Dani Martín: «Este disco podría ser el hijo bastardo de Billie Joe y de Robe»

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«Las letras parten de vivencias reales, sufridas, vomitadas y pasadas por el esófago»

 

Con un grito de rabia, apelando a guitarras rugientes y hablando a las claras, con una furia entre Green Day y Extremoduro, regresa Dani Martín en su nuevo disco, El último día de nuestras vidas. Sobre todo ello habla en esta entrevista, grabada en vídeo y también transcrita, con Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Foto: BEGO MARTÍN.
Vídeo cortesía de SONY MUSIC.

 

Esto no iba a ser una entrevista al uso. Esto iba a ser una pequeña charla, unos apuntes grabados, preludio de una escucha pública del nuevo disco de Dani Martín, El último día de nuestras vidas. Pero resultó que había una cámara delante, a nuestra disposición, y que en solo quince minutos hubo un intercambio de disparos sinceros y cómplices que reflejan bien lo que rodea a la concepción del disco y a la puesta en escena de su nueva gira, 25 Putos Años. Ocurrió en La Sala del WiZink Center, donde ha realizado ocho pases del disco, ¡ocho!, en dos días consecutivos delante del público, una escucha colectiva para captar su primera vez, su primera (y entusiasta) reacción. Una propuesta única de un artista mainstream que cuida cada detalle al milímetro, multiplicando el trabajo hasta la extenuación para ofrecer lo mejor. Ocho escuchas, diez canciones con sus diez videoclips y diez futuros conciertos en el WiZink, agotados más de un año antes y antesala de una gira por toda España donde volverá a desatar la rabia, la furia guitarrera de un disco rock and roll actitud, punk y power pop, conectado con su matriz y sonando, probablemente, mejor que nunca. Aquí el vídeo, y aquí la charla.

Este disco tiene una dualidad muy curiosa: por un lado es fresco, espontáneo, muy visceral; y por otro lado es el disco en el que has invertido más tiempo. ¿Cómo has compaginado esas dos cosas, hacer un disco tan fresco en un periodo tan dilatado, en el que a veces surgen inseguridades y dudas por el camino?
A lo mejor con cuarenta y tantos años hacer un disco fresco te cuesta más que cuando tenías veinte. Estuvimos buscando sonido mucho tiempo. He comprado muchos amplificadores, he buscado muchas guitarras. La guitarra de Coque Malla de Saca la lengua es la guitarra de todo el disco a nivel rítmico, porque tiene un sonido muy característico, esa rabia que tenía “Guárdalo”, “Ana y Choni”, “Adiós papá”, por supuesto. Me regaló la guitarra en una comida, en la sobremesa, y la tengo en casa. Hemos trabajado mucho el sonido del disco, es muy contundente, con cosas teenager, y punk y power pop. Las letras parten de vivencias reales, sufridas, vomitadas y pasadas por el esófago, que no sé cómo lo tendré después de todo lo vivido [sonríe].

Llevas un par de años alejado de los escenarios, y vuelves con un disco desde las entrañas, que es el lugar desde el que compones siempre. ¿Ese paréntesis vital de dos años era necesario para mantener una relación sana con tu oficio?
Creo que sí, hay que separarse, tomar perspectiva, ver conciertos de otros, salir de tu país, hay que ver espectáculos, ver Sphere de U2, ver festivales de cuando eras joven, de bandas que vuelven a tocar, irse a Los Ángeles, a Las Vegas, a Nashville…a lugares en los que la música vive noche y día, y ver muchos espectáculos, aprender mucho y darte cuenta de en qué te equivocas y en qué no. Eso es lo que he hecho, con el disco casi estructurado, volví y cambié la portada, el título del disco, cambié el orden de las canciones, saqué una y metí otra. Esos dos años le han dado una posibilidad de pulir un disco que ahora sería diferente si lo hubiésemos sacado antes.

¿Este disco es un poco retro? Me refiero a esa apuesta por la música orgánica, por reivindicar la fuerza de las guitarras, los bajos… Ahora que se tienen tantos elementos para hacer canciones, vuelves a la raíz.
Sí, he vuelto a la raíz de un grupo en un estudio grabando. Está grabado por Paco y por mí y por Miguel Lamas, no hay más músicos. Iñaki toca el piano en una canción, los coros los he hecho yo, en alguno está Nacho, de la oficina, los niños de Matilda, el musical… Todo lo hemos grabado nosotros. Los bajos los ha grabado Paco, con un seudónimo. Todo ideado por los dos, grabado en mi casa, vuelto a mezclar por Bori Alarcón y masterizado por Joe Laporta, que nos ha encantado cómo lo ha hecho. Un disco visceral, lleno de ese aullido y de ese hartazgo por algunas cosas.

Hablando de ese grito, de ese basta ya que expresas, ¿este disco es el hijo bastardo de Green Day y Extremoduro?
Podría ser el hijo bastardo de Billie Joe y de Robe, sí. En “Novedades viernes” hago un homenaje a Robe, a sus graznidos y a su “Iros todos a tomar por culo”. Yo no les mando, yo les digo “iros”.

En este disco hay muchísimas referencias concretas, quizá más que en los anteriores.
A Madrid.

Sí, y a artistas como Rosalía, Cupido, Cariño, Bizarrap… A bares como La Vía Láctea, barrios como Malasaña o Huertas, canciones como “Lady Madrid”. ¿Esos son los detalles que lo convierten en tu mapa vital?
Sí, soy madrileño, vivo por Madrid, me relaciono con las calles de Madrid y era raro hablar de Palermo, si no estoy en Palermo, o el barrio de Roma en México, cuando no estoy viviendo allí. Sería falso, y este es un disco lleno de verdad. La mejor campaña de marketing es la verdad, siempre.

