FONDO DE CATÁLOGO
«El músico se muestra extraordinario en la interpretación y certero en la composición»
Eduardo Izquierdo viaja diez años atrás para rescatar el vigésimo álbum de Ian Hunter, “When I’m president”. Un disco en el que «el músico se muestra extraordinario en la interpretación y certero en la composición».
Ian Hunter
When I’m president
SLIMSTYLE RECORDS, 2012
Texto: EDUARDO IZQUIERDO
Habitualmente, y supongo que es algo que no solo me pasa a mí, lo que sucede a mi alrededor me influye, y mucho, en lo que escucho. Tal y como está el patio, con un zumbado al frente de un país tan poderoso como Rusia jugueteando incluso con una tercera guerra mundial – aunque la sangre dudo que llegue al río, en ese sentido – y un pueblo, el ucraniano, siendo maltratado y masacrado, lo primero que se me ocurre una mañana de sábado es pinchar aquel “Presidemente” que los patrios Vacazul, encabezados por Jairo Zavala, se marcaban en su disco Vienen tiempos (2004). Luego, por seguir la línea temática, regreso a la estantería, cojo When I’m president, el disco de Ian Hunter, y le doy al play. Sí, porque igual que todos llevamos un entrenador de fútbol dentro, también hacemos lo propio con un alcalde o un presidente de gobierno. Hunter es lo que se plantea en la canción que da título al disco que publicaba en 2012 y que, por tanto, este año cumple diez añitos. Un Fondo de Catálogo en toda regla.
Con una banda en plena forma, la Rat Band, y los setenta y tres años que contaba en el momento de su publicación, el de Shopshire (Inglaterra) se marca un discazo de tomo y lomo. El vigésimo de su carrera –aunque esto puede variar según cómo se lleve la cuenta–, que adelanta por la derecha, jugando en campo contrario, a lo que andan haciendo por la época Bob Dylan o Bruce Springsteen, algunas de las referencias obligadas del sonido del disco.
Fresco como pocos discos ese año, el líder de Mott the Hoople arranca con “Comfortable”, que va a marcar la pauta del resto del trabajo. Léase, rock en la línea Faces y Stones, con algo de los citados Dylan y Springsteen. A este último suena mucho “Wild bunch”, y a su amigo John Mellencamp “Saint”, mientras que la alargada sombra de su dylanísima aparece en “Fatally flawed” y “Just the way you look tonight”. Incluso en “What for”, con pequeño homenaje final al “Great balls of fire” de Jerry Lee Lewis, nos parece ver unas guitarras sureñas que sientan de fábula a la canción, igual que percibimos la influencia del blues, habitual en toda la carrera de Hunter, en “I don’t know what you want”.
El músico se muestra extraordinario en la interpretación y certero en la composición, de eso no hay duda. Lo mejor de todo, además, es que diez años después el disco suena exactamente igual de contundente que en su momento. Llámenme osado, pero para mí se encuentra, claramente, entre los mejores trabajos de su carrera; aunque la crítica lo calificó solo como notable y en algunos casos incluso lo pasó por alto. Cosas que pasan. Desde luego, a este presidente, yo voto sí.
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Anterior entrega Fondo de Catálogo: Robespierre´s velvet basement (1985), de Jacobites.