DISCOS
«A pesar de que aquí muestre su faceta más íntima, las coordenadas no han variado en lo esencial. Se trata de coger ritmos del trópico y adaptarlos a su ideario personal»
Amparo Sánchez
Ritual sonoro
MAMITA RECORDS, 2024
Texto: CÉSAR PRIETO.
Amparo Sánchez lleva, con este, cinco discos en su haber. Una cantidad, en nuestros días, bastante respetable; pero es que en su encarnación anterior como Amparanoia llevaba ocho —cuento el directo—, el último en 2020, solapándose las dos encarnaciones. Así que trece álbumes en veintisiete años, lo cual da una media de una referencia cada dos años, media que supera en mucho el patrón actual en que editar un disco físico cada lustro resulta lo habitual. Primer parámetro.
El segundo es que, a pesar de que aquí muestre su faceta más íntima, las coordenadas no han variado en lo esencial. Se trata de coger ritmos del trópico y adaptarlos a su ideario personal. Esta vez lo consigue acompañada de Raly Barrionuevo, que le aporta todo el folclore argentino, y de Willy Fuego, un instrumentista y cantante catalán, con los que repasa algunas de las canciones de su trayectoria en clave de música hispanoamericana.
Vamos a por el ejemplo. “Siempre es azul” es una cumbia nocturna empujada magistralmente por el bajo. Está llena de ausencias y de soles que llegan y que iluminan mientras la amada se aparece. Siglos de poesía tradicional se compactan en esta canción. Seguimos después en cantes de ida y vuelta. “A contracorriente” es una rumba funky a guitarra sola que expresa el deseo de salir de los caminos habituales y que se puede imaginar perfectamente en la garganta de Peret.
También bebe de guitarra acústica “Alma de cantaora”, con medio minuto de prólogo para pasar a una guitarra acústica que se fusiona con un panteísmo extrañamente bamboleante, que se enorgullece de cantar y de llevar adelante una melodía como la tierra pura, la tierra acogedora.
Guitarras de bolero tiene “Mi suerte”, que alía pasión y política con el drama de todos los refugiados del mundo. Y es un nuevo repaso a la tradición hispanoamericana: los cantautores. Un bastión, durante muchos años, al que se acercan con “Pa llegar a tu lado”, con el único acompañamiento de las cuerdas de la guitarra. Amparo adelgaza su planteamiento y agranda su carisma al enfrentarse desnuda a los tratos del corazón, a la distancia, al «te estoy besando más lejos» que decía Pedro Salinas. Y los dejes andinos no podían faltar, “Plegaria” es eso, una oración con los apuntes de intimidad telúrica y cósmica de Violeta Parra. La voz es rasgada y llena de ardor, por lo tanto acariciante. También está bien plagada de pasión “Corazón de la realidad”, arracimada con el pueblo.
En “Vieja pasión” despunta una guitarra slide sobre la que se desliza, como flotando, la voz. Es un prodigio de instrumentación, de voces y de arreglos. Cuando acaba la canción, uno se da cuenta de que el espacio ha sido ocupado por la belleza, igual que en la versión de “La gata bajo la lluvia”, canción que resulta insípida en la versión de Rocío Dúrcal, pero a la que se le saca aquí todo su potencial. Todo se reduce de carga y oropel, y la instrumentación se simplifica para que la voz rasgada de Amparo se haga creíble, arrabalera. Quedaría precioso en ella un dúo con Tom Waits.
Así es el disco, lleno de belleza sencilla, hecho de fogosidad, pero también de mesura. Simplemente emocionante.
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Anterior crítica de discos: The future is our way out, de Brigitte Calls Me Baby.