FONDO DE CATÁLOGO
«El testamento rockero de Stewart, el último gran disco del bebedor, mujeriego y excelso cantante»
El último gran disco de Rod Stewart. Así califica Manel Celeiro a Foot loose & fancy free, el álbum que recupera y desgrana esta semana, perteneciente a la época dorada del músico británico.
Rod Stewart
Foot loose & fancy free
WARNER, 1977
Texto: MANUEL CELEIRO.
Hace escasas semanas, durante el cumpleaños de una amiga, surgieron numerosos nombres de artistas, bandas y discos que fueron objeto de encendido y, al mismo tiempo, jocoso debate. Las cervezas y las copas hicieron su efecto, relajando el ambiente y agudizando el humor en torno a músicos como Rod Stewart, del que hoy recuperamos Foot loose & fancy free, un álbum que vio la luz en noviembre de 1977, justamente cuarenta y cinco años exactos en el momento en que estoy escribiendo estas líneas.
A pesar de ser años de conmoción en la entonces acomodada industria musical, con al apogeo del punk y la new wave, esa portada con Rod mirando a la cámara en plan «guaperas», bajo la luz del atardecer, o del amanecer, quién sabe, dejaba meridianamente claro, por si alguien no se quería enterar, que, a él, precisamente a él, se la soplaba todo. Si se le da la vuelta a la carátula, todavía más: paseaba despreocupado por la calle, con las manos en los bolsillos del pantalón y una botella en el de la chaqueta. «Así soy yo», parece decir, «y me da igual lo que digáis o penséis de mí». Claro que, cuando uno tiene la cuenta bancaria con muchos ceros, la vida resuelta y talento para regalar, es todo mucho más sencillo. Y es que Rod, amigos y amigas, es uno de los mejores cantantes que ha dado el rock. Muy influido por el soul y por el ritmo y blues, puso una buena dosis de pasión en el rock and roll y su garganta rota fue una pieza clave en algunas de las mejores grabaciones de la época dorada del género, así como su paso por Steampacket, el Jeff Beck Group o los Faces, además de su longeva carrera en solitario.
Foot loose & fancy free no fue muy bien recibido por la crítica en 1977, quizás demasiado influenciada por la revolución que las nuevas generaciones aportaban, que lo tachó de autocomplaciente, de ser producto de la vida acomodada del vocalista escocés. Una especialmente dura la firmó Joe McEwen en Rolling Stone: «A muchos chicos en Inglaterra no les importa qué tipo de decoración tiene en su casa de Hollywood, ni cuáles son los términos de su separación de la actriz Britt Eckland. Stewart ha perdido totalmente el contacto con ellos, no solo musicalmente, también a nivel social». Duras declaraciones; sin embargo, y con la perspectiva del paso del tiempo, creo que la prensa especializada —repito, muy marcada por lo que les rodeaba— fue injusta al juzgar ese álbum. Curiosamente, el público opinó todo lo contrario: esos chicos británicos a los que se refería McEwen se lanzaron a las tiendas, se vendieron más de 300.000 copias en las islas y se situó en los primeros puestos de las listas de ventas en varios países.
Esa distancia que da el transcurso de los años ha convertido a Foot loose & fancy free en el testamento rockero de Stewart, al que muchos, un servidor incluido, se refieren como el último gran disco del bebedor, mujeriego y excelso cantante. Esa primera etapa de su trayectoria tiene en su haber discos monumentales, como Gasoline alley (1970), Every picture tells a story (1971), Atlantic crossing (1975) o A night on the town (1976), suculentos en guitarras rockeras y baladas tan intensas que si te caen encima son capaces de aplastarte.
El disparo de salida, “Hot legs”, une a los Stones y a los Faces con Chuck Berry al mando, pura adrenalina rockera con la rasposa garganta de Rod tan seductora como simpática llevándote a su terreno. “Born loose” sigue la misma senda, con las seis cuerdas rascando y escupiendo solos y el saltarín piano de Nicky Hopkins haciendo equilibrios, buen tema al que un recorte en la duración le habría sentado de maravilla, “You’re in sane” marca un ritmo sudoroso y funkero, parece un claro antecesor de “Da ya think i’m sexy?”, y la versión del “You keep me hangin’ on” de las Supremes viene fiscalizada por la que Carmine Appice, batería en este disco, hizo con Vanilla Fudge a finales de los sesenta.
Las canciones lentas son una de las especialidades de Rod. Su voz se siente cómoda y se sabe infalible entonándolas, y las hay de buen calado en este álbum. Muchas de ellas, inspiradas por la ruptura con su esposa por aquel entonces. “You’re in my heart (the final acclaim)” exuda nostalgia, en “I was only joking” se arrepiente de sus traspiés con la metáfora de que solo estaba bromeando, desnuda su desamor en tono acústico (“You got a nerve”), y echa la mirada atrás para la lectura de “(If loving you is wrong) I don’twant to be right”, la canción más popular del soulman sureño Luther Ingram. Y sí, en esta última suena edulcorado en exceso, lejos de las carnales interpretaciones en clave soul a las que nos tiene acostumbrados.
Tras este trabajo vino Blondes have more fun, con el mega exitoso sencillo que todos sabemos y que marcó el desarrollo de su discografía a partir de entonces. De ella, lo más destacado es el doble en directo Absolutely live (1982) y partes la serie de álbumes The great american songbook. Pero da exactamente igual, solo por lo que grabó entre 1968 y 1977 su lugar en el olimpo del rock está asegurado.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Soy (1973), de Julio Iglesias.