One on one, de Paul Carrack

Autor:

DISCOS

«Una leyenda que a estas alturas de su carrera no tendría que demostrar nada, pero lo demuestra todo»

 

Paul Carrack
One on one
CARRACK-UK, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Se dice pronto que, con el presente One and one, Paul Carrack lleve ya dieciocho discos en solitario. Aunque siempre se le ha considerado «la voz de oro» y el representante por excelencia del soul de ojos azules —es decir, el cantado por blancos—, su carrera es muchísimo más variopinta. Desde el grupo de pub rock Ace a mediados de los setenta ha pasado, con mayor o menor liderazgo, por Roxy Music, Squeeze, The Smiths o Mike and the Mechanics, entre otros muchos.

Así pues, estamos hablando de una leyenda que a estas alturas de su carrera no tendría que demostrar nada, pero lo demuestra todo. En principio, que sigue bordando esas rodajas soul que le han colocado la etiqueta. El sonido es carnal y orgánico en “Lighten up your mood” y pantanoso y bluesero en “A long way to go” —con la guitarra de Robbie McIntosh (The Pretenders), coros y metales—, las dos canciones de sentimiento y alma soul, aunque también se advierte en “You’re not alone”, una balada de tono más clásico y que podría estar en repertorios estándar de crooners.

Pero Paul Carrack es más que eso. Muchas de sus canciones han tendido siempre —sin que ello sea un defecto, por lo menos no del todo, porque lo solventa con elegancia— al AOR, ese estilo que a finales de los setenta fue creado casi especialmente para las emisoras de efe eme, que empezaban a tener público que en los cincuenta y sesenta había nacido con el rock, pero que entonces ya eran adultos calmados. Tiende a ello en el disco con “Precious time”, de agradable y cómoda escucha, y con la canción de apertura, “Good and ready”, una mezcla ese rock calmado con elementos que lo acercan, por ejemplo, a Joe Jackson, que, como Carrack aquí, en ciertos periodos también contaba con toques jazz y percusiones caribeñas.

Esta cercanía a Joe Jackson se percibe también en “I miss you so”, que también tiende —las capas de estilo en el cantante de Sheffield son cosntantes y se superponen— a emplear raices americanas. Y con ello entra en la liga de Neil Young, como en —todas en la parte final del disco— “Set me free” y, sobre todo, “Behind closed doors”, una preciosidad con el más puro estilo del country canónico, que podían tomar perfectamente Hank Williams o Patsy Cline y bordarla. Hasta algún grupo de tex mex, que tiene dejes fronterizos. Ya nació así en su versión original de Charlie Rich en 1973, pero Carrack la vuelve a hacer maravillosa.

Son solo diez canciones y se hace corto. Sobre todo porque da la impresión de que Paul Carrack podría estar haciendo canciones constantemente y todas le quedarían en las esferas de la artesanía, la maestría o el genio.

Anterior crítica de discos: Sur en el valle, de Quique González.

Artículos relacionados