FONDO DE CATÁLOGO
«Tiene momentos plenos de genialidad, ya sea una melodía especialmente agraciada, unos metales sobresalientes, una percusión ajustadísima o un verso muy inspirado»
Sergio Almendros recupera el debut homónimo de Depedro, que irrumpió en la escena nacional, hace tres lustros, con una voz absolutamente propia apoyado en sonidos latinoamericanos, fronterizos y africanos.
Depedro
Depedro
PIAS, 2008
Texto: SERGIO ALMENDROS.
Hace alrededor de quince años, Jairo Zavala encontró su lugar en el mundo: seguir viajando. Después de haber militado en, por ejemplo, una banda tan infravalorada como sobresaliente como Vacazul y después de haberse ganado el jornal (y el respeto) en diversas formaciones de todo tipo (bandas para programas de televisión en directo incluidas), el músico madrileño se encontró de forma casi anecdótica o casual en el estudio de la banda norteamericana Calexico grabando las canciones que darían forma a su nueva aventura, que bajo el nombre de Depedro resultaría el definitivo inicio de su caminar. Hoy, más o menos 15 años después, podemos asegurar que esta apuesta resultó ser definitiva y además necesaria, cubriendo un espacio vacante en el cancionero nacional y asentando en él una voz propia y reconocible.
Los sonidos latinoamericanos cruzados con los aires fronterizos e incluso los ritmos africanos fueron desde el principio el germen de unas canciones que alternaban una visión panorámica (y crítica) de la sociedad actual con miradas más íntimas a los sentimientos, fueran amorosos o de cualquier otra índole. La primera colección de canciones que Jairo firmó bajo el nombre de Depedro atesoraba un sonido y una producción minimalista, íntima y sencilla, dejando en primer plano unas deliciosas composiciones que encontraban en su sugestiva voz el punto de enganche, el método de arrastre para, una vez dentro, dejarte mecer o sacudir. Y es que a pesar de que el disco estaba premeditadamente conceptuado como una obra modesta y austera, su escucha nunca deja de estar salpicada de momentos plenos de genialidad, ya sea una determinada melodía especialmente agraciada, unos metales sobresalientes, una percusión ajustadísima o una línea de texto mucho más que inspirada.
Este homónimo debut de Depedro tuvo dos nombres de referencia sin cuya presencia probablemente este no hubiera alcanzado el mismo nivel y repercusión: Joey Burns, miembro de los ya nombrados Calexico, que se encargó de la producción y compartió la composición de algunos de los cortes (entre ellos, el más que destacado “Two parts as one”) y Amparo Sánchez, con quien previamente se fogó como instrumentista en Amparanoia y que además dejaría su impronta en dos de las canciones más destacadas del disco, “Don’t leave me now”, de gestación y crianza compartida, y “Llorona”, el clásico popular de la cultura mexicana que encontró en este disco y con estas dos voces una de las versiones más sentidas que haya podido conocer.
No se puede permitir terminar cualquier recuerdo a este delicioso disco sin al menos nombrar “Como el viento” y “La memoria”, dos de los cortes más importantes de toda su carrera, y especialmente “Te sigo soñando”, una irresistible canción de amor que debería de tener su lugar entre lo más destacado del cancionero nacional, y lo tiene, al igual que Depedro tiene su reconocimiento y espacio, un espacio eso sí alejado de toda quietud.
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