Punto de Partida: Supercarmen (Tiburona) y Eskorbuto

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«Sus mensajes eran tan destructivos y poco esperanzadores que me hacían odiarlo todo, pero también me convencían de querer cambiar el mundo»

 

El pasado viernes, 26 de enero, veía la luz Nos extinguimos (Montgrí, 2024), el nuevo álbum de Tiburona; trío madrileño de impronta salvaje y sonidos sesenteros, fundidos con la contundencia del punk latinoamericano y el garaje. El combustible perfecto para poner palabras a los tiempos que corren, al tiempo que incitan al baile pero también a la acción. En pleno lanzamiento de sus nuevas canciones y con una gira ya diseñada que comenzará el 24 de febrero en Córdoba y pasará por Barcelona (2 de marzo), Argelita en Castellón (9 de marzo), Madrid (27 de abril) y Gijón (10 de julio), hoy, Supercarmen, batería y voz de la banda —también integrada por Laura del Amo (guitarra y voz) y Rita Dolores (bajo y voz)— viene a hablarnos de ese disco que tanto ha significado para ella.

 

Eskorbuto
Demasiados enemigos
MATRAKA, 1991

 

Texto: CARMEN MERINO/ EFE EME.

 

Supercarmen, batería y voz de Tiburona, no ha dudado en elegir el sexto álbum de estudio de Eskorbuto como ese que le ha cambiado la vida. Así relata cómo llegó hasta él: «Con 18 años no tenía tocadiscos, escuchaba la música en mi reproductor de mp3, por lo que ir haciéndome con la discografía física de Eskorbuto llegó cuando empecé a coleccionar vinilos, con 25 años. Ni siquiera fue de los primeros que compré, porque en ese momento estaba obsesionada con otras cosas. Este, concretamente, creo que lo compré en Beltza Records en Donosti, hace exactamente un año. Cuando empecé a coleccionar vinilos me centré en rock y garage de los años sesenta en Latinoamérica. Al pasar por los Saicos, que para mí son los pioneros del punk, me dije: “a ver Carmen, ¿qué haces sin tener la discografía de la banda de punk que más ha marcado tu vida?”, y mi colección se amplió a otros géneros que también me flipan, así como a otras zonas geográficas».

Cuando descubrió todas las aristas de Eskorbuto quedó atrapada, sin vuelta atrás: «Siempre había oído hablar de Eskorbuto. Cuando salía por algunas okupas o, en el metro sin ir más lejos, veía a personas con camisetas de Eskorbuto. No me llamaba del todo la atención porque para mí eran los de “mucha policía, poca diversión” y pensaba que sus canciones serían eso, una especie de eslogan antisistema poco elaborado. Cuando escuché la canción “Adiós reina mía” cambié drásticamente de opinión. Me pareció bonita, tierna y fue directa a mi corazón. De ahí pasé al disco completo y, de ahí, a ser la banda sonora de mis próximos años».

Un descubrimiento que le hizo tomar impulso personal y cambió su vida: «Me dio una fiebre terrible con Eskorbuto. Cuando iba de camino a la universidad lo llevaba en los cascos y me llenaba de rabia. Sus mensajes eran tan destructivos y poco esperanzadores que me hacían odiarlo todo, pero también me convencían de querer cambiar el mundo. Por eso, al estar estudiando para ser maestra, siempre pensaba que hacía falta una escuela crítica y que para eso estaba yo allí. Este disco fue el primero que escuché de ellos y, a raíz de él, escuché todos los anteriores una y otra vez. Con 19 años empecé a tocar la batería y la primera canción que me atreví a tocar fue “Que corra la sangre” de Eskorbuto. Ahí se mezclaba mi pasión por esta banda, con lo fácil que era reproducir sus baterías».

Sin embargo, Supercarmen reconoce que aunque para ella Demasiados enemigos sea especial, quizá no se trate del mejor disco de la banda: «Para mí no es el mejor. Pero fue el primero que conocí y por eso lo he elegido. Mi favorito es, sin duda, Las más macabras de las vidas porque me parece una radiografía de lo que estaban viviendo en ese momento. Es desolador y crudo. Si me baso en la técnica o la ejecución, prácticamente todos dejan muchísimo que desear. Pero eso no es importante para quienes amamos esta banda. Creo que una vez que entras en el universo de Eskorbuto (y más, siendo jovencita), lo bien tocado, o no, que esté te da igual, quieres empaparte de su atmósfera y conocer sus secretos más oscuros. Aún recuerdo la emoción que sentí cuando me compré el libro Historia triste, de Diego Cerdán, en la Feria del Libro de Madrid. Ese verano, llegué a llorar leyéndolo».

Anterior Punto de Partida: Valeria Castro y Silvia Pérez Cruz.

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