FONDO DE CATÁLOGO
«Casi todas estas letras han aguantado muy bien el paso de los años, pero no podemos decir lo mismo del envoltorio musical»
Tras adentrarse en la historia de Los Negativos en su último libro, nuestro compañero Àlex Oró recupera uno de los discos de la banda barcelonesa: 18º Sábado amarillo, un repertorio de letras reivindicables a pesar de su ochentera producción.
Los Negativos
18º Sábado amarillo
VICTORIA, 1987
Texto: ÀLEX ORÓ.
Los Negativos pusieron patas arriba la escena musical barcelonesa de mediados de los ochenta. Con una imagen arrolladora (camisas de paramecios, chelsea boots, larguísimos flequillos…) y canciones cargadas de influencias de la psicodelia, el surf, el folk rock, el beat y el garaje de los sesenta consiguieron grabar Píknik caleidoscópico (Victoria, 1986), su abracadabrante primer elepé. El disco contenía composiciones como “Viaje al norte”, “Cigarras panameñas”, “Graduado en underground” o “El club del cerdo violeta”, piezas que atesoran algunas de las mejores letras del rock en castellano. Crearon un universo literario onírico, psicodélico y surrealista, algo que nadie había hecho hasta entonces a ese nivel en el pop español. No obstante, la comprensión de esas letras no estaba al alcance de cualquiera. Las referencias e influencias de obras de Tolkien, Alicia en el País de las maravillas o míticas series de los sesenta les servían para conectar con la escena sixtie (muy musculada en esos años) pero tenían demasiados «secretos» para el público en general.
Píknik caleidoscópico tuvo unas ventas aceptables. El cuarteto formado por Alfredo Calonge (guitarra), Carles Estrada (bajo), Robert Grima (guitarra) y Valentí Morató acariciaban la profesionalización. Desde la oficina de representación del grupo y la discográfica se sugirió a Los Negativos que evolucionaran, que cambiaran su sonido de raíces añejas por un pop más amable. También se les pidió que las letras no escondieran tantos secretos y códigos.
Los miembros de Los Negativos aceptaron, algunos a regañadientes y otros más convencidos. El resultado fue 18º Sábado amarillo, un disco grabado en el estudio de Luis Carlos Esteban, exmiembro de Olé Olé. Esteban contaba con los últimos adelantos tecnológicos de la época y se propuso «actualizar» el sonido de Los Negativos. Estrada y Morató, los letristas del grupo, se propusieron escribir sobre Barcelona, su ciudad en tono más abierto que en Píknik. Consiguieron textos magníficos en canciones como “Estación de Francia”, “Mi muerte será para siempre”, “Recuerdos del Gran Hotel” o “Bagdad”. Canciones en las que aparecen imágenes de la Ciudad Condal pero que transmiten asimismo melancolía, tristeza y derrota.
La renuncia a los ideales también forma parte del imaginario de 18º Sábado amarillo. En “140 km/h”, por ejemplo, Los Negativos les preguntan a sus fans de toda la vida si les querrían igual «si vendieran su alma al mejor postor para hacer la mejor canción». En la mayoría de las composiciones se intuye que algo no funciona en el seno del grupo, que no van todos a una como en su primer trabajo.
Casi todas estas letras han aguantado muy bien el paso de los años e incluso se han revalorizado. Prueba de ello son las versiones de canciones como “Bagdad” que han grabado artistas como Miqui Puig. No podemos decir lo mismo del envoltorio musical. 18º Sábado amarillo es un disco «de los ochenta» en el peor sentido de la expresión. Esteban utilizó toda la tecnología a su alcance. Sustituyó la batería de Morató por sintetizadores y utilizó un teclado llamado E-mu Emulator para imitar todo tipo de sonidos desde un violín hasta una sección de metales. Esto es algo muy común hoy en día gracias a la informática, pero en 1987 esos aparatos distaban mucho de ser perfectos.
Para colmo, Los Negativos confiaron la mezcla final del disco a un ingeniero británico llamado Richard Preston, que había trabajado con grupos como Flesh for Lulu o Prisoners. Tal vez por desconocimiento del castellano o tal vez por desidia, Preston eliminó coros de canciones como en el caso de “1,2,3 Luz roja”, que estaba llamada a ser una de las más potentes del disco. Sin esos coros, la letra de la canción perdía sentido. El ingeniero también suprimió algunos de los pasajes más guitarreros del disco. En definitiva, Los Negativos perdieron el control de su obra y la acogida del álbum por parte de sus fans fue muy, muy fría. Hubo decepción general.
18º Sábado amarillo fue un intento fallido de Los Negativos para consolidarse profesionalmente y convertirse en un grupo de pop apto para todos los públicos. El disco distaba mucho de lo que el cuarteto se había propuesto hacer. Se puede comprobar en Las cintas de Thule (Al·leluia, 1996), un falso elepé en directo que en realidad es la maqueta que grabaron con Enric Lindo (el productor de Piknik) para preparar el disco antes de ir al estudio de Luis Carlos Esteban. En esa maqueta, Los Negativos se acercaban en algunos momentos a los Kinks de principios de los setenta, algo que no se consiguió conservar con la encorsetada producción ochentera de 18º Sábado amarillo.
La banda entró en crisis. Estrada y Morató se fueron a la mili mientras Grima y Calonge fundaron Doctor Love con Maika Vilchez, excantante de Kamenbert, en busca de un sonido más soulero. Los Negativos acabaron separándose dejando un enorme legado musical. Morató y Estrada volvieron en el 96 con Puzzle (Al·leluia, 96), al que siguieron Dandies entre basura (Butterfly-Geyser, 2009), grabado por la formación clásica, y Duplexin (Geyser, 2015).
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Anterior Fondo de catálogo: Anatomía de un asesinato (1959), de Duke Ellington.