FONDO DE CATÁLOGO
«A menudo injustamente tratado, al que en demasiadas ocasiones no se ha reconocido la calidad de sus trece canciones»
Esta semana, en “Fondo de catálogo”, Eduardo Izquierdo vuelve la vista al regreso de Los Deltonos, en 2003, con Sólido, un álbum injustamente tratado.
Los Deltonos
Sólido
2003, DRO EAST WEST
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Cuando en marzo de 2003 aparece el nuevo disco de Los Deltonos, Sólido, supone una auténtica sorpresa para sus seguidores. Pocos esperaban, tras siete años de no tener noticias discográficas suyas (Ríen mejor se publica en 1996), que la banda fuera capaz de reinventarse, algo que harán varias veces en su larga trayectoria y volver al primer plano del panorama de la música rock patria. Y lo hacen. Por eso rescatamos ese disco de la estantería. Por eso, y porque nos encanta, claro.
Sólido es un disco destacable. A menudo injustamente tratado, al que en demasiadas ocasiones no se ha reconocido la calidad de sus trece canciones. Muchas veces se ha quedado, simplemente, como el disco de regreso de Los Deltonos, pero es mucho más. Nos lo explica Hendrik Röver. «Bueno, Ríen Mejor salió en 1996 y estuvimos tocándolo hasta el 1999, más o menos, pero la cosa iba un poco a ralentí. A la parroquia blusera el disco no le entró muy bien, lo del funk metal fuera lo que fuera eso duró lo que duró y Virgin España se autodestruyó con lo que en realidad estábamos sin compañía. DRO sí que acogió a Hank (NDA: proyecto power pop de Hendrik) y en el 99 salió Dios mío Larry… con un cierto apoyo promocional, y decidí centrarme en ese proyecto. En 2000 o 2001 haciendo el tonto en Hank acabamos tocando algún tema de Los Deltonos en los ensayos y no estaba del todo mal. Eché la moneda al aire y volvimos a ser una banda. Había contacto con DRO, en 2002 se reeditaron (a su manera, eso sí) Tres hombres enfermos y Bien mejor mientras grabábamos en Gárate Sólido, y en 2003 salió a la calle».
La banda está formada para la ocasión –y así seguirá bastantes años– por Hendrik a la guitarrra y voz, Iñaki García a la batería, Pablo Zeta al bajo y Fernando Macaya a las guitarras. Desde el inicio, con “Horizonte eléctrico”, y a pesar de tratarse de una versión, la cosa va como un tiro. «Intenté por una vez tener un cierto enfoque comercial. La canción molaba (del anuncio de snacks Larios) y a grupos no muy lejanos lo de las versiones les había ido bien. Había que probar algo nuevo». Quizá es ese enfoque comercial lo que hace que la banda ponga especial atención en la producción o la mezcla, «el principal objetivo era conectar, que la gente cantara las canciones. Es el disco más minuciosamente producido de Los Deltonos y seguro que si lo escuchara descubriría alguna capa más de la que ni me acuerdo».
Un álbum en el que Hendrik apuesta definitivamente por una de las marcas de fábrica del grupo, la traducción de canciones originalmente en inglés a nuestra lengua. Probablemente el trabajo que da el pistoletazo de salida a su lema de que «el rock americano es posible en castellano». Y eso lo demuestran las dos versiones que incluye. «Lo de las traducciones instantáneas es una cosa que practico, sobre todo conduciendo, desde tiempos inmemoriales. “Horizonte” (Sweet Louisiana Sound/Billy Pilgrim) molaba y Labour of lust de Nick Lowe siempre ha sido uno de mis discos de cabecera, de ahí “Se acabó” (Cracking Up)». Respecto a los temas propios, Röver elige también sus favoritos. «“Cero grados”, con el primer pedal steel en la discografía del grupo, “Rayo”, que a día de hoy me sigue pareciendo una mezcla estupenda de riff cañero y melodía y “Odio mi oficio”, un poco por lo mismo y por ser la canción de fraseo más hiphopero de Los Deltonos».
Todo eso da forma a un álbum fantástico, con sus dosis justas de blues rock, funk, pop, country, o rock setentas. Puro Deltonos, aunque las sensaciones de su principal responsable no sean del todo positivas, con la perspectiva que da el tiempo, y especialmente en lo que se refiere a su resultado. «Al final, la sensación de ese disco es agridulce, porque creo que tenía posibilidades de haber llegado más lejos, pero fuimos víctimas de la maquinaria discográfica. Empezaron apoyando el disco, pero en el momento en que las peluqueras empezaban a canturrear “Horizonte” (con todo el respeto a las peluqueras) y había que dar otro empujoncito ya estaban distraídos con otra cosa. Por algo es el último disco con multinacional. Dos años después: GT. Americana (sea lo que sea eso), autoedición, etc.».
–
Anterior entrega de Fondo de catálogo: El Dorado, de Revólver.