Algunos tenemos la sensación de que siempre reivindicas tu libertad, y que exprimes la vida. Y este disco, entre otras cosas, es un canto a vivir la vida consciente de que se escapa. ¿A quién le hablas en este disco?
A mí, y a lo que veo. Estamos todo el día con el teléfono móvil, metidos en redes sociales viendo cuentas de gente que no conocemos, es una situación un tanto peligrosa de cómo se manejan estas redes sociales, incluso prostituyendo a los hijos por tener más likes en Instagram. Hay un montón de cuentas de tipos diciendo cómo ganar dinero y un largo etcétera que me dan ganas de vomitar, o de darles un abrazo, no sé. Luego te encuentras con otras cuentas superinteresantes, como la de María Galán. Es una chica española, que se va a Uganda, que monta una escuela para ayudar. Dentro de Instagram hay un oasis de cosas interesantes. Es una pava que no quiere enseñar su pierna ni su pelo, ni su chico quiere enseñar sus bíceps. Han montado una escuela para chavales, han dado trabajo a gente de allí para llevar los centros, están haciendo talleres de música, pintura, con nosotros [con su fundación, Zapatillas]. Instagram no es una mierda, puedes aprender mucho. Decir que Instagram es una mierda, o que todos los reguetoneros son mierda, es injusto. Hay reguetón muy bien hecho, como el de Residente, como el de Tego Calderón, el de Julio Voltio, que está hecho desde la raíz, desde la verdad, desde el sentimiento. No me imagino a un puertorriqueño haciendo una soleá por Camarón. Con esto me pasa lo mismo, me quedo perplejo al ver que este soniquete no para de crecer, crecer y crecer, y de cosificar a la mujer y colocarla en un lugar absolutamente espantoso, y de colocar a un hombre con el que no me siento identificado para nada. Este disco habla de todo eso, y de la culpa, de sentir que me he equivocado y pedir perdón, con el paso del tiempo darme cuenta de que esa culpa no era tan mía, de lo doloroso que es el silencio que queda después de una relación donde no se han dicho las cosas y no ha habido una charla final, y el dolor que puede generarte. Habla de no atreverte a quedarte en una relación… de lo que me pasa por las entrañas, por las vísceras y por el corazón.

 

 

«Me quedo perplejo al ver que el reguetón no para de cosificar a la mujer y colocarla en un lugar absolutamente espantoso»

 

Las diez noches que vas a tocar en el WiZink van a ser un auténtico tour de force. Parece una gira teatral, en el sentido de plantear el mismo espectáculo diez noches casi seguidas, con pocos días de distancia. ¿Seguirá ese concepto, el de ofrecer un mismo espectáculo, o habrá diferencias en cada show?
Con el repertorio que tenemos, tenemos la posibilidad de ofrecer noches diferentes, pero creo que lo que tengo en la cabeza es tan contundente que a todo el mundo le gustaría verlo. Vamos a hacer algo muy único, creo que el grosso será un mismo bloque. Luego vamos a prorrogarlo por toda España, hemos sacado las entradas y están a punto de agotarse varios sitios. Agradecido y sorprendido, también.

¿Llevas la cuenta de las entradas vendidas?
No, pero te podría decir que estamos cerca de las 220.000 entradas.

Y con esas cifras, ¿no te planteaste hacer un concierto en el Wanda Metropolitano, por ejemplo?
Más que yo, se lo planteó mi oficina, mi amigo Miguel Ángel Gil, mi discográfica, un montón de gente. Pero cuando voy a tocar en Sevilla no toco en un estadio, ni en Valencia, ni en todos los otros sitios en los que voy a tocar. Metallica, cuando ensaya una gira, ensaya una gira para hacer ochenta estadios. Yo ensayo una gira para hacer 25 arenas de 18.000 personas y un estadio. ¿Qué pasa con ese estadio? Que no sabemos utilizar la infraestructura que necesita, necesitamos contratar a terceros que no son parte de nuestra familia ni de nuestro equipo, que no le van a dar el amor que le damos nosotros. Necesitamos más equipo de sonido… Y, sinceramente, lo digo de corazón: lo siento, nos lo hemos pasado muy bien en muchos, pero no ha habido ningún concierto de los nuestros que haya sonado bien en un estadio. Lo siento. Me incluyo: la vez que tocamos en el Calderón no sonamos bien. Nosotros sabemos hacer arenas, las hacemos muy bien, y en vez de hacer un estadio hacemos diez WiZinks.

¿Crees que tu éxito, tu popularidad, te ha convertido en un placer culpable de mucha gente? Me refiero a que tu música gusta, gusta mucho y a mucha gente, y es una música que apela a los instintos primarios, y esas dos cosas provocan, muchas veces, que haya quien la disfrute sin reconocerlo.
Lo que más reconozco es que soy un ser primario, me considero una persona en muchas cosas infantil, pueril, primario, pero también me considero una persona muy muy muy emocional, con mucha capacidad de sacar sentimientos y de empatizar. Este vehículo, la música, permite que a partir de esos canales entre mi sensibilidad y se conecte con el público. Hay parte de la música, parte de suerte, parte de mi jeta, que es lo que hace que cada vez que hacemos una llamada la gente acuda.

¿Crees, entonces, que puedes ser el placer culpable de mucha gente? Que hay gente que disfruta de tu música en privado.
Espero que no sea culpable, el placer. Espero que sea un placer gustoso [sonríe].

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