DISCOS
«Un acto supremo de amor al arte, cuya escucha satisfará los paladares más exigentes»
Nievla
Habitación
CASA MARACAS, 2023
Texto: JAVIER GILABERT.
Comentaba el músico granadino José Ignacio Lapido, hace pocas fechas, que «sacar un disco en España es un acto supremo de amor al arte». Esta afirmación me ha venido a la cabeza tras escuchar Habitación, el álbum de debut de Nievla, el quinteto granadino formado por Toni Jiménez (Lori Meyers, Niños Mutantes, Unidad y Armonía, Madame Popova), Andrés Galán (Unidad y Armonía, Madame Popova), Nacho López (El Hombre Garabato), Álvaro Gutiérrez y Antonio Jiménez, pues su contenido constituye un alegato en toda regla que apoya esa tesis.
Tras los epés Septiembre (2019) y Octubre (2020), estos jóvenes —aunque experimentados músicos— se han tomado su tiempo para publicar su primer larga duración y, eso, se nota para bien: el sonido característico de la banda ha experimentado una evolución —llámenlo madurez, si lo prefieren— y, sin perder un ápice de originalidad, gana en matices, en la complejidad de la atmósfera sonora (¿será esa la “Nievla”?) que envuelve la aparente sencillez de estas canciones. Sin duda, la labor de Jaime Beltrán en la producción, mezcla y máster del disco juega un papel importante en el resultado final; el gusto de Beltrán por la música instrumental, los efectos atmosféricos y la exploración sonora han dejado su poso aquí.
Ocho cortes componen este trabajo en el que, a pesar de los matices y de las diferencias que se evidencian entre ellos, pues cada uno tiene una entidad independiente, una amalgama de pop elegante, melancólica psicodelia y elementos electrónicos constituye el tejido. Este fluye combinado con la voz grave e inconfundible de Toni Jiménez, que dota a cada canción de una textura casi palpable, densa incluso por momentos, como sucede, por ejemplo, en “Ventana”. Y no han dudado a la hora de experimentar también con las transiciones entre calma aparente y explosivos crescendo; escúchese, si no, “Nariz”.
Mención especial merecen las cuidadas letras de Toni y Antonio Jiménez. Encontramos dentro de la Habitación una indagación sobre el amor y la existencia, pero también la crítica social, con imágenes que rozan por momentos lo poético («las entrañas del mármol frío de las estatuas» o «el diapasón de las alarmas», aparecen en “Nube de agosto” para recordarnos el horror de Hiroshima). También las influencias musicales que permean estas composiciones son de lo más rico y variado, y se mueven en un intervalo que va desde las reminiscencias de Thom Yorke o King Krule, a Echo and The Bunnymen, pasando por Wilco o Golpes Bajos en su primera época, por citar unas cuantas.
Igualmente destaca el modo en que la forma de cantar de Toni —que, por momentos, evoca a otro Antonio (Vega, nada menos)— empasta perfectamente en el conjunto, dotándolo de coherencia y personalidad. Todo está cuidado en ese sentido hasta el más mínimo detalle, incluso el arte y diseño, obra de Álvaro Martín (Mosh Illustration).
Dicho lo cual, y tras varias y atentas escuchas, no me cabe duda: Nievla ha llevado a su máxima expresión la cita con la que se abría esta crítica y, si cambiamos “arte” por “música”, podemos afirmar que Habitación es un acto supremo de amor al arte, cuya escucha satisfará los paladares más exigentes.
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