba con un guiño inesperado: el mismísimo Billy Duffy, amo y señor de la guitarra en la banda, les vendió unos calcetines en un mercadillo. Ambos pasan de la seriedad a lo trivial en cualquier instante, algo que conforma parte del corpus teórico y artístico de Fangoria. Son cultos e inteligentes, pero también tienen un punto alto de frivolidad. Tres combinaciones que se podrían anteceder en la figura de Oscar Wilde.

Pero ¿qué pasa si tienen un día malo y deben interpretar una canción feliz, o viceversa? Nacho no tiene problemas, salvo que haya perdido a algún ser querido, en cuyo caso cancelan el concierto, como respalda Alaska. El directo, según Canut, «es como una obra de teatro, no estamos expresando nuestros pensamientos en el escenario». Alaska lo refrenda: «Cuando llegamos al directo no es un acto horrible como que se nos haya muerto alguien. Da igual cómo estás tú. En ese momento no estás pensando en lo que te pasa. Es lo bueno».

The Clash, Joe Strummer y el London calling aparecen entre las múltiples referencias de la charla, y cada uno los recibe a su manera. Nacho Canut: «Qué personaje tan falso. Hijo de diplomático». Alaska: «Fueron falsos desde la primera rueda de prensa cuando vinieron. Fuimos Curra, Eduardo (Benavente) y yo, y empezaron: “Pobres chicos españoles que están reprimidos…”. O Kirk Brandon, en Rock-Ola, que sacó un libro de una editorial que editaban los españoles en Argentina diciendo: “Esto es interesante. Pobres, habéis tenido una vida”. Y fue como «petarda, vete con tu novio el batería de Boy George». Corrige Nacho la relación: «Era de Boy George. Ellos tienen su discurso montado».

 

Alaska: «Aquí es muy importante que el pianista sea diva»

 

Senderos interiores

Lo dice Sorrentino en La gran belleza: «La nostalgia es la única distracción que nos queda a los que no tenemos fe en el futuro». «Yo tengo fe en el futuro. Lo veo muy bien», defiende Canut. Alaska, amable y empática, responde: «Te voy a decir otra frase de Sara Montiel, por si te sirve. Nos la dijo en el salón de casa. “Mira, yo no sé si tengo futuro. Pasado ya tuve, lo que tengo es presente”».

Con semejante cancionero, ¿se atreverán Fangoria a hacer, algún día, un musical, un Hedwig and the angry inch? «Pensamos hacer un musical “Supertravesti”», apunta Canut. Alaska se explaya: «Hedwig (and the angry inch), The Rocky (horror show) son musicales con canciones originales. Lo que no nos gusta tanto son musicales que cogen un repertorio de un grupo y convierten las canciones. Un musical con canciones originales para ese musical nos parece perfecto. Pero habría que hacer esas canciones». Al preguntarles si están abiertos, Alaska ríe y duda. Tal vez les encaje una película no musical sobre ellos, en la línea de John Waters. Canut niega, prefiere un documental de Ryan Murphy. Alaska ríe y se excusa: «No es por nada, sino porque seguramente John Waters nos haría hacer cacas o cosas que diríamos “por favor, John”». ¿Y qué les parecería “Bitelchús, Bitelchús, Bitelchús”? A Nacho Canut le encantaría Tim Burton. Por su reacción facial, Alaska está en consonancia con Canut.

 

Lo que la música nos da

Tras los dos últimos lanzamientos, en formato epé, se plantea si es consecuencia de cómo afecta la urgencia con la que el oyente se enfrenta a la música hoy en día, o si responde a la falta de interés por el álbum completo. Alaska desmiente: «En los sesenta compraban singles y en la época de la música de baile maxi. Un vídeo de tik tok es diferente. No hay formato posible. Cuando hicimos los epés, queríamos sacar una sola canción, lo que pasa es que una vez que hacemos una… “ay, vamos a hacer tres, vamos a hacer cuatro…”».

Sostenían William Burroughs y Brion Gysin que al colaborar dos personas surge una tercera mente. Nacho Canut relata un intento reciente de componer con otro ente, la inteligencia artificial: «Yo empecé a componer una canción y de repente me bajé el chat GPT. La persona que cantaba decía: “Este mundo tan feliz”, y yo eso no lo quería. Le dije a chat GPT: “A ver, hazme cuatro frases, este mundo tan feliz, cinco sílabas que rimen en í y puedes hacerlo de lo que tú quieras”. Hizo una mierda. Me dio cinco frases tan horrorosas que lo hice yo solo sin contar con nada. Me dio un empujón». Alaska reflexiona sobre por qué tienen esa sinergia. «El problema que tenemos Nacho y yo no tiene que ver con el momento de la composición. Ya somos una tercera mente de por sí. Nuestras parejas normalmente no entienden por qué no nos hace falta hablar de las cosas que queremos hacer, y es porque sabemos qué queremos hacer y lo que no queremos hacer. Tiene que ver con la conexión de dos personas. De tener un montón de referencias comunes». Nacho Canut piensa seguir con la Inteligencia Artificial: «Le voy a dar primera, segunda, tercera y cuarta oportunidad a la GPT. Me ha dicho mi hermano Mauro que le tengo que dar más datos, que le tengo que decir «hazme una letra a lo Morrissey», y ya él sabe. Si no, me dice unas cosas horribles. Unas cosas que si yo las hubiera puesto, habría salido una canción parecida a la de mucha gente. Pero eso no lo quiero».

 

Nacho Canut: «El directo es como una obra de teatro, no estamos expresando nuestros pensamientos en el escenario»

 

Paseando por otros momentos de la historia, por segunda vez surge el nombre de Pito Cubillas, de quién este escriba pensaba hacer su biografía. Ambos se muestran interesados. Para quienes no le conozcan, ha sido el mánager de grupos y cantantes más importante, inteligente, drogadicto, encantador, extravagante y ladrón de la historia de esta nación de naciones. Sí, hacen falta tantos adjetivos para Ignacio Cubillas, alias Pito. Alaska se rinde ante el interés garantizando de que es la biografía más interesante del mundo, pero no se hizo porque Pito desapareció. Y aunque uno sabe del lado estafador de Pito, le tengo aprecio tras muchas y motivadoras las charlas nocturnas. Pito, si lees esto, búscame.

Se acaba el tiempo. Dada su celebridad, longevidad y vigencia, Alaska y Nacho son modelos de conducta para mucha gente. ¿De qué forma afrontan ese role model? Nacho Canut: «Si la gente se cree que somos unas role model, que se pongan la canción de Fatboy Slim de mismo título. “Fumo, me drogo…” ». Alaska apunta que «Role model también es un libro de John Waters muy interesante».

Penúltimo disparo. Sus letras parecen escritas en carne viva. No hay miedo de despojarse de todo a nivel emocional, acaso es una cuestión catártica. Alaska: «No, no. No tiene nada que ver con eso. Podemos inventar también cosas». Y el hasta luego cae con las colaboraciones. Han hecho tantas que sería interesante saber a quién elegirían para la próxima, vivo o muerto. Alaska ni se lo piensa y cita a Juan Gabriel en el apartado del más allá. En los que aún disfrutan/sufren la vida tarda un par de segundos más: «Que esté vivo, Rojuu». A Canut también le parece buena preferencia. Es la última justo antes de afrontar la siguiente entrevista para la televisión y una firma de discos ante sus fieles, en el Fnac de Callao.

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