«Hemos querido darle varias vueltas a las ideas que teníamos e incluso dejarnos llevar por esa segunda inspiración que te llega y no cerrarlo todo a la primera»
The river and the stone: así se llama el tercer elepé de Morgan, diez nuevas canciones que transitan los senderos del rock, el folk y el soul. Para adentrarse en ellas, Sara Morales entrevista a su cantante y compositora, Nina de Juan.
Texto: SARA MORALES.
Fotos: JAVIER BRAGADO.
Cuenta Nina que para dar vida a The River and the stone partieron de veinticinco ideas posibles. Un brainstorming emocional y creativo, hijo de la era pandémica, tan brutal y vivo que al final se ha saldado con el mejor de los resultados: diez piezas imponentes que cabalgan por sus derroteros folk rock y soul de siempre, la exploración de nuevas tierras exóticas y un arranque garajero que sorprende, al mismo tiempo que te rinde definitivamente a ellos.
Este es su tercer álbum, la tercera huella de una carrera intachable que lleva enganchando al público y a la crítica desde hace casi una década, a base del trabajo bien hecho, la discreción, la honestidad y la sencillez. Morgan arrancaron tímidos pero certeros; continuaron fieles a sí mismos y acertaron. Hoy, con esta nueva entrega ya entre nosotros, jovial, intensa y reflexiva a partes iguales, podemos concluir que se trata de una de las bandas más interesantes y queridas de nuestra escena. La naturaleza, la que nos rodea y la propia del ser humano, vuelve a convertirse esta vez en la protagonista de una historia contada en canciones compuestas por la propia Nina y por Paco López (a él le debemos en este disco “Paranoid fall”, “Alone”, “Silence speak” y “Late”), que cuentan con el revitalizante juego musical de Ekain Elorza a la batería y de David Schulthess al teclado. No hace mucho se quedaron sin bajista, pero en esta partida de cuatro, a la que se suman buenas compañías, vencen de nuevo. Hablamos con Nina para que nos cuente cómo lo han vuelto a hacer.
The river and the stone: el río, que fluye, y la piedra, que queda estanca. Simbólica y preciosa analogía para estos tiempos que corren…
Sí, la verdad que sí. Esta idea surgió antes de que se desatara la pandemia, la letra [“The river”] empecé a escribirla como una metáfora por otros asuntos, pero desde que la hemos estado trabajando, también con el videoclip, el cariz que iba tomando me gustaba cada vez más. Esas cosas que escribes tiempo atrás por una razón, pero que luego también sirven para circunstancias futuras que, ahora, resulta que son presente.
Hay ideas, en este caso canciones, que pueden resultar premonitorias, ¿no?
Sí, totalmente. Aunque luego en realidad se escapan a ti, una vez escritas pierdes el control de las canciones; sin embargo, lo bonito es ver que siguen encajando en la realidad del momento que sea.
¿El lapsus estático que ha traído consigo la pandemia os ha dado más margen para el proceso de creación y experimentación del disco?
Sí, nos hemos adaptado a las circunstancias y las circunstancias lo que nos estaban dando era tiempo. Como ha habido que retrasar todos los procesos, eso al final ha jugado incluso a favor. Nuestra prioridad en todo momento fue dedicarle tiempo a las canciones y eso es lo que hemos intentado hacer. Si algo bueno ha traído todo esto que ha pasado, si es que se puede decir así, ha sido tener más tiempo. Al final eso lo hemos agradecido nosotros y creo que el propio disco, porque hemos hecho cosas que a lo mejor de otra manera no habrían salido como han salido.
Si no me equivoco, habéis dedicado seis meses a su gestación.
Sí, sí, además de forma continua. Nos fuimos a vivir juntos a una casa y estábamos todo el tiempo, todos los días, trabajando en ello; muy metidos en esa dinámica de trabajo. Con la posibilidad de poder desconectar cuando lo necesitáramos, pero con todo a mano para seguir con ello en cuanto quisiéramos. De hecho teníamos montado todo el set en el salón, siempre encendido, para que cuando a alguien se le ocurriera algo o quisiera comentar cualquier cosa pudiéramos ponernos con ello en el momento.
Tanto tiempo volcados sobre una misma cosa, ¿es positivo o terminas volviéndote loco y es necesario tomar distancia de vez en cuando?
Lo bueno es que podíamos desconectar cuando queríamos, pero esta forma de trabajar, todos juntos mientras convivíamos, ha sido muy positiva porque hemos podido conversar mucho, hemos hablado mucho de nosotros mismos como personas, como grupo, como amigos, y creo que eso ha venido bien. Además, teníamos muchas ideas y no todos los días eran iguales; ha sido un proceso muy dinámico.
¿Habéis cambiado mucho de idea con respecto al latido y el carácter de cada canción? Al fin y al cabo, os estabais poniendo a prueba con estas nuevas formas.
Nos hemos dejado experimentar, y sin haber llegado a un un cambio radical, porque sigue siendo un resultado coherente con nuestra línea y no un giro drástico, a la hora de trabajar queríamos probar cosas nuevas. Hemos querido darle varias vueltas a las ideas que teníamos e incluso dejarnos llevar por esa segunda inspiración que te llega y no cerrarlo todo a la primera. Ha sido muy interesante trabajar así.
Ya que desde el principio habéis definido este disco como un viaje, ¿podrías decirme hasta qué lugares os han llevado estas nuevas canciones?
Como grupo nos ha llevado a conocernos mucho más, tanto como personas como musicalmente, e incluso en cuanto a las diferentes formas de trabajar que podemos tener. Conocernos en otros ámbitos ha sido muy edificante. Nos ha aportado más confianza y más admiración hacia el otro.
Y a ti, personalmente, ¿hacia dónde te han dirigido?
Si te digo la verdad, todavía no lo sé.
Sigues de viaje, ¿no?
[Risas] Sigo, sí. Es que hemos pasado por muchos sitios, no solamente geográficos, también mentales y anímicos. Todavía sigo disfrutándolo, no creo que haya culminado el paseo.
Air podríamos decir que era casi la continuación de North, pero con The river and the stone os saltáis vuestras propias reglas para dejaros innovar y experimentar. ¿Podemos entender este disco como el inicio de una nueva etapa de Morgan?
No lo sé, porque de manera natural vamos viviendo según sentimos que viene. Nunca tenemos una idea preconcebida de nada, el propio proceso te va llevando hacia un lugar u otro por la propia vida de las canciones, de los discos, pero nuestra predisposición y nuestra dinámica la vivimos como una constante que tiene diferentes capítulos. No nos tomamos nada como un antes o un después en nuestra carrera, o por lo menos nunca lo hemos planteado así de primeras; por eso no sé si se trata de una nueva etapa o no, pero desde luego sí es un nuevo disco y tiene su propia vida.
No me canso de reivindicar “Paranoid fall” como el tema que mejor representa este pequeño giro en vuestra formas creativas. Es muy poderosa y engancha a la primera.
Estamos muy contentos de que esta canción forme parte del disco.
Qué guardadita la teníais… ¿Erais conscientes de su potencial?
Nos gusta mucho pensar en la situación y colocación de cada tema dentro del propio disco, para que al escucharlo completo y de una tirada cada canción se sienta arropada por la que está antes y la que viene detrás. Y el punto y el lugar de “Paranoid fall” es el que tiene que ser, porque como va sola, tenía que estar un poco arropadita.
Ha sido maravilloso descubriros en esa tesitura más rock, más garajera…
Es una canción que disfrutamos mucho. Ese estilo de música nos encanta, de hecho en las pruebas de sonido tocamos versiones de esos géneros y, como no teníamos un tema propio así, dijimos: «Joder, vamos a hacerlo, ¡el cuerpo nos lo está pidiendo!».
«Componer para mí siempre ha sido un poco terapéutico; cuento las cosas que no sé decir de otra manera»
¿Cómo habéis llegado al consenso conceptual del disco? Las letras son oscuras, pero con mensajes esperanzadores. El sonido, sin embargo, suele ser luminoso. ¿Desde qué estado de ánimo escribes tú, Nina?
Sigo un poco la misma filosofía de siempre, normalmente cuando estoy contenta me gusta mucho socializar, compartir la alegría y disfrutar de la vida. No digo que no disfrute componiendo, pero para componer, de manera natural, necesito estar tranquila, más reflexiva. Y cuando tengo esos momentos más tranquilos, más míos, es cuando más me gusta conectar con eso que tengo en la cabeza o que tengo ganas de decir. Componer para mí siempre ha sido un poco terapéutico; cuento las cosas que no sé decir de otra manera. Además, Paco y yo coincidimos mucho en esa dualidad de luz y oscuridad a la hora de componer, nos gusta que haya balance, equilibrio, y si estamos escribiendo algo un poco más oscuro nos gusta contrarrestarlo con una música algo más luminosa.
¿Habéis echado de menos a Alejandro Ovejero, vuestro bajista desde los inicios, que dejó la banda este mismo año?
Sí, claro. Ha sido difícil, cualquiera que lo conozca sabe que es una bellísima persona y sabiendo cuál es la circunstancia, que es que no se ha podido compaginar un oficio con el otro, pues al final lo admiras, lo quieres, lo apoyas, lo acompañas y no queda otra. Él ha sido y sigue siendo una parte muy importante de Morgan, y nos quedamos con el regalo de lo que hemos vivido con él.
Habéis sumado para esta gira a Alejandro Climent «Boli» al bajo y a Gabi Planas a la percusión, la acústica y el teclado. El sonido con ellos es todavía mucho más envolvente, si cabe.
Estamos muy contentos de contar con los dos. «Boli» ya formaba parte de la familia y tenerlo en el escenario es un disfrute, cualquiera que escuche el disco se hace una idea de lo gigantesco que es, como músico y también como persona. Es un honor tenerlo con nosotros y un gustazo escucharle tocar. Y Gabi es otro lujazo, aporta y acompaña muchísimo, incluso en los temas de los discos anteriores, porque hemos adaptado las canciones de los otros trabajos y les da un toque muy especial. Es otra gran persona y gran músico con el que tenemos la suerte de contar.
El otro día en Madrid, cuando presentasteis el álbum ante la prensa, os convertisteis también en los protagonistas de esa vuelta a los conciertos de pie por parte del público. Para muchos fue la primera vez que volvíamos a presenciar un directo como los de antes. ¿Percibisteis vosotros esa magia compartida, esa emoción, desde el escenario?
Sí, fue increíble. Esa tarde noche en la sala El Sol fue increíble, una sensación indescriptible. Llevábamos unos veinte meses sin tocar y estábamos muy emocionados. Recuerdo que cuando terminamos de tocar “River” tuve como una sensación de plenitud tremenda, muchos sentimientos. Estamos muy agradecidos de aquel rato, de que lo vivierais así, os acercarais a nosotros y aceptarais la invitación de venir, porque teníamos muchas ganas de enseñar el disco.
¿Que ha aportado Francia, y los estudios Le Manoir donde habéis grabado el disco, al sonido del mismo?
La sala es maravillosa y suena increíblemente bien, pero al margen de temas técnicos, como veníamos de convivir durante la creación del disco y de trabajar en las canciones metidos en ese universo teníamos claro que queríamos grabarlo en un estudio residencia. Ha sido un lujo hacerlo así, una experiencia brutal para todos; lo hemos disfrutado y le hemos sacado el jugo a tope. Nos ha gustado mucho trabajar en esa dinámica de compartir espacio y tiempo, convivencia, de mimetizarte un poco con el lugar… Nos ha aportado mucha felicidad.
La gira de Air, vuestro anterior disco, os llevó a cerrar más de doscientas fechas por todo el país. ¿Qué plan de ruta tenéis para The River and the stone?
La idea es que este disco tenga una vida larga y, si se puede, lo vamos a intentar. Vamos a empezar con unos cuantos conciertos en teatros, hasta marzo o así, y luego volveremos a las salas. Esta primera parte de la gira de presentación en los teatros nos apetece mucho porque vamos a tener la suerte de ir a lugares mágicos como el Palau de la Música en Barcelona, el Palau de les Arts en Valencia… y vamos a gozar como enanos.
Además, Fito os ha elegido como acompañantes de su gira, Cada vez cadáver Tour. ¿Cómo os cayó esta propuesta, cómo surgió?
Habíamos coincidido con él un par de veces, había venido a algún concierto nuestro y ya estábamos en contacto con él. Además, somos totalmente fans de él musical y personalmente. Un día nos propuso esta idea, y bueno, imagínate cómo nos quedamos… Qué honor que alguien como él te invite a su nave. Le dijimos que sí, claro, y estamos deseando empezar y vivir esa experiencia con él y su equipo, conocer de cerca cómo trabajan, cómo lo hacen…
¿Aprovechareis estos bolos para tirar del nuevo disco o haréis un repaso de toda vuestra trayectoria?
En los conciertos de presentación de The river and the stone vamos a integrar cosas que ya veníamos haciendo, y en estos acompañando a Fito vamos a hacer lo mismo. Nos gusta que los conciertos sean divertidos, emocionantes y dinámicos; y para ello está muy bien tirar también de canciones de los discos anteriores.
¿Cómo os veis a vosotros mismos casi diez años y tres discos después?
En muchos aspectos igual y, en otros, personalmente me veo asistiendo a un aprendizaje muy bonito, intenso y emocionante. Y la verdad es que me gustaría que no terminase; sería una suerte poder seguir aprendiendo y dando pasitos.