FONDO DE CATÁLOGO
«Feast of wire es la mejor definición de lo que Convertino y Burns imaginaban cuando dejaron Giant Sand»
Calexico se encuentran de ruta por nuestro país y celebrando el vigésimo aniversario de uno de sus mejores discos, Feast of wire, recién reeditado. El momento perfecto para volver a esa ecléctica colección de canciones, una de las cimas creativas de la banda de Arizona. Por Eduardo Izquierdo.
Calexico
Feast of wire
QUARTERSTICK, 2003
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Se cumplen veinte años de la publicación de Feast of wire, el cuarto trabajo de Calexico y para muchos, todavía, su mejor disco. La banda liderada por Joey Burns (voz y guitarra) y John Convertino (batería) ha decidido embarcarse en una gira de aniversario que parará en nuestro país, primero en el Azkena Rock Festival (el 16 de junio) y luego en cuatro fechas más, en otoño, en Vigo (11 de octubre, auditorio Mar de Vigo), Madrid (13 de octubre, Lula Club), Zaragoza (14 de octubre) y Girona (15 de octubre, Auditori de Girona). Un disco del que la prensa decía en su momento que lo mejor era «no etiquetarlo, solo escucharlo». Y eso es lo que hemos hecho: buscar en nuestra estantería y rescatarlo. Algo no excesivamente complicado porque es un álbum al que servidor vuelve de manera bastante a habitual. Ojo, que aquí va el por qué.
Sí, yo también pienso que este es el mejor disco de Calexico, y los motivos son muchos. Desde su eclecticismo, por supuesto, a su calidad musical, su producción o las atmósferas conseguidas. Aquí hay folk, country, rock fronterizo, western swing, jazz y todo lo que puedan imaginar, pero por encima de todo es Calexico en estado puro. Me riesgo a asegurar que Feast of wire es la mejor definición de lo que Convertino y Burns imaginaban cuando dejaron Giant Sand. Escuchen el acordeón de la inicial y adictiva “Sunken waltz” y la espléndida interpretación vocal de Burns. Pura magia. Y qué decir de la percusión de “Quattro” o el piano de “Stucco”. ¿Se dan cuenta? Tres canciones y hemos destacado tres instrumentos diferentes. “Black heart” es densa e hipnótica, especie de canto fúnebre con Convertino distorsionando la batería. Aunque este calificativo, hipnótico, puede emplearse para todo el disco. Por ejemplo hay que hacerlo sí o sí con “Pepita”, tema instrumental magnífico, y lo dice un negacionista de lo instrumental.
“Not even Stevie Nicks” es extraña desde su título, pero creo que los Wilco de Jeff Tweedy la han oído mucho, mucho en algunas etapas de su carrera. Quizá algo fuera de lugar, aunque al final necesaria para que el disco respire. “Close behind” es espléndida y una orgía de instrumentos poco habituales, mientras que en “Woven birds” se guiña un ojo al jazz, aunque sin pasarse. Quizá sea mi momento menos favorito del disco junto a la siguiente, “The book and the canal”, otro tema instrumental. Pero es que luego llega la muy Tom Waits “Attack el robot! Attack!” y, sobre todo, “Across the wire”, una de las canciones cumbres del rock fronterizo de Arizona.
“Dub latina” sobra, directamente, pero es corta y luego está “Güero canelo”, otra maravilla de corte latino con una adictiva llamada-respuesta. Acabamos con tres más. “Whippin the horse’s eyes” es otro instrumental bonito que aporta poco, “Crumble” es demasiado jazz aunque los tintes latinos y las trompetas le dan mucho empaque, y “No doze” vuelve a mirar de reojo a Waits, y eso nunca es malo.
Entonces uno hace cuentas, y comprueba que casi un tercio de Feast of wire es instrumental. Y me reafirmo en que a mí eso no me va, pero si son Calexico es otra cosa. Y si es Feast of wire, aún más. Un clásico de nuestro tiempo.
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