FONDO DE CATÁLOGO
«El debut de Tarque y compañía tenía muy claros sus referentes, hacia dónde mirar, y para allá que se fueron»
M Clan
Un buen momento
DRO Atlantic, 1995
Texto: SERGIO ALMENDROS.
Lo normal, lo habitual y hasta casi lo idóneo es que, a lo largo de la carrera de un grupo o artista, haya varias vidas dentro de ese proyecto, tan diferentes entre sí que pudieran ser vidas distintas, a veces complementarias, otras veces continuistas e incluso, en otras ocasiones, contradictorias. M Clan no escapa a ese devenir, tan sano como necesario, y a lo largo de sus ya casi treinta años de existencia han pasado por varias fases bien diferenciadas aunque, realmente, el paso que dieron desde sus dos primeros álbumes al tercero fue un salto muy poco entendido, desgraciadamente. El público masivo que abrazó al grupo con aquel exitoso Usar y tirar no tenía ninguna gana de descubrir qué hubo antes de esa eclosión y, por supuesto, el seguidor primigenio de la banda no aceptó ese nuevo traje que había permitido al grupo meterse en los grandes saraos del momento. Realmente, la ruptura musical no fue tan escandalosa, la banda seguía aguerrida a los parámetros estrictamente rockeros, si bien el sonido dejó de estar tan netamente emparentado con el rock clásico de los setenta, para abrirse a otras sonoridades y, también, por qué obviarlo, se suavizó para que fuera más asequible a audiencias más populares. Como desde entonces el grupo ha mirado muy poco para atrás, y sus nuevos seguidores menos aún, nunca va a estar de más reivindicar aquella primera etapa de M Clan y recordar por qué eran tan buenos sus dos primeros discos. Ya rescatado en su día Coliseum, por el compañero Juanjo Ordás, en estas líneas, no queda otra que poner hoy al volumen 11 su ópera prima, Un buen momento.
Porque sí, se habrá dicho mil millones de veces, pero es que es así: el primer disco de M Clan rebosaba rock clásico sureño por los cuatro costados: Lynyrd Skynyrd, The Faces, The Allman Brothers o Free, pero también los Rolling Stones o Led Zeppelin, y por supuesto, The Black Crowes. El debut de Tarque y compañía tenía muy claros sus referentes, hacia dónde mirar, y para allá que se fueron. Y es que, el hecho de que una banda se vaya a Memphis a grabar su primer elepé, ya daba buena idea de lo firme que era su apuesta. Y lo que se trajeron de allí bajo el brazo fue una tremenda colección de rock ‘n roll en la que destacaba, ya de manera formidable, la voz de Carlos Tarque quien, a la postre, se convertiría en una de las voces más importantes de la historia de rock de nuestro país.
Aunque el otro gran pilar en el que se asentaba Un buen momento era la guitarra de Santi Campillo, uno de los matices que elevaron el álbum y le dieron el necesario empaque para que 27 años después sigamos hablando de él era, entre otras cosas, el piano de Íñigo Uribe. Y no es casualidad que sea un riff de piano con lo que se abriera el disco, dándole ese espléndido aroma a Nueva Orleans en “Se calienta”. Las teclas, con mayor o menor protagonismo, seguirían muy presentes a lo largo de todo el trabajo; si bien es cierto que los principales focos de atención serían para la voz de Tarque y las guitarras de Santi Campillo y Ricardo Ruipérez, tan frescas y potentes como maduras y sutiles. Resulta increíble cómo esta primera canción, recordemos, la primera canción del primer disco de la banda ya ponía, con envidiable destreza, sobre la mesa toques bluseros y sureños, adornados con unos coros que, junto a los arrebatos de piano, le daban un color a góspel a una inmejorable carta de presentación que, además, dejaba espacio para que se lucieran todos los miembros de la formación. A continuación, “En mis manos” se mantenía en los mismos y excelentes parámetros acelerando un poco más el tempo, un tempo que llegaría a su máxima velocidad justo después con “Un buen momento”.
Es sabido que el grupo ha recuperado a posteriori muy poco de su primera etapa, pero sí que se ha mantenido inamovible en sus directos, desde entonces, “Perdido en la ciudad”, posiblemente el tema de todo el disco con las guitarras más saturadas y afiladas, que revienta en un potentísimo final con los instrumentos desbocados y elevados aún más con unos vientos muy efectivos. Pero había mucho más, como, por ejemplo, el tono soul de “Miro atrás”, la sentida balada blusera “Hermana”, la lisérgica “Ron Vudú” o el extremo sueño de “Donde el río hierve”, hasta completar una colección de canciones muy difícil de superar. Que lo hicieran en los numerosos discos y fases que han ido completando M Clan desde entonces ya es una cuestión muy personal, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que, aunque estos primeros M Clan no tienen necesariamente que ser considerados como los más auténticos (¿no eran también un poco una copia de Black Crowes…?), indiscutiblemente, sí que merecieron un reconocimiento popular mayor (aunque eso ya hubiera escrito otra historia ….).
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Anterior entrega Fondo de Catálogo: In color (1977), de Cheap Trick.