The journey. Part 2, de The Kinks

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DISCOS

«Háganse un favor y vayan a por este recopilatorio, porque seguro que hay decenas de cosas que les van a gustar»

 

The Kinks
The journey. Part 2

BMG, 2023

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Si hay algún grupo que ha sido mi refugio desde que tengo uso de razón musical, esos son The Kinks. Bien, The Beatles y The Rolling Stones eran lo que prestaba, fueras de uno, o de otro, o te mantuvieras en una equidistancia que no se mojaba ni falta que le hacía. Hasta nuestros días. The Beatles acaban de publicar nueva —y preciosa— canción, The Rolling Stones están inmersos en una nueva gira; pero, afortunadamente, The Kinks también tienen novedades, en este caso el segundo volumen de su recopilación más completa, llena de rarezas y extras. Como en los sesenta, a saturación de los dos grupitos alfa, uno siempre puede refugiarse en el grupo de los hermanos Davies, porque tenían tanta vida y tantas canciones grandes como el que más.

Y es casi, esta recopilación, tan milagrosa como las recientes aventuras de los otros dos grupos. Su discográfica, Pye Records no conserva material de la banda, no hay acetatos; si las sesiones se grababan, ya no hay constancia de ellas y las tomas descartadas, que por supuesto no servían para nada, se reutilizaban para grabar encima. Ray Davies guarda un diario de su historia en los años sesenta, que podía dar algunos indicios, pero no ha dado permiso a nadie para acceder a él.

Tampoco se puede acceder a las bobinas de RCA, con quienes ficharon en 1971, aunque desde luego se conserva más material en los Konk Studios que habían fundado. De esa época proceden las influencias de music hall y de country de este doble elepé, que recoge parte de la producción del grupo en esa época: los años sesenta y con esporádicas incursiones en los setenta.

Como en The journey. Part 1, editado hace unos meses, la antología se divide en cuatro capítulos por motivos temáticos y no de sonido. El primero recoge mundos que se desmoronan y vidas que dan vuelcos. Desde estéticas diversas. En “Till the end of the day” todavía están creando el garaje y el blues rock que despuntarán años después, mientras que “David Watts” —dos años después—, ya tiene aire de opereta, aunque el ritmo de batería todavía es machacón. “A well respected man” es mucho más campestre, a la manera de The Beatles cuando se ponían a hacer folk, y en “Monica” ya adoptan ciertos dejes psicodélicos. El resto, tonadas de esencia pop, ese que tan bien sabían hacer.

Los fantasmas que asaltan tras la caída, son el eje del segundo capítulo. Ahí comienza a sonar la ultraconocida “Lola” y la sigue la no menos encantadora “Sunny Afternoon”. La primera, con estructura stoniana, una guitarra derivada de la de George Harrison y un crescendo animal; la segunda, una preciosidad escondida en una canción de cabaret, con dejes de estándar de jazz de los años cincuenta. Tras este inicio esplendoroso, “Animal farm”, una tonada barriobajera digna de un pub de ciudad industrial, y “See my friends”, donde la psicodelia es total, en 1965, justo en el momento en el que se estaba formando Pink Floyd.

Tercer capítulo. Es el del secuestro por esos fantasmas y demonios, y la búsqueda desesperada de la inocencia perdida. Una tormenta la inicia, “Rainy day in june”, y una de las canciones más olvidadas y más bonitas de los sesenta, “Dedicated follower of fashion”. Lo cierra “20th century man”, que se inicia a la manera de Dylan y acaba siempre un prodigio del rock más duro y pesado, con una letra que trata sobre la alienación del mundo moderno.

Llegamos al final, al capítulo en que se superan todas las adversidades y se inicia con un regalo: tres canciones de un concierto en el Teatro New Victoria, en 1975. Son los Kinks más glam y teatrales. Potentes, con soberbios coros femeninos y una prestancia en el escenario que muchos quisieran. De ese mismo año es otra de las canciones, “Holiday romance”, una vieja película musical del Hollywood clásico.

Entiendan que The Kinks pertenecen al triunvirato de los grandes o no, sean ustedes seguidores de un estilo de música o de otro, tengan interés o desinterés por lo que paso en la música popular hace cincuenta años o se dediquen solo a la actualidad, háganse un favor y vayan a por este recopilatorio, porque seguro que hay decenas de cosas que les van a gustar: estos inéditos, las caras B a las que es difícil acceder y, sobre todo, un compendio de lo que ha sido la mejor música popular en el siglo veinte.

Anterior crítica de discos: Sea of mirrors, de The Coral.

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