León Benavente: el camino de la transformación

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Recién alumbrado Nueva sinfonía sobre el caos, el quinto trabajo de León Benavente, le pedimos a Javier Escorzo que recorra su carrera disco a disco.

 

Texto: JAVIER ESCORZO.
Foto: NOEMÍ ELIAS BASCUÑANA.

 

Directo, reflexivo y bailable: así conciben León Benavente su quinto álbum, Nueva sinfonia sobre el caos. Un paso más en un camino de transformación, disco a disco, que empezó con el homónimo León Benavente hace ya once años. Es hora de reinterpretar el camino andado en este tiempo centrándonos en sus discos de estudio.

 

 

1. León Benavente (Marxophone, 2013)

En 2013 se dio a conocer el proyecto de León Benavente. Los medios hablaban de un supergrupo formado por miembros que venían de otros proyectos (Nacho Vegas, Tachenko…). Ellos solo pretendían hacer música, aunque desde el principio fueron conscientes de que tenían algo serio entre manos. Nos lo cuenta su líder, Abraham Boba: «Empezamos a tocar juntos porque nos conocíamos de tocar con Nacho [Vegas] y había una inquietud de hacer algo los cuatro. La idea vino de ahí. Todo lo que hacemos es para divertirnos, pero creo que desde el principio había un camino, unas intenciones. Cuando montas un grupo no tienes ni idea de si va a funcionar, pero enseguida vimos que León Benavente tenía algo especial».

Su primer álbum estaba repleto de buenas canciones, pero ni siquiera los más optimistas podían prever el éxito que alcanzaría el grupo, prácticamente de la noche a la mañana: «Teníamos casi cuarenta años y veníamos de haber pasado dos décadas en la música con más pena que gloria. Nos sentimos afortunados y privilegiados por poder vivir de los que más nos gusta. Cuando llegó [el éxito], que fue muy rápido, sentimos mucha alegría. No se nos subió a la cabeza, no teníamos veinte años y tampoco es que lo hubiésemos petado de una forma total. Tuvimos repercusión, la gente nos empezó a conocer y empezamos a tocar mucho. No esperábamos el éxito, veníamos de proyectos bastante minoritarios».

El disco contenía dos colaboraciones: una, la su buena amiga Cristina Martínez de El Columpio Asesino; otra, la de Iranzu Valencia, inolvidable voz de La Buena Vida, que apenas se ha prodigado en el mundillo musical tras su salida del grupo: «César, el batería de León Benavente, estuvo trabajando con La Buena Vida mucho tiempo, y yo tuve un proyecto en Subterfuge cuando Iranzu trabajaba allí. Nos conocíamos todos y conocíamos a los miembros de La Buena Vida. Este primer disco tenía un cierto poso de algunas canciones de los ochenta y de los noventa, y había muchas referencias a la música nacional. Algunas melodías nos recordaban a grupos como La Buena Vida. Se nos ocurrió pedírselo, pensando que nos iba a decir que no, pero afortunadamente nos dijo que sí. Estoy muy orgulloso de esa colaboración porque soy muy fan de La Buena Vida».

 

2. 2 (Warner, 2016)

El segundo disco siempre tiene una carga de presión adicional que no existe con el primero. Cuando el debut ha tenido éxito, como había sucedido con León Benavente, la responsabilidad es todavía mayor: «Sentimos presión, sí. Cuando hacíamos el primero nadie nos conocía, nadie estaba alerta y no había nada con qué comparar. Con el segundo disco ya teníamos un contexto de dónde estaba el grupo que se fue formando en los conciertos, ahí el proyecto adquirió una personalidad. Eso fue bastante definitorio a la hora de encarar las canciones; ya sabíamos dónde iban a vivir y cómo iban a funcionar en directo. Esas canciones estaban muy pensadas para que funcionasen bien en los conciertos».

Efectivamente, el segundo trabajo de León Benavente era todo un latigazo eléctrico, aunque ya abría algunos caminos por los que transitarían en trabajos posteriores: «Sigue siendo un disco de rock, bastante fiel a la formación clásica de rock. Igual incorporamos algún instrumento más y hubo un acercamiento hacia algunas cosas, pero sigo recordándolo como un disco de rock. Lo grabamos en el estudio de Kaki Arkarazo, que es una maravilla. No habíamos trabajado nunca con él, no le conocíamos personalmente, pero nos gustaban muchos discos que se habían grabado allí, como los de Manta Ray. Nos apetecía meternos en ese estudio. El primer disco lo hicimos en los estudios de Red Bull de Madrid, en dos días y medio. En el segundo ya tuvimos más tiempo, estuvimos ocho o nueve días y fue una pasada».

Finalmente, supieron abstraerse de la presión y aprovecharon bien el tiempo para facturar un segundo álbum que les ayudó a consolidarse: «Todas esas expectativas que había se cumplieron, salió elegido como mejor disco del año en muchos medios. Empezamos a trabajar con Warner, lo que también supuso un cambio importante. Funcionó muy bien, sí, mejor de lo que esperábamos».

 

3. Vamos a volvernos locos (Warner, 2019)

Decía Abraham que en el segundo disco tuvieron más tiempo de grabación porque contaron con ocho o nueve días en el estudio de Kaki Arkarazo; sin embargo, parece poco comparado con los más de tres meses que dedicaron a grabar su tercer álbum, Vamos a volvernos locos, que fue registrado en el estudio que Eduardo Baos tiene en su pueblo, Mozota (Zaragoza): «Estuve noventa días seguidos allí, grabando en casa de Edu. Fue un trabajo muy laborioso, le dimos muchas vueltas a las canciones, a las instrumentaciones… Ahí nos empezamos a meter más en la electrónica, a mezclar rock y electrónica, que creo que es lo que nos define hoy en día. Es un disco muy redondo, las canciones se complementan muy bien entre sí, hay mucha paleta de sonidos… Son canciones muy bien acabadas y el disco funcionó super bien, creo que incluso mejor que el segundo».

En este disco volvía a haber voces invitadas, como Eva Amaral, María Arnal o Miren Iza. Llama la atención que casi siempre que han buscado colaboraciones, estas han sido femeninas: «Bueno… Ya hay mucha testosterona en el grupo [risas]. Lo hacemos por varios motivos: por un lado, el dúo masculino femenino siempre ha funcionado muy bien, y por otro lado, porque son artistas a las que admiramos mucho. Yo siempre he sido muy fan de María Arnal, de Miren Iza, de Cristina [El Columpio Asesino], de Eva Amaral… También hemos llamado a hombres, pero han sido más instrumentistas: Joseba Irazoki, Banin…».

Como los anteriores, el lanzamiento del disco fue apoyado por una extensa y exitosa gira de conciertos que apuntalaba el crecimiento de la banda. Sin embargo, en 2020, cuando todo les iba mejor que bien, un virus cercenó los planes de León Benavente: «El disco salió en septiembre de 2019 y empezamos a girar en ese momento. Fue un petardazo, empezamos a llenar salas de dos mil personas, cosas que no habíamos conseguido hasta ese momento. Tuvimos la suerte de poder hacer toda la gira de salas, que fue de septiembre a marzo, pero luego teníamos un verano muy potente de festivales que nos iba a hacer dar un salto importante, y eso sí que se truncó».

 

4.Era (Warner, 2022)

Aunque, desde el principio de su carrera, el sonido de León Benavente había ido evolucionando, fue en su cuarto disco cuando afrontaron el cambio más abrupto: «Lo que empezamos a avanzar en Vamos a volvernos locos se hizo más presente aquí. Hay menos baterías, es más complejo… Son canciones más frías. Al final, los discos son fotografías del momento que estás viviendo, y en aquel momento había una buena movida. Todavía había restricciones, sobre todo en el momento de la grabación, aunque ahí pudimos estar más tranquilos. La primera parte de la gira fue por teatros, la gente iba con mascarillas. Para hacer los ensayos tuvimos que pedir permisos».

En el momento de la grabación, los miembros de León Benavente eran conscientes de la apuesta que estaban haciendo, pero no querían poner el piloto automático y limitarse a repetir viejas y exitosas fórmulas. Sentían la necesidad de seguir evolucionando como grupo: «Habíamos hecho tres discos y siempre intentamos arriesgar, eso hace que mantengamos la ilusión. El grupo tiene su personalidad, pero siempre intentamos probar. Con Era intentamos hacer algo diferente. Si a alguien no le gustaba, daba igual, ya tenía los tres anteriores discos».

Cuando Era vio la luz, quedaba por conocer la respuesta del público ante un cambio tan brusco: «Suena a tópico, pero creo que este disco se entenderá mejor más adelante. Pasó un poco sin pena ni gloria por muchas cosas, como la pandemia. Creo que tiene canciones buenísimas. Obviamente, también tiene cosas a mejorar, pero tiene temas que todavía siguen en el repertorio, como “Líbrame del mal” o “La gran muralla”. Nos rompimos mucho la cabeza en la grabación».

Entre guitarras y sintetizadores, el disco contenía un homenaje a Rafa Berrio, exquisito compositor donostiarra fallecido en 2020. Le citaban en la letra de “Líbrame del mal”, y en los conciertos también incluían una versión de su “Niño futuro”. «Le conocimos cuando íbamos a tocar a Donosti, él vino a nuestros dos últimos conciertos. Nos gustaba mucho su música. Cuando publicó su disco Niño futuro, que lo grabó con Joseba Ierazoki, gran amigo nuestro y con el que habíamos coincidido en la gira de Nacho Vegas, le propusimos hacer una versión de esa canción, “Niño futuro”. Eso fue a finales de 2019, cuando fuimos a tocar allí. Le invitamos a que saliese a recitar el texto en esa canción, pero él ya estaba enfermo y no pudo ser. Después del bolo, le dije que algún día haríamos una versión de ese tema, y así fue, como homenaje. La seguimos tocando, este verano lo hemos hecho un par de veces. Se crea una sensación diferente, es como mágica».

 

5. Nueva sinfonía sobre el caos (Warner, 2024)

Nueva sinfonía sobre el caos es el último disco de León Benavente, que acaba de ver la luz. En él perseveran en su afán por buscar la simbiosis perfecta entre rock y electrónica. En ese sentido, se podría decir que estas nuevas canciones continúan la senda que abrieron con Era, pero parece claro que la banda ha interiorizado el proceso y el resultado es ahora más natural. Se sigue reconociendo a los León Benavente de siempre, aunque con un brillo distinto: «Sin duda. Cuando estábamos terminando el disco, vino a colaborar en una canción Cristiana Martínez, de El Columpio Asesino, que nos conoce muy bien. Ya teníamos varias canciones terminadas, se las pusimos y dijo: “Ahora sí que habéis llegado a eso que lleváis persiguiendo tanto tiempo. Ahora sí que habéis conseguido plasmarlo”. Los cuatro lo percibimos así también. Ya llevamos un camino de intentar profundizar en eso y lo vamos conociendo mejor, por lo que acaba siendo más natural todo. Me alegro de que lo veas así, porque es una sensación que tenemos también nosotros».

Para conseguir su objetivo, León Benavente ha contado con Martí Perarnau IV a los mandos. «Martí ha producido todo el disco, es la primera vez que León Benavente trabaja con un productor externo. Siempre hemos tenido las cosas muy claras y nos daba como cosa. Martí es más joven que nosotros y domina el lenguaje del rock y de la electrónica, y sobre todo es un gran amigo, sabíamos que nos íbamos a entender bien en el estudio. Se lo propusimos, a él le apetecía, y estamos muy contentos con el resultado», cuenta Boba. Como es ya norma habitual en el grupo, no han escatimado horas para trabajar hasta dar a cada canción lo que esta necesita. Han vuelto a grabarlo en casa, aunque en esta ocasión no ha sido en la de Edu, sino en la de Abraham: «Llevo ya unos años viviendo en Galicia y me monté un estudio en casa, y lo hemos grabado allí. Tiene eso que tanto nos gusta, que es tener todo el tiempo para probar, experimentar, buscar el sonido exacto…».

El nivel compositivo es muy alto y, como en todos los trabajos de la banda, las canciones están llenas de contrastes. Una de las que más destacan es “La aventura”, considerada por el propio grupo como una de las cimas de su carrera: «Es más luminosa, sí. Hay otras canciones, como “Nada”, que tienen esa redondez pop. Pero “La aventura” es como más acústica y es muy especial. Desde el principio vimos que tenía magia. Iván Ferreiro ha venido muchísimo al estudio cuando estábamos grabando. Soy muy fan de Cohen, y él tiene un disco que le produjo Phil Spector [Death of a ladies’ man, 1977], y ahí hay una canción en la que Bob Dylan hace los coros, pero nadie se da cuenta de que es él. Yo quería hacer eso con alguien, y como Iván estaba por allí y le encantó esta canción, le propuse que cantase. Cuando acabamos de grabarla, salimos fuera del estudio, estaba el arco iris encima de la ría… Fue uno de los momentos más bonitos de la grabación».

El disco mantiene en todo lo alto la reconocible manera de escribir de Abraham, con ese tono cáustico, cínico y socarrón. Ese es, de hecho, uno de los sellos distintivos de León Benavente: «La ironía y el sarcasmo, bien entendidos, siempre me han parecido herramientas útiles para hablar de las cosas. Me gustan canciones de otros que escriben así, supongo que es un lenguaje que me resulta cercano. Esa visión ácida va unida a cierto sentido del humor. Somos un grupo que puede tener una apariencia de solemnidad, pero creo que una de nuestras características fundamentales es el sentido del humor. Espero que la gente lo note, porque para nosotros es importante. Puedes hacer la música más triste del mundo, pero con sentido del humor».

Con el disco ya en la calle, llega el momento de comenzar la gira. Ya se han anunciado las primeras fechas, que se celebrarán en salas de todo el país. Ahora tienen trabajo por delante para adaptar los sonidos electrónicos del disco a los directos: «Tenemos muchísimas ganas. Empezamos la gira a principios de noviembre. Nos quedan unas cuantas jornadas de ensayo. Como no vivimos en la misma ciudad, nos juntamos y hacemos jornadas maratonianas. Este verano hemos tocado alguna nueva, como “En el festín”, y está funcionando superbién. Además, no hemos parado de tocar, estamos muy rodados. Damos mucha importancia a lo escénico, las luces, hemos cambiado la disposición de los músicos en el escenario… Vamos a renovar el concepto y creo que los bolos de sala van a ser arrolladores». Al margen de los ensayos, tendrán que devanarse los sesos para preparar los repertorios de los conciertos; siempre les ha gustado tocar las canciones nuevas, cosa que les honra, pero el tiempo es limitado y eso implica dejar fuera canciones antiguas: «La idea es tocar las diez canciones del nuevo disco. Algunos amigos músicos me recomiendan tocar solo tres del nuevo y el resto las conocidas, pero a nosotros los que nos gusta es tocar lo nuevo. Los conciertos de Era en sala se iban ya a las dos horas. En este haremos algo parecido».

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