«Fue la primera tira de prensa masiva con protagonista negra y, además, ¡mujer!»
Se editan las aventuras de Friday Foster, tira de prensa publicada en plena era del black power y del cine blaxploitation. Su dibujante fue el barcelonés Jordi Longarón.
Texto: JUAN PUCHADES.
En paralelo al arranque de la década de los años setenta, surgió en Estados Unidos un género cinematográfico alentado por el black power y animado a ritmo de soul y funk: el blaxploitation. O lo que es lo mismo, películas protagonizadas por negros y dirigidas a las comunidades afroamericanas de las grandes ciudades. Cintas urbanas cargadas de violencia, erotismo y algo de humor con héroes que tanto daba que fueran policías o delincuentes (estos últimos, preferentemente, sección traficantes): eran los héroes del barrio. Un nuevo cine en el que los negros eran los protagonistas. Toda una novedad.
A su narrativa frenética, las cintas del blaxploitation solían añadir exuberantes bandas sonoras de soul y funk, legando obras maestras incontestables como la de Shaft, firmada por Isaac Hayes (que también compuso, ¡y protagonizó!, las de Three tough guys y Truck Turner), o la de Super Fly, con un mayúsculo Curtis Mayfield, que marcarían en gran medida el destino de la música negra en la primera mitad de la década. Pero también el veterano James Brown se sumó a los scores para películas del género (Black Caesar y Slaughter’s big ripoff), sin olvidar a otros gigantes como Bobby Womack (Across 110th street), Marvin Gaye (Trouble man) o Willie Hutch (The mack, Foxy Brown). Sin despreciar a personajes tan pintorescos como Rudy Ray Moore, que con Dolemite y sus secuelas de serie Z, en las que ejerció de actor y músico, rozaba el lado pornográfico del asunto.
Entre aquella oleada de cine blaxploitation destacó Friday Foster (1975), protagonizada por Pam Grier, a la que años después rescataría Quentin Tarantino para su fabulosa Jackie Brown. Pero Friday Foster, en realidad, había nacido en papel, como tira de cómic diaria sindicada en diferentes periódicos estadounidenses a través del Chicago Tribune Syndicate. La crearon el guionista Jim Lawrence (nacido en Detroit en 1918, también fue novelista; falleció en 1994) y el barcelonés Jordi Longarón (nacido en 1933, fallecido en 2019). Sí, nuestro Jordi Longarón, reconocido ilustrador, sensacional portadista y uno de los dibujantes de Hazañas Bélicas. Es decir, Friday Foster se escribía en Summit, Nueva Jersey (allí residía Lawrence) y se dibujaba en Barcelona, quedando para la historia como la primera tira de prensa estadounidense realizada por un autor español.
Friday Foster, el cómic
En aquellos días del black power la serie obtuvo un notable éxito entre los lectores negros, pues fue la primera tira de difusión masiva con protagonista negra y, además, ¡mujer! Ahí es nada. Publicada entre 1970 y 1974, nunca se reeditó y cayó en el olvido hasta que el estudioso y crítico de cómic Javier Mesón y el periodista cultural David Moreu (autor de From a whisper to a scream, una historia del soul) unieron fuerzas para rescatarla, apoyados por la editorial Norma. El mismo Longarón, hasta su fallecimiento, ayudó en el empeño. Y así ha cobrado forma Friday Foster, el imprescindible libro recién editado por Norma.
Pero el empeño no resultó sencillo. Los originales, como es habitual con las tiras sindicadas creadas para la prensa, estaban perdidos (en manos de coleccionistas o vaya usted a saber dónde acabaron), así que para esta edición, el primer libro dedicado a Friday Foster, se ha tenido que recurrir a los periódicos originales, escaneando, restaurando y coloreando de nuevo, siguiendo la pauta de la impresión original.
Porque lo que recoge este volumen son las planchas dominicales (de tres tiras), que se publicaban en color, no las entregas diarias (de una tira y blanco y negro). Hay que destacar que las historias se desarrollaban a lo largo de la semana, y las páginas de los domingos continuaban los relatos aunque estaban pensadas para que pudieran leerse independientemente. Ello obliga ahora, al leer las páginas dominicales seguidas, a que al inicio de cada una el lector deba poner de su parte ante las muy elásticas elipsis. Pero no hay de qué quejarse, lo importante es que por fin tenemos acceso a una serie que es historia del cómic al ser la primera que rompía estereotipos raciales, lo que provocó que los diarios del Sur de Estados Unidos la rechazaran: la segregación y el racismo estaban bien presentes. Así que fueron periódicos del norte del país los que acogieron al personaje. Incluso el maestro Milton Caniff (Terry y los Piratas, Steve Canyon) fue uno de sus lectores habituales, como constata la carta que le envió a Longarón y que se recoge en este volumen.
Friday Foster, pese a los agitados años en que vio la luz, es una historia bastante amable (la adaptación cinematográfica sí incidiría más en las temáticas habituales del blaxploitation): Friday vive en Harlem junto a su hermano Cleve, trabaja de ayudante del fotógrafo Shawn North y, en ocasiones, abandona la cámara para ejercer de modelo. Absolutamente independiente —recordemos: estamos a comienzos de los años setenta, es negra y mujer—, sus aventuras transitan entre la aventura, lo romántico y lo detectivesco, incluyendo viajes a París, el Caribe, Marruecos o Granada. Con guiones muy de su tiempo —y pensados para ser publicados en grandes medios, hay que tenerlo en cuenta—, Jim Lawrence se destapa como un escritor creativo que no dudaba cada tanto, pese a lo glamuroso de unos personajes que se movían en el mundo de la moda, en reflejar problemas raciales o apuntar las condiciones en las que se vivía en Harlem.
Pero el gran placer de Friday Foster es disfrutar del excelso dibujo de Jordi Longarón, quien antes de iniciar la serie viajó a Nueva York y fotografió Harlem para no fallar en la documentación. Su dibujo clásico pero innovador en los inicios de los setenta —con una manera de encuadrar que trae ecos de otro mago de las tiras diarias, Stan Drake—, es detallista y minucioso, reflejando aquel tiempo de vestuario imposible con ramalazos hippies. Además resolvió la piel de Friday y los demás personajes negros sin recurrir al sombreado, únicamente con los rasgos pero sin caer en el maniqueísmo. A eso se le llama talento. Un dibujo para disfrutar —hay que detenerse en los planos, los fondos— y que nos traslada a aquellos días en que el cómic estaba rompiendo las telarañas de un pasado inmovilista que lo aprisionaban y quería reivindicarse por derecho como un medio adulto con voz propia.
Longarón abandonó Friday Foster en 1973, agobiado por el exceso de trabajo (seguía realizando portadas de libros) y las entregas de la tira —dado que tenía que enviarla a Estados Unidos, sin internet, hubo alguna página que no llegó a tiempo—, quedando en manos de otro dibujante hasta febrero de 1974, cuando se canceló definitivamente (esas últimas entregas también se han recogido ahora). Pero tampoco revelemos demasiados detalles, que esta edición absolutamente ejemplar incluye toda la génesis de la serie más entrevistas con Barry Coker (el agente británico que negoció la tira), Jordi Longarón e incluso con la actriz Pam Grier (Friday Foster en la pantalla), más materiales imprescindibles para ampliar la información sobre este eslabón perdido de la cultura del black power, ahora, por fin, recuperado.