LIBROS
«Cierra una trilogía dedicada a diversos momentos en la historia de la ciudad de Barcelona»
Sergi Doria
Antes de que nos olviden
DESTINO, 2021
Texto: CÉSAR PRIETO.
El vapor Express cargaba municiones en el puerto de Barcelona el día 17 de agosto de 1875, a las cuatro y media de la tarde, para llevarlas, vía Francia, a la Seo d’Urgell. El objetivo era armar a los soldados del general Martínez-Campos, que estaba sitiando el último reducto carlista que quedaba en Cataluña. Los datos no permiten apuntar si se trató de una falta de precauciones o de un atentado, pero lo que sí es cierto es que dejó el puerto viejo de la Ciudad Condal y las calles adyacentes regadas con decenas de cadáveres. Este episodio es el que abre y cierra la nueva novela de Sergi Doria.
No, no se trata de una novela histórica, excepto en la introducción y el epílogo, porque, de inmediato, la accion vuela hacia la misma ciudad, pero en la Transición, cuando Alfredo Burman —recuperado de una novela anterior— y su jefe, el señor Molina, son despedidos de la editorial en la que trabajaban redactando la Gran Enciclopedia Popular. Y si puede recuperar a Burman, es porque Antes de que nos olviden cierra una trilogía —que se puede leer de forma independiente— dedicada a diversos momentos en la historia de la ciudad de Barcelona.
La profesión de ambos protagonistas y el periodo histórico suponen, en primer lugar, un repaso a la prensa de Barcelona —y por extensión de todo el país— durante la Transición, aparecen las cabeceras más importantes, algunas con su nombre y otras con datos que permiten adivinar fácilmente de cuál se trata. El éxito de ventas, los reportajes sobre sexo y corrupción política y los desnudos en portada de la que en la novela llaman Reporter llevan directamente a la mente del lector a la recientemente desaparecida Interviú. Muchos de los nombres están también en clave y se puede reconocer en ellos a Max Canher o Luis Cantero, el periodista que escandalizaba a media España con sus reportajes. Otros no: Jordi Pujol aparece con todas sus letras y con un foco que reparte saña en un tiempo en que el catalanismo tomaba posiciones.
Se menciona el caso de Banca Catalana, sus rifirrafes con Josep Pla y Josep Tarradellas, pero también la cultura popular. Burman, en su piso de la calle Tallers, escucha a Roxy Music, acude a El Molino o a la discoteca Les Enfants Terribles o cita a Álvaro Vitali, actor italiano bajo de talla y de talento que a los treinta y cinco quería pasar por estudiante de secundaria en sus películas. Todo viene a cuento por una colaboración que encuentra, tras perder el trabajo, con el director de cine Ignacio F. Iquino, a la sazón volcado en el rodaje stajanovista de películas eróticas.
Leyendo el relato, uno tiene la impresión de que España parece haber sido en esa época otro país, nada de lo que sucedió en esos años ha perdurado, como si entrase en un callejón del que no supo salir. Nada, excepto las condiciones laborales y el trato hacia los trabajadores —aquí, nuestros protagonistas— que intentan solventar su despido sin indemnización con la venta de las joyas bibliográficas que conserva la editorial y que la dirección ya ha vendido. Encuentran, sin embargo, los diarios de un misterioso personaje, el señor Promio, que les conducirán a la explosión del Express con que la novela comenzaba. Un círculo cerrado que envuelve —como en unos nuevos Episodios Nacionales— las andanzas de una figura perdida en una Barcelona que tampoco se encontraba a sí misma.
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Anterior crítica de libros: Y tiro porque me toca. Los juegos y juguetes de nuestra niñez, de Vicente Pizarro.