«Cuando me enteré de que los textos habían sido escritos por Sabina, se me abrió un universo que cambió por completo mi forma de ver el oficio de hacer canciones»
Diez álbumes de estudio, un epé y seis libros avalan la trayectoria musical de Carlos Palacio, el cantautor colombiano conocido como Pala que, estos últimos años, ha sido ganador en España de los Premios Internacionales de Poesía Miguel Hernández (2020), Antonio Machado (2021) y José de Espronceda (2022). Su gusto por las letras le llevan a brillar en esta disciplina pese a su profesión de médico y cirujano; tanto, que ya colecciona alabanzas de artistas como Jorge Drexler o Javier Ruibal. En su álbum más reciente, El siglo del loro, cuenta precisamente con la colaboración de ambos; también de Rozalén, El Kanka, Coque Malla o Pedro Guerra, pero hoy Pala viene a hablarnos del disco que le cambió la vida.
Joaquín Sabina y Fito Páez
Enemigos íntimos
SONY/ BMG, 1998
Texto: CARLOS PALACIO (“PALA”)/ EFE EME.
Considerado uno de los mejores letristas de su generación, Pala se ha decantado por el álbum que grabaron juntos Joaquín Sabina y Fito Páez, en 1998, como ese que le cambió la vida para siempre: «Lo que me produjo la primera escucha del disco fue una sacudida impresionante. En cada canción me preguntaba: “¿cuándo aprendió Fito a escribir así? ¡Qué son esas letras, por favor!”. Recuerdo que escuché cuatro veces el álbum completo de arriba a abajo y seguía sin comprender cómo había sido posible que el rosarino hubiera dado ese salto estratosférico en los textos. Jamás consideré la posibilidad de que el español ese tuviera algo que ver y, aunque las letras de Fito me gustaban, lo que había en este disco era de otro nivel. Cuando me enteré de que la práctica totalidad de los textos habían sido escritos por Sabina, se me abrió un universo que cambió por completo mi forma de ver el oficio de hacer canciones. “Si volvieran los dragones”, “La vida moderna” y “Más guapa que cualquiera” son mis favoritas del álbum».
Así recuerda Pala cómo supo de la existencia de este disco: «Venía siguiendo a Fito Páez con fervor desde sus primeros álbumes. A Sabina solo lo había escuchado en un álbum en homenaje a Pablo Milanés y su timbre de voz me había resultado insoportable. Cuando leí en un periódico una pequeña reseña del álbum me explotó la cabeza, la combinación me pareció irreal. Luego, como suele suceder con todos los prejuicios, lo que encontré me abofeteó».
Por supuesto, no tardó en hacerse con él: «Lo compré en un viaje a Bogotá, en 1999. Aunque el formato cedé estaba muy consolidado en ese momento, en realidad en Medellín la variedad era muy poca; la mayoría de los que compré en esa época los pedí por encargo. La tienda era un local pequeño de un centro comercial de la Calle 19, en el centro de la capital. No recuerdo el precio en ese momento, pero sí sé que por entonces comprarme un disco compacto era un lujo que llegaba en los cumpleaños o después de ahorrar varias semanas».
Desde luego, este no fue el primer disco que compró Pala, aunque sí uno de los más importantes para él: «Ya tenía mucha música en casa, pero, como mandaban las leyes del tercer mundo, la mayoría estaba en casetes grabados con la complicidad de los amigos. Los pocos originales, como este, pertenecían a la categoría de joyas imprestables».
Enemigos íntimos fue el primer disco de Sabina en colaboración con otro artista, mientras que para Páez fue el segundo, tras La la la junto a Luis Alberto Spinetta. Esta unión fue única, irrepetible; aunque Pala reconoce que no es este el mejor trabajo de cada uno de ellos: «Creo que ambos tienen mejores discos que este, pero sí creo que la combinación fue muchísimo más afortunada de lo que ambos suelen estar dispuestos a reconocer y, en mi caso particular, fue definitiva para mostrarme una forma de hacer canciones que hasta el día de hoy me sigue resultando fascinante. Además, es un disco que ha envejecido muy bien».
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