Punto de Partida: VerdCel y Pep Laguarda & Tapineria

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«Un disco único prácticamente en su carrera, que sigo escuchando y me transporta a un mundo soñado y a la vez vivido»

 

Alfons Olmo (VerdCel) anda presentando Arbre vital, su nuevo trabajo. Un proyecto compuesto por dos disco-libros llamados Petricor —que contiene diecinueve textos de escritores como Josep Piera, Núria Cadenes o Maria Josep Escrivá, una novela gráfica y un álbum con doce canciones— y ReSàmara, que conmemora los quince años del trabajo original que VerdCel presentó bajo el nombre de Sàmara. El próximo 27 de septiembre verá culminado su lanzamiento con la publicación del disco completo de este último, tanto en digital como en formato físico, pero, hasta entonces, el músico alcoyano nos habla del disco que supuso un antes y un después en su vida: el primero del cantante Pep Laguarda acompañado por el grupo Tapineria.

 

Pep Laguarda & Tapineria
Brossa d’ahir
OCRE, 1977

 

Texto: VERDCEL / EFE EME.

 

Si hablamos de discos que han inclinado la balanza hacia nuevos derroteros, la lista es extensa. Que me hayan acompañado a lo largo y ancho de tantas vivencias lo es aún más. En cambio, si uno piensa en un disco que le haya cambiado la vida, las opciones se reducen bastante.

En mi caso, uno de los virajes importantes ha sido elegir dedicación y oficio. Porque, al fin y al cabo, esta vocación de la música es así un estilo de vida, donde los quehaceres diarios unen vida y trabajo. Y uno de los discos responsables en primera instancia es, sin duda, Brossa d’ahir, de Pep Laguarda & Tapineria.

Si cuando prácticamente nací yo, hubo unos valencianos que habían creado aquella maravilla en mi lengua, haciendo unidad de la modernidad con el arraigo desde este punto del Mediterráneo, ¿por qué no podía escribir yo y cantar canciones ahora y aquí?

También podía mencionar otros en esa línea como Chichonera’s Cat, de Ia i Batiste, o Dioptria y Jo, la donya i el gripau, de Pau Riba (por cierto, director artístico del Brossa d’ahir). Razones tenía (Raimon, Ovidi Montllor, Llach, etc.), pero el impuso era mucho mayor ahora para lanzarme definitivamente para crear y cantar así como hablo, sueño, vivo y siento.

Diría que me costó unos cientos, de pesetas (risas). Era de segunda mano. Ahora lo volví a comprar en una reedición reciente y preciosa. Canciones como “Cims i abismes”, “La caseta del plater” o “Una paüra” son pequeñas joyas. Un disco único prácticamente en su carrera, que sigo escuchando y me transporta a un mundo soñado y a la vez vivido .

Lo conseguí en una tienda de vinilos. Antes lo llamábamos tienda de discos, en general, donde había todo tipo de formatos, una de esas cosas en peligro de extinción hoy en día. Estaba en Valencia, diría que por Arrancapins. No recuerdo el nombre de la tienda, pero iba muy a menudo: el prescriptor del mostrador, un personaje que regentaba la tienda, daba buenos consejos. Me introdujo en buena parte de las músicas en catalán alternativas, y me recomendaba gente como UC, Màquina, Cuixa, La Rondalla de la Costa, Julio Bustamante, Rafa Xambó, etc.

Y seguramente lo encontraría también en otras tiendas, como la de Oldies (¡que continúa!), donde rematé el trabajo de búsqueda de mis orígenes. Actualmente todavía sigue ofreciendo tesoros sonoros, ¡y esperamos que lo siga haciendo por un buen puñado de años más!

Desde las canciones impactantes del cantautor del “carrer Blanc” de Xàtiva (Raimon), que escuchaba entre el humo de cigarro de los padres en aquel citroën CX bajando a la playa desde mi Alcoi natal, o el primer disco que tengo conciencia que escuché entero y absorto, She’s so unusual, de CyndiLauper, dentro de la magia del espacio soleado de una caravana en un camping de Altea, pasando por el Nevermind de Nirvana, el Siamese dream de The Smashing Pumpkins, el Súper 8 de Los Planetas, el Violator de Depeche Mode, etc., lo que me hizo el “click” fueron discos como Brossa d’ahir.

Así llegaría a apreciar más profundamente el Renaissance of the celtic harp de Alan Stivell, abrazaría las canciones de los primeros discos de Albert Pla o el Omega de Enrique Morente y Lagartija Nick. El camino entonces era, parejamente, marcado y arco iris.

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