Viaje de vida y vuelta, de Andrés Suárez

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DISCOS

«Un salto estético en la carrera de Andrés Suárez, con el que airea e ilumina su repertorio y que, además, cuenta con una producción exquisita»

 

Andrés Suárez
Viaje de vida y vuelta
WARNER, 2023

 


Texto: CÉSAR PRIETO.

 

La carrera de Andrés Suarez es un buen ejemplo del recorrido que han trazado parte de los músicos de este país. Comienza en grupos de pop y rock, llega a Santiago y actúa con su guitarra por los bares de la zona vieja, después graba un disco, De ida, con escasa tirada y distribución. A partir de ahí gana varios concursos de jóvenes cantautores, viaja a Madrid, actúa en Libertad 8 y Tontxu le produce un segundo trabajo con el que empieza a tener más calado. Llegado este momento, su carrera se estabiliza, actúa en el Wizink Center y va editando álbumes hasta llegar a este Viaje de vida y vuelta.

Se trata de uno de los primeros discos postpandemia. El que hizo durante el confinamiento lo destrozó el músico y borró todas las canciones con la intención de encontrar el paisaje opuesto: la alegría, el entusiasmo y un futuro a la altura de las nuevas ilusiones que hemos de crear. Así, las canciones suponen un salto estético en la carrera de Andrés Suárez, con el que airea e ilumina su repertorio y que, además, cuenta con una producción exquisita.

En “Valientes” habla sobre una fan que lo sigue en conciertos y firmas, pese a estar delicada de salud, pero lo hace teniendo detrás de él a sus influencias: la nueva trova cubana, Pedro Guerra o Quique González. La instrumentación es sencilla, pero efectiva, sobre todo ese final de trompetas. Más sobria es la instrumentación de “Herbeira”, mucho más austera para enfocar un canto de amor a su tierra gallega que parte de sus primeros grupos de rock, formados cuando tenía catorce años. Y lo hace de forma desesperada, irreductible, llena de ternura y fuerza.

Un par de canciones son de desamor. “Hamada”, así, con hache, es una soberbia declaración de sentimientos en el instante en que se va a producir la ruptura, un final imposible de cicatrizar, herido de muerte, perfecto en su rabia. “No te quiero perder” va un paso más allá y es el último ruego antes de que se consume el final. Otro amor es el de sus padres, a quienes va dedicada “Teresa y Andrés”, en su incansable búsqueda de libertad, y lo hace con un fondo de rock, con guitarras tirando flechas eléctricas. Y de amor también es “Por no decir tu nombre” o, por lo menos, dedicada a aquellos que se están perdiendo conocer el amor —«Vengo a ofrecerte las flores que no te dieron»— en aras de trastornos secundarios de la vida, sobre un fondo perfectamente bailable.

Otra vertiente se desvía hacia temas de mayor calado social, es lo que ocurre en “Pienso en ti”, que da un repaso a los poetas y a los cantautores para acabar centrada en la figura de Luis Eduardo Aute. La compuso Suárez cuando recibió la noticia de su fallecimiento. “Nuestra generación” abarca mayor espacio y es exactamente lo que señala su título: la gloria y los vicios de una generación y cómo traspasa el testigo a la siguiente en medio de un crescendo de armónica.

Un disco, por tanto, plagado de sana alegría, aunque algunos momentos sean amargos; cuidado, lírico y repleto de detalles oxigenantes y naturales. En el fondo, es lo que pretendía Andrés Suárez: salir de canciones de pandemia y abrir las ventanas para que se ventilase todo.

Anterior crítica de discos: A primera sangre, de José Ignacio Lapido.

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