Ayer, la Comisión Europea acabó con el sistema que impedía a un compositor europeo vincularse a una entidad de un país diferente al suyo para que gestionase sus derechos de autor. Desde ya, se rompe esta barrera y cualquiera podrá decidir qué entidad de las que operan en los 23 estados de la Unión Europea gestiona sus derechos.
Según recoge el diario El País, Jonathan Todd, portavoz de Competencia de la UE, declaró: «Se acaba así con la ilegalidad de algunas cláusulas que impiden a los autores elegir como gestoras de sus derechos a sociedades distintas a las de su propio país. Salen beneficiados los creadores, que a partir de ahora podrán escoger a la compañía que mejor gestione sus derechos.» Por su parte, la comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes, asegura en declaraciones recogidas por Cinco Días, que esta medida «redundará en
beneficio de la diversidad cultural porque estimulará a las sociedades
de autor a ofrecer mejores condiciones económicas a compositores y
letristas». También añadió que «en algunas de esas
sociedades, los gastos de administración se llevan ahora buena parte de
los royalties generados».
En teoría, esto acaba con situaciones de monopolio en la gestión de derechos de autor como la de la española SGAE. Y decimos en teoría porque al ser ella la que tiene la red –muy bien organizada, como sabe todo el mundo– recaudatoria en nuestro país, habrá qué ver si en la práctica es posible que un autor no vinculado a ella reciba el dinero que le corresponda por la difusión y explotación de su obra.
La Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC), que agrupa a las entidades afectadas, criticó la medida porque, argumenta, irá en detrimento de la economía y de la seguridad jurídica de aquellos a quienes defiende.
También se abolirán las cláusulas por las que dos sociedades de dos
países europeos se ceden bilateralmente los derechos para determinado
artista o autor, reguladas hasta ahora por la Confederación
Internacionales de Sociedades de Autores y Compositores.