Pájaros de desván, de Litus

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DISCOS

«Un disco de lujo, de sensaciones bien llevadas desde la maestría y la artesanía que dan muchos años sintiendo dentro la música»

 

Litus
Pájaros de desván
U98 MUSIC, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Carlos Ruíz Bosch —Litus— ha tenido una estupenda idea: recoger varias canciones de sus discos anteriores —y alguna compuesta para la ocasión—para ofrecer una nueva visión de ellas en un álbum. Pero la magnífica idea se acrecienta si pensamos que en cada una de ellas colabora un músico que ha tenido o tiene relación con Litus. Y al que el artífice del disco admira. Y todos son grandes, así que las canciones, en sus voces, adoptan un inesperado color, más fresco o más cálido, depende del caso.

A Litus lo conocerán ustedes porque fue el cantante de la activa banda de Andreu Buenafuente en su programa Late motiv. Lleva cinco discos editados, miles de conciertos y dos nominaciones a los Premios Goya. Pasó cinco años acompañando a Paul Carrack, componente de bandas míticas como Roxy Music o Squeeze. Currículum suficiente para quien dice querer ser simplemente un cantante de pub.

Su estancia en el programa televisivo le ha servido para conocer a algunos de los participantes como Nina de Juan o Pablo Novoa, con quienes se marca un espléndido tema, “Eureka”. Desnuda en su instrumentación, es una balada sentimental que habla de resistir a pesar de todo, llena de dulzura en su fondo sonoro y en la voz de Nina.

También recoge colaboraciones de invitados que escuchó en el programa. Es el caso de Gabi Moreno que, en “Sudamericana”, despierta la pasión del soul, quebrada en su voz y con unos vientos que suben el tema y el corazón. Visitante del Late motiv también fue Ovidi Tormo, con quien registra “Montaña americana”, de esquema mucho más rockero, punteos de guitarra y pasada de nostalgia aguda tras una ruptura amorosa. Los vientos que sostienen el entramado la llevan a un final maravilloso. Nostalgia que también aparece en “El primer passeig”, con Sopa de Cabra, un homenaje a sus estancia siete años en Girona, con una melodía especialmente cuidada, apuntalada en el cariño de cada fraseo.

El resto, son grandes figuras del pop español. Incluso Gemma Huguet, la hija del llorado Joan Baptista, en “Temps de canvis”, una canción que Litus confiesa haber escrito hace muchos años, pero que emociona igual en su preciosidad. La voz de Gemma le da el poder de acariciar, de llenar de belleza palabras ya de por sí bellas. Las más bellas del disco. A partir de aquí, todo el elenco es masculino. Y todas destacan.

Lo hace la que da título al disco, compuesta y cantada con M-Clan, que se desliza con mucha electricidad por el elogio de los placeres domésticos. Con una guitarra que va volando como el título de la canción, que se desborda en un final inmenso, cósmico, con todo el espacio lleno de sonidos. Cada canción es un mundo. “Margaret Keane”, con Rufus T. Firefly, uno de los mejores grupos actuales, comienza con un recuerdo a los Beatles del “I am the walrus”, y sigue como una canción desesperada que no desentonaría en el repertorio de Nino Bravo o Corcobado, con un final sinfónico estremecedor, operístico casi.

También hay una pequeña plantilla en la gestión de los arreglos de “Sandra”, con Mikel Erentxun: la del “Happy together”, de The Turtles, aunque luego es el retrato de una chica moderna, ilusionada, llena de gracia. También alegre es “Pedalear”, con Coque Malla, un swing lento a la manera de esas canciones castizas de Gabinete Caligari, que, viajera, abarca la vida en un recorrido en bicicleta con los brazos abiertos. Y luminosa es “Kreptafibia”, con El Kanka. Ahí sigue el pop perfecto, y una guitarra de fondo que navega por su cuenta y acompaña en un crescendo lleno de frescura.

Si hay alguna canción especial, diferente, es “Fobofobia”, con Iván Ferreiro y la Orquesta de Cámara Terrassa 48, que ofrece un marco clásico para el rasgado de la voz y las espinas de la letra. La oscuridad y cierta luminosidad aliadas en su tema más cercano a un crooner. En definitiva, es un disco de lujo, de sensaciones bien llevadas desde la maestría y la artesanía que dan muchos años sintiendo dentro la música.

Anterior crítica de discos: Live at Orangefield, de Van Morrison.

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