Native sons, de Los Lobos

Autor:

DISCOS

«Las revisiones de las canciones elegidas son magníficas»

 

Los Lobos
Native sons
NEW WEST RECORDS, 2021

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

Se mire como se mire, ya llevábamos demasiado tiempo sin un disco nuevo de Los Lobos. Si nos saltamos su disco navideño tenemos que irnos hasta 2015 y el fenomenal Gates of gold. Lo malo es que este Native sons tampoco saciará la sed de nuevas canciones lobunas, porque hablamos de un disco de versiones. Por no faltar a la verdad, hay que destacar la excepción del tema que le da título, una buena canción compuesta específicamente para la ocasión. ¿Una decepción? No, por dos motivos. El primero, porque son Los Lobos, y eso es argumento suficiente. Más que nada porque nunca nos han decepcionado. Ni siquiera con el citado disco navideño o su homenaje a las películas de Disney. Y el segundo, y quizá más importante, porque las revisiones de las canciones elegidas son magníficas.

Hace unas semanas me dijo Steve Berlin, portavoz de la banda desde hace muchos años, que entre todos habían escogido las canciones que iban a formar parte de este disco. «Fue bastante democrático. Todos aportamos cosas e ideas. Incluso pedimos opinión a nuestros amigos, y ellos rebuscaron en su colección de discos. Hay algunas evidentes y otras sorprendentes. Ahí está la magia». ¿Por qué habla de evidencia? Pues porque este álbum parte de una premisa: «Es una carta de amor a Los Ángeles. El grupo nace allí, cuando David Hidalgo y Louie Pérez se conocen en el instituto. Ya sabes, solo somos otra banda de East L.A.». Es cierto que tres de los miembros de la banda son nacidos en Los Ángeles. Las excepciones las ponen el propio Berlin, oriundo de Philadelphia, y César Rosas, nacido en Hermosillo (México). Pero, sobre todo, el grupo ha apostado por destacar en este álbum lo cosmopolita de la ciudad californiana. Su carácter acogedor a todo el que llega. Por ello, por ejemplo, encontramos en este homenaje a su ciudad incluso un tema de Barrett Strong, artista de Motown, nacido en West Point, pero trasladado a Los Ángeles.

Entrando en materia, el disco es una delicia. David Hidalgo, Louie Pérez, César Rosas, Conrad Lozano y Steve Berlin vuelven a hacer magia. «Éramos conscientes de que había canciones que no se podían mejorar. Lo que había que hacer era convertirlas en algo nuestro». Es la respuesta que me da Steve al hablar de temas tan universales y conocidos como “For what it’s worth” de Buffalo Springfield o “Jamaica say you will” de Jackson Browne. Los llamados evidentes por el propio músico. También esperada podía ser la dosis habitual de tradicionalismo que esta vez encarna la versión del “Los chucos salvajes”, de su maestro Lalo Guerrero, y el bolero “Dichoso”, de Willie Bobo. O incluso la insuperable “Flat top joint” de The Blasters, grupo del que Berlin saltó a Los Lobos a principios de los ochenta, en el único cambio de formación (más adición que cambio, ya que nadie dejó el grupo) de toda la carrera de la banda. Entre lo más sorprendente para el gran público están las revisiones de Thee Midniters, The Premiers o The Jaguars. Grupos minoritarios pero esenciales para entender la escena de la ciudad angelina.

Los hemos esperado mucho, pero están de vuelta. Prometen intentar pasarse por nuestro país para presentarlo. Creían que «era el momento de hacer un disco así, teníamos ganas hace años y todo esto de la pandemia ayudó, en cierta manera, a tirar hacia delante». Al final, como nos recordaba Steve, en un axioma que se ha convertido en representativo del grupo, son solo otra banda del Este de Los Ángeles. Y este es solo otro disco de Los Lobos. Que no es poco. Claro que no.

Anterior crítica de discos: Territorio de delirio, de Emilia y Pablo.

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