FONDO DE CATÁLOGO
«Este trabajo, en conjunto, nos muestra al Johhny Thunders más melódico y eso ya lo convierte en icónico»
Johnny Thunders
Qué será, será
JUNGLE RECORDS, 1985
Texto: SARA MORALES.
Es inevitable. Uno de los fragmentos de este disco que mejor ha cogido sitio en nuestra memoria es esa canción con la que el díscolo Thunders, ya en solitario, quiso homenajear a su antiguo compañero Billy Murcia, “Billy boy”. El que fuera fundador, junto a Syl Sylvain, de los New York Dolls, y primer batería de la banda, murió de sobredosis y ahogamiento durante la primera gira de las muñecas barriobajeras por Inglaterra, en 1972. Aquello supuso un batacazo para la formación que acababa de iniciar su carrera con el mejor de los presagios; y sí, aunque enseguida ficharon a un nuevo percusionista, Jerry Nolan, para continuar la aventura, ninguno de ellos logró superar aquella pérdida nunca. Thunders, ya por su cuenta, y trece años después, lo demostró. Lo hizo a su modo, ya sabemos cuáles eran las formas de este inquieto disonante; pero convirtiendo sus códigos más agitadores en un tono jovial, comedido e incluso alegre, levantó uno de los tributos instrumentales más emotivos de aquella escena, a ritmo de rock and roll.
Recordemos. Para cuando Johnny Thunders encaró este disco de bautismo españolizado, los New York Dolls ya quedaban muy atrás. Con ellos había probado las mieles de la música, de los escenarios, del triunfo; con ellos forjó su identidad de maldito incorregible, de guitarrista subversivo; juntos rescataron de las calles, a gritos y carmín, el lumpen del Bajo Manhattan; levantaron la leyenda sobre sí mismos y avanzaron un género que iba a cambiar el mundo inmediatamente después, el punk. Tras su disolución, fundaría los incombustibles Heartbreakers. Junto a Jerry Nolan, precisamente, y acompañados de Richard Hell, bajista recién expulsado de Television, encarnarían una de las propuestas más fieras e interesantes de la nueva ola del género de la rebelión, en Nueva York. Pero tras un solo un solo álbum de estudio en 1979, sucesivas revueltas internas, varias idas y venidas, y un intento fallido por reavivar la llama común, Thunders decidió volar a su aire.
Un disco inesperado e inclasificable
En la nueva etapa por su cuenta, facturó algunos de los mejores discos de la era punk, como ese debut solitario de 1978 llamado, acertadamente, So alone. Pero entonces, el bueno de Johnny andaba demasiado inmerso en sus adicciones y no supo aprovechar ni el tirón popular, ni el favor de la crítica. Tampoco fueron aspectos que le importaran demasiado pero, sin ser apenas consciente, condenó la que podría haber sido una carrera de éxito, a un peldaño de culto –meritorio, eso sí– en las nostalgias de la época. Quizá, y para muchos, mejor así. Sin corromper, sin manosear, con la autenticidad de la que hizo gala siempre y reverberando a golpes.
Respaldado por su banda del momento, los Black Cats (Keith Yon al bajo y Tony St. Helene a la batería), en 1985 ingresaba en los estudios West 3, de Londres, para dar vida a Qué será, será, su segundo asalto particular. Invitó a unos cuantos amigos para engrandecer una obra que ya, de por sí, pintaba suculenta: Patti Palladin, Glen Matlock, Stiv Bators y el guitarrista de Only Ones, John Perry. ¡Menudo plantel! Entre todos ellos, y tirando de las virtudes de cada uno, levantaron temas como “Short lives”, “Little bit of whore”, “Blame it on mom” y “Billy boy”.
Sin embargo, y pese al reparto de lujo, el caballito ganador fue “I only wrote this song for you”. Una composición delicada (entendiendo la delicadeza de Thunders), a medio camino entre el canto fúnebre, la reserva teenager y el caos armónico, que suena sencillamente bonita con ese piano.
Claro que la propia “Qué será, será (Whatever will be, will be)”, original de Doris Day, cobra un protagonismo especial. Pero no solo por ser la elegida para dar título al álbum, sino también por la sugerente perversión que hace de la pieza matriz, a base de un acordeón, del apoyo de la coral St. Theresa School Choir de Londres y de unos cuantos litros de alcohol por medio . Y, aún así, no fue incluida en la primera edición del disco; pero creo que todos estamos de acuerdo en que merece su sitio.
Puede que el ex New York Doll no estuviera ya entonces en su sano juicio, temas como “Cool operator”, con ese acento reggae poco convincente, o el extravagante remix del mismo, parecen ser muestra de ello. Pero también es cierto que este trabajo, en conjunto, nos muestra al Johhny Thunders más melódico y eso ya lo convierte en icónico.
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Anterior entrega Fondo de Catálogo: 14 songs (1993), de Paul Westerberg